Londres, la reina de las tendencias
Londres siempre ha decidido qu¨¦ ropa vestir, qu¨¦ m¨²sica escuchar y en qu¨¦ barrio vivir. El resto del mundo simplemente obedece.
El pasado s¨¢bado 2 de junio, coincidiendo con el puente festivo por el 60 aniversario de la coronaci¨®n de la reina, los modernos de Londres celebraron su propio Jubileo. En el festival Field Day, en Victoria Park, actuaron Metronomy, Sleigh Bells, Crocodiles, Kindness, Grimes¡Como dice Shun-Louis Bellini, periodista, consultor estil¨ªstico de marcas como Fred Perry y Adidas Originals, y persona a la que nadie en su sano juicio escatimar¨ªa el sustantivo (m¨¢s que el adjetivo) de moderno, ?la pregunta no es qui¨¦n actu¨®, sino qui¨¦n no actu¨®?. A pesar del fr¨ªo, muchas asistentes se atrev¨ªan con versiones de lo que, al parecer, ser¨¢ el uniforme del verano londinense: zapatos creepers (masculinos de cordones con?? suela extragruesa) con vaqueros de tiro alto recortados a medio muslo y camiseta descolorida. Ah¨ª estaban tambi¨¦n la inevitable Alexa Chung, vistiendo una variante de lo que ha llevado casi todo el invierno (jersey gordo de lana, shorts de cuero, parka militar, manicura en gris), Alexis Krauss, del d¨²o Sleigh Bells, como una actualizaci¨®n de Siouxsie Sioux, toda microshorts y minichupa con tachuelas, y Devont¨¦ Hynes, actual l¨ªder de la banda Blood Orange, con camisa estampada de pl¨¢tanos, gorra de cuero y un abrigo de mezclilla que la madre de cualquiera calificar¨ªa de ?gab¨¢n?: grandote, de manga rangl¨¢n, noventero.
Es interesante detenerse en Hynes porque este personaje ubicuo del este de Londres (el campo de juegos de los modernos de la capital brit¨¢nica en la ¨²ltima d¨¦cada) tiene la curiosa habilidad de reinventarse cada poco para acabar siempre en el centro de algo. La primera vez que se supo de ¨¦l fue hace seis a?os, cuando la explosi¨®n nu-rave, aquella oleada de revival de la escena madchester de los primeros 90, que acab¨® traduci¨¦ndose en un mont¨®n de camisetas de colores fl¨²or en los burros de saldos de H&M. Hynes lideraba entonces el tr¨ªo Test Icicles. Despu¨¦s, cuando el estallido folk, se recicl¨® en Lightspeed Champion y vest¨ªa como un primo enrollado de Steve Urkel, con chalecos acolchados de colores (eran los d¨ªas de titulares como ?el gafapasta es el nuevo cool?). Tras colaborar en el disco de Florence and the Machine, ahora, con Blood Orange, hace m¨²sica inspirada en Chris Isaak y Billy Idol y lleva estilismos que cruzan al Pr¨ªncipe de Bel Air con Duran Duran. Si alguien quiere saber qu¨¦ se va a llevar pr¨®ximamente, har¨ªa bien en seguir a Hynes. De hecho, Jay-Z, que sabe de estas cosas, lo ha fichado como consultor para su marca de ropa, Rocawear.
Londres siempre ha tenido personajes as¨ª, Zeligs de la tendencia, que encima tienen la pericia de hacer de esto su modo de vida. El periodista Robert Elms, que ahora presenta un programa de radio precisamente sobre Londres en la BBC, se pas¨® los 60, 70, 80 y parte de los 90 estando siempre donde tocaba y cazando cada moda antes de su ebullici¨®n. En sus memorias, tituladas The Way We Wore (Picador), con el subt¨ªtulo A Life In Threads [Una vida en hilos], cuenta sus transiciones a trav¨¦s de la ropa que llevaba en cada momento: de mod a skinhead, de suedehead (skins con pelo, fan¨¢ticos del ska y el f¨²tbol) a Bowie boy y despu¨¦s converso al punk. Una reencarnaci¨®n m¨¢s tarde, cuando bailaba en el club Blitz a principios de los 80 entre Boy George, Steve Strange y un jovenc¨ªsimo John Galliano, Elms conoci¨® a la cantante Sade, que entonces estudiaba moda en Central Saint Martins. Elms se convertir¨ªa en el cronista oficial de los new romantics.
El esp¨ªritu punk de los 80. El perro lleva collar de cuero y pinchos de Eddie Borgo.
Damon Baker
Casquete de Victoria Grant, cazadora y falda de cuero, todo de Loewe; jersey de tul con brocados de Emilio Pucci, sujetador de rejilla de Intimissimi.
Damon Baker
Todos los entrevistados para este reportaje est¨¢n de acuerdo en una cosa: es imposible que estas subculturas perfectamente tipificadas, que tan apasionadamente describe Elms en su libro, vuelvan a repetirse. Londres es y seguir¨¢ siendo motor de tendencias, pero a los medios les costar¨¢ m¨¢s ponerles un nombre y una cara. Don Stanley, director de la revista Dazed?&?Confused, que fundaron en los 90 el fot¨®grafo Rankin y Jefferson Hack, padre de la ¨²nica hija de Kate Moss, lo resume as¨ª: ?Londres todav¨ªa marca el ritmo en arte, m¨²sica y moda, junto a Nueva York, pero la ¨²ltima d¨¦cada se ha vivido el auge de una cultura hipster global y socialmente interconectada?.
Muchos espa?oles habr¨¢n ido recientemente en un viaje a Londres a comprar ropa vintage al Rokit de Brick Lane y discos a la tienda de Rough Trade que cae por all¨ª. Y con ese gesto no hacen sino confirmar todos los temores de los modernos londinenses. ?Brick Lane est¨¢ muerto, all¨ª solo van los turistas?, ironiza Bellini, tan de Londres que naci¨® en Mil¨¢n, de padre italiano y madre japonesa. ?l reside en Dalston, distrito oficial de los hipsters ¨Crepresentantes de la subcultura independiente¨C en la capital brit¨¢nica. La revista Vice dedic¨® al barrio el a?o pasado un falso reality titulado Dalston Superstars (que muchos creyeron real, como Spinal Tap pero con hipsters en lugar de heavies), una serie de v¨ªdeos publicados en su web en los que se satirizaba la vida de los veintea?eros de la zona: fot¨®grafos, estilistas, blogueros y una chica que se autocalifica como ?musa?. Aunque, igual tampoco hay que correr a conocer Dalston porque, ?lo adivinan?, tambi¨¦n est¨¢ muerto. O casi. ?Est¨¢ a punto de torcerse hacia el otro lado?, asegura Bellini. ?Hay un caf¨¦ pijo cada 100 metros y no paran de abrir bares que parece que est¨¢n bien, pero si te fijas, la decoraci¨®n est¨¢ un poco equivocada, la m¨²sica est¨¢ un poco equivocada, la gente est¨¢ un poco equivocada?, resume.
Laura-Jane Preston, cazadora de tendencias de la agencia WGSN que trabaja sobre todo en las calles de Londres, coincide con el diagn¨®stico de Bellini: ?Ahora es demasiado pulido y en Londres nos gustan los diamantes en bruto?. Preston, por cierto, se apunta a la teor¨ªa del hipster global: la gente que piensa y se viste igual ya no coincide en un bar; coincide en Tumblr. Pero a¨²n es posible trazar l¨ªneas que van de la calle a la corriente de popularizaci¨®n masiva. Un ejemplo: ?El ¨²ltimo gran look en emerger de las calles de Londres es seguramente el de las neo riot grrrls, que visten con creepers estilo burdel, pelo arco¨ªris y una est¨¦tica entre grunge y new wave. Exactamente lo que lleva Rihanna en el v¨ªdeo de We Found Love?, explica Preston. Por muy acabado que est¨¦ Dalston, a¨²n quedan cosas que excitan a sus residentes m¨¢s antiguos. Como comprar ropa, libros y m¨²sica en el Late Night Chameleon Cafe, una serie de tiendas tem¨¢ticas conectadas por una especie de bosque interior. O ser una de las 50 personas que consiguen entrar por rigurosa y exclusiva invitaci¨®n a un concierto de James Blake o de Grimes en una localizaci¨®n secreta.?
Tocado de Le Swing, collar con piedras de cristal de Mawi.
Damon Baker
¡®Glam¡¯, mirada a los 70. Look total con lentejuelas de plata de Givenchy by Riccardo Tisci, zapatos de Manish Arora, pulseras de cristal y cadena de? Alyssa Norton.
Damon Baker
Hay un equivalente neoyorquino de Dalston: el pujante Bushwick, anta?o una zona decr¨¦pita de Brooklyn y actualmente hogar de tiendas, caf¨¦s org¨¢nicos y fiestas alegales en almacenes abandonados. La columnista de The Guardian Hadley Freeman, que escribe cada semana una aguda columna que aparenta ser de consejos de estilo y en realidad respira una sana e ir¨®nica exasperaci¨®n con lo absurdo de las modas, naci¨® en Estados Unidos, creci¨® en Londres y vive en la actualidad entre la capital brit¨¢nica y Nueva York. Ella compara as¨ª a los modernos de ambas ciudades: ?El hipster de Bushwick suele referenciar una versi¨®n idealizada de Am¨¦rica, como un tipo del salvaje oeste, con la barba y las camisas de cuadros; le encanta decir que hace su propio queso y que solo escucha vinilos. El de Dalston, aunque tambi¨¦n pretencioso, no mira con tanta desaprobaci¨®n?. Por lo general, Freeman cree que en Londres ?hay m¨¢s libertad para experimentar, aunque no salga bien el experimento?, y que la fama de la ciudad de potenciar el lado m¨¢s callejero de la moda est¨¢ bien merecida.
Londres no solo genera tendencias, sino que las rentabiliza. Ese es el mensaje que traslada Daniel C¨®rdoba-Mendiola, analista y fundador de la agencia de coolhunting The Hunter, con sedes en Londres y Barcelona. ?Aqu¨ª estar a la ¨²ltima da dinero. Adem¨¢s, a diferencia que Berl¨ªn o Nueva York, la ciudad entera est¨¢ volcada hacia lo nuevo. Y para nosotros adem¨¢s de inspiraci¨®n es negocio, las empresas invierten en servicios como los nuestros?, asegura. Para ello en The Hunter cuentan con corresponsales en las 25 ciudades del mundo que consideran punteras, expertos que filtran la informaci¨®n y lo que llaman ?embajadores de segmento?, para cada ¨¢rea: moda, belleza, tecnolog¨ªa¡
Minimalismo de los 90. Vestido de punto blanco de Hussein Chalayan, gabardina de Maison Martin Margiela, botas de Dr. Martens, bomb¨ªn de L¡¯Arca de l¡¯?via.
Damon Baker
Vestido de punto blanco de Hussein Chalayan, gabardina de Maison Martin Margiela, botas de Dr. Martens, bomb¨ªn de L¡¯Arca de l¡¯?via.
Damon Baker
Un ejemplo claro ser¨ªa el de Asos, el emporio de la moda brit¨¢nica (y muy centrado en captar las tendencia de Londres espec¨ªficamente, seg¨²n explica Bellini) que, en menos de una d¨¦cada, ha pasado de ser una web que vend¨ªa prendas parecidas a las de las famosas a forjarse como marca que ha superado en influencia a la cl¨¢sica Topshop. Ambas, Topshop y Asos, se han especializado en traducir al gran p¨²blico las tendencias que se cocinan en sitios como el Late Night Chameleon Cafe, quit¨¢ndoles las aristas y haci¨¦ndolas m¨¢s asequibles. Un estudio econ¨®mico sobre las 100 mejores empresas brit¨¢nicas, seg¨²n The Times, analiza el ¨¦xito de Asos y explica c¨®mo a la firma le cuesta dinero invertir en una tendencia particularmente arriesgada: hace a?o y medio apostaron por los zapatos creepers en vez de seguir vendiendo los botines de tachuelas, al estilo de Isabel Marant, que todo el mundo quer¨ªa. Ganaron. Pero, si hacen la apuesta adecuada, la curva de beneficio se va acelerando. En algunos casos, no les hace falta tener paciencia. La colecci¨®n de prendas limitadas que crearon en colaboraci¨®n con los alumnos del London College of Fashion se vendi¨® por completo en apenas cinco horas. Su ciclo de producci¨®n les obliga no ya a estar al d¨ªa, sino a anticiparse: durante el invierno de 2012 trabajaron en el stock del verano de 2013.
Para C¨®rdoba-Mendiola, que vive en Shoreditch, Londres es el verdadero foco global de las tendencias que despu¨¦s se trasplantan al resto del mundo. Por algo aterrizan all¨ª cada a?o millones de j¨®venes de todo el mundo dispuestos a hacer algo con sus vidas, aunque tengan que pagar 550 libras por una habitaci¨®n en un piso compartido de Dalston. Hace dos a?os, habr¨ªan pagado 400 libras.
Los eternos ¡®sixties¡¯. Casquete de rafia de Nina Ricci, vestido de Blumarine.
Damon Baker
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