Lo que ¡®Esther y su mundo¡¯ ense?¨® a toda una generaci¨®n de mujeres
El personaje de Purita Campos sembr¨® en muchas ni?as espa?olas la semilla de algo de lo que se apropiar¨ªan: las ganas de salir al mundo y de no quedarse quietas.
Esther era, para las ni?as que nacieron en los 70 y la leyeron en los 80, como una hermana m¨¢s, pero m¨¢s moderna y con mejor pelo. Antes de que llegara Ralph Lauren con su mundo deseable, ya exist¨ªa Esther y su Mundo, que no era el nuestro pero ojal¨¢ lo hubiera sido. Hace treinta a?os la palabra aspiracional no se pronunciaba, pero las lectoras de los libros de Purita Campos ya sab¨ªan qu¨¦ significaba: aquello a lo que se quer¨ªa pertenecer, hacia donde se miraba.
Esther y su mundo era una historieta de ciencia-ficci¨®n. En la Espa?a de la transici¨®n, a¨²n desperez¨¢ndose, esa adolescente era una anomal¨ªa. Esther, con h intercalada, no era como nosotros. Ella vest¨ªa a la moda (qu¨¦ importante era para la autora y para el personaje), caminaba y actuaba con unas maneras que no se parec¨ªan a las nuestras. Sus amigas se llamaban Rita y Doreen y las nuestras Mamen, Esperancita y Elena. Estaba enamorada de un chico rubio con cazadora vaquera que la besaba en un ¨¢rbol: nosotros com¨ªamos pipas y palmeras de chocolate en un parque; nuestros amigos tampoco ten¨ªan la actitud de Juanito. Fue el primer comic masivo de Espa?a que hablaba a las mujeres desde una mujer; vend¨ªa hasta 400.000 ejemplares por semana, m¨¢s que Mortadelo. Adem¨¢s, ense?aba a las j¨®venes, no su vida, sino la que pod¨ªan llegar a tener, la que otras adolescentes viv¨ªan en otra parte.
La atm¨®sfera y los ambientes eran ex¨®ticos porque la acci¨®n transcurr¨ªa en Inglaterra. El origen de los cuentos est¨¢ en Patty?s World. As¨ª se llamaba la serie que naci¨® en 1971 en ese pa¨ªs con gui¨®n de?Phillip Douglas y que llegar¨ªa a Espa?a tres a?os m¨¢s tarde con el nombre de Esther y su mundo. Ese aire extranjero hac¨ªa a¨²n m¨¢s deseable el universo de Esther. El t¨¢ndem Campos-Douglas (que dur¨® 17 a?os) trabajaba entre Londres y Barcelona. Viajaban varias veces al a?o para inspirarse en la cultura inglesa. A¨²n hoy, cuando los leemos, mucho m¨¢s maleadas, seguimos reconociendo el aire mundano de los personajes (hasta llevaban All Stars) y los espacios. Los escenarios de Esther los recuerda la escritora Bel¨¦n Rubiano: ¡°Lo que m¨¢s me gustaba de Esther es que, fr¨ªamente, no sab¨ªa por qu¨¦ me gustaba. Quiero decir que nunca pasaba nada y su enamoramiento de Juanito me parec¨ªa una bobada. Esther era otra cosa y pod¨ªa pasarme horas mirando una vi?eta; eran sus siluetas, los interiores y la luz. Me hac¨ªa so?ar¡±. As¨ª habla de esta historieta semanal la autora de Rialto, 11. La palabra ¡°sue?o¡± la repiten muchas de las lectoras. Esa independencia, que se traduc¨ªa en actitudes dif¨ªciles de ver en una joven de la Espa?a de la ¨¦poca. Esther era protestona, desafiaba a la autoridad, y sal¨ªa sola a la calle con la raya del ojo pintada.
La palabra libertad tambi¨¦n surge en cualquier sondeo casero que se haga sobre Esther. Se aprecia en la manera de vestir, siempre chivata. Esther vest¨ªa polos de rugby, gafas de sol de colores, se pon¨ªa un chaleco sobre un bikini y llevaba el bolso en bandolera. Esta forma de llevar el bolso no es inocente: las mujeres estaban acostumbradas a llevar bolso de asas cortas y r¨ªgidas, lo que las imped¨ªa tener libres las mano y depender de otra persona. El bolso cruzado era el de las mujeres independientes y activas. A las lectoras de Esther le faltaban a¨²n algunos a?os para llevar bolso en bandolera. Hasta su uniforme de colegio, con americana con vivos blancos, era m¨¢s interesante que los espa?oles. Era como esa prima viajera que vuelve a casa como un torbellino varias veces al a?o y nos deja pensando sobre nuestro mundo. ?La guionista Isabel V¨¢zquez se acuerda bien de Esther y su alrededor ¡°su vida, tan brit¨¢nica, y su est¨¦tica setentera, que me parec¨ªan el colmo desde mi perspectiva de ni?a de provincias¡±. No solo se acuerda de la protagonista, tambi¨¦n de su amiga Rita, ¡°tan divertida y descarada¡±. ¡°De ella aprend¨ª¡±, recuerda, ¡°que un pa?uelo atado pod¨ªa ser un top para combinar con vaqueros. Jur¨¦ vestirme as¨ª en cuanto tuviera ocasi¨®n. Y lo hice¡±.
El guardarropa de Esther no era ni de princesa ni burgu¨¦s, como el de la mayor¨ªa de las historietas que la hab¨ªan antecedido. El suyo era el de una chica moderna conectada con las tendencias del momento, que eran las de los a?os 70 y 80. Purita Campos era una gran conocedora de la moda y lleg¨® a tener una tienda en Barcelona donde se vest¨ªa la gauche divine. Su madre era modista y en su casa se le¨ªan Harper?s Bazaar y Vogue. Su ojo afinado le permiti¨® dibujar dise?ar un vestuario que a¨²n hoy asombra. Todos la ropa, la de ellos y la de ellas, ten¨ªa su por qu¨¦ y lanzaba un mensaje. Esther, orgullosa de sus pecas, llevaba, desde shorts para montar en bicicleta a camisas de campesina hippies pasando por vestidos con escote palabra de honor, gabardinas anchas con botines y las l¨®gicas minifaldas, que llevaban muy pocos a?os en el mercado. Su peinado caracter¨ªstico, con coleta y flequillo, desafiaba todo lo que o¨ªamos en casa: Esther iba peinada-despeinada y nosotros deb¨ªamos ir peinadas-peinadas.
El ¨¦xito de Esther en Espa?a sucedi¨® en el tiempo al de otra ni?a. Era argentina y se llamaba Mafalda. Tuvieron en com¨²n que ambas se convirtieron en personajes de la cultura popular del momento, pero hab¨ªa una diferencia clara. Mafalda (cuyas historias se publicaron del 64 al 73) ?quer¨ªa cambiar el mundo y Esther solo pretend¨ªa entender el suyo. La primera protestaba con mucho ingenio y nos hac¨ªa re¨ªr. Esther estaba satisfecha con su vida, pese a sus fallos, y nos hac¨ªa sonre¨ªr. Esther sembr¨® en muchas ni?as espa?olas la semilla de algo de lo que se apropiar¨ªan: las ganas de salir al mundo y de no quedarse quietas. Luchar por la paz mundial no era un plan, pero viajar a Inglaterra, s¨ª. Las lecturas de Enid Blyton, desde otro lugar, ya nos hab¨ªan animado a eso.
Aunque Esther estuvo a la venta, editada por Bruguera, desde 1974 a 1988, en esos a?os apenas creci¨®. Comenz¨® la serie con 13 a?os y la termin¨® con 16, sin llegar a ser adulta. Por el camino nosotras s¨ª lo hicimos, pero el talento de Campos logr¨® que el personaje siguiera teniendo inter¨¦s. En 2006 se retomaron sus historias en Las nuevas aventuras de Esther, en colaboraci¨®n con Carlos Portela; ella ya hab¨ªa crecido, Juanito era entrenador del Chelsea y todos se peinaban de manera diferente. Eran los mismos pero no eran iguales. Nosotros tampoco. En 2006 hab¨ªa muchos m¨¢s est¨ªmulos que en los 80 y aunque se vendieron muchos ejemplares el impacto social fue menor. En 2010 se reeditaron las historias de los 70 y 80 por la editorial Glenat y, como la nostalgia es una gran herramienta de marketing, se llegaron a vender 200.000 ejemplares Hoy siguen circulando en mercados de segunda mano ejemplares originales. En Internet, un se?or de Asturias vende la colecci¨®n entera de Esther y su Mundo por 600 euros.
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