El caso Hildegart: por qu¨¦ nos obsesionan las madres asesinas
Las filicidas, como Aurora Rodr¨ªguez o Rosario Porto, perturban todos los esquemas sociales y generan horror y fascinaci¨®n.
De no haber sido asesinada por su madre, hoy hubiera podido cumplir 106 a?os Hildegart Rodr¨ªguez Carballeira. No es f¨¢cil llegar a esa edad, pero nada era ordinario en esa ni?a que naci¨® el 9 de diciembre de 1914. Empezando por su nombre. Su madre, la socialista gallega Aurora Rodr¨ªguez Carballeira, se lo dio porque hab¨ªa le¨ªdo que significaba en alem¨¢n ?jard¨ªn de sabidur¨ªa?. La ni?a Hildegart lo compartir¨ªa con la m¨ªstica, fil¨®sofa y m¨¢rtir cristiana Hildegarda de Bingen.
Tampoco sus or¨ªgenes eran muy corrientes. Presa de un delirio eugen¨¦sico muy propio de la ¨¦poca, Aurora pas¨® a?os seleccionando al hombre que habr¨ªa de inseminarla para crear una criatura que redimir¨ªa al mundo y definir¨ªa a la mujer del futuro. Al llegar a los 35, Aurora encontr¨® al semental adecuado para tan delicada misi¨®n, un sacerdote castrense de Lleida, Albert Pall¨¤s Montseny, al que sedujo sabiendo que no reclamar¨ªa la paternidad.
La historia de Hildegart es bien conocida y nadie se resiste a seguir relat¨¢ndola porque m¨¢s de un siglo despu¨¦s sigue dejando incr¨¦dulo a quien la escucha. Almudena Grandes la novela en su ¨²ltimo libro, La novia de Frankenstein, Fernando Arrabal le dedic¨® la obra La virgen roja y Fernando Fern¨¢n G¨®mez cont¨® la historia de las dos mujeres en una pel¨ªcula escrita por Rafael Azcona, Mi querida hija Hildegart, basada en el libro del periodista anarquista Eduardo de Guzm¨¢n.
Una vez tuvo su ?mu?eca de carne?, Aurora se dedic¨® a perfeccionar su criatura. La someti¨® a un r¨¦gimen educativo intenso y severo y tuvo la suerte ¨Cella lo atribu¨ªa a su trabajo de selecci¨®n gen¨¦tica¨C de que la ni?a mostraba aptitudes. Se dice (imposible separar la realidad de la leyenda) que la peque?a Hildegart le¨ªa antes de los dos a?os y sab¨ªa mecanografiar antes de los cuatro. A los diez hablaba alem¨¢n, ingl¨¦s y franc¨¦s y a los once a?os ya impart¨ªa conferencias sobre sexualidad y feminismo. A los 14 a?os empez¨® a militar en el Partido Socialista, como su madre. Se licenci¨® en Derecho antes de cumplir los 18, la graduada m¨¢s joven de Espa?a, y escrib¨ªa columnas y art¨ªculos desde los 14. Y aunque muri¨® a los 19, le dio tiempo a escribir 15 libros sobre sexolog¨ªa, filosof¨ªa y pol¨ªtica, y a relacionarse con el novelista H.G. Wells, al que hizo de gu¨ªa por Madrid, con Jos¨¦ Ortega y Gasset y con Gregorio Mara?¨®n, con quien trabaj¨® en la Liga Mundial para la Reforma Sexual.
El 9 de junio de 1933 toda esa inveros¨ªmil trayectoria se acab¨®, cuando Aurora le dispar¨® tres tiros en la cabeza y uno en el coraz¨®n mientras dorm¨ªa. La ni?a estaba creciendo, le llevaba la contraria y adem¨¢s se empe?aba en buscarse novios, aunque muri¨® virgen. En el Archivo General de la Administraci¨®n se conserva el expediente por parricidio, que incluye una foto del cad¨¢ver de Hildegart e im¨¢genes de Aurora durante su juicio y en la c¨¢rcel de mujeres de Ventas.
Casi un siglo despu¨¦s del asesinato, otro caso tan escabroso e igual de fascinante para los medios recuerda a aquello. Tambi¨¦n Rosario Porto, que se ahorc¨® en su celda de la prisi¨®n de ?vila hace apenas un par de semanas, quiso hacer con su hija Asunta algo m¨¢s que criarla. Todos los que conocieron a la familia cuando eran un n¨²cleo de la burgues¨ªa compostelana y no los protagonistas del ?caso Asunta? notaban el af¨¢n de la madre por repetir de alguna manera lo que hab¨ªan hecho con ella, un proyecto de hija ¨²nica que demostrase al mundo el poder¨ªo de la familia y su buen gusto. La ni?a, seg¨²n volvi¨® a relatar recientemente Manuel Jabois en una de sus cr¨®nicas dedicadas al tema, estudiaba ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, chino, ballet y piano. En 2015, un jurado popular declar¨® culpables a Rosario y a su marido, Alfonso Basterra, de asesinar a su hija Asunta. Tres indicios se acumulaban en su contra: las cuerdas halladas en la casa de Teo, similares a las que sirvieron para matar a la ni?a, las cantidades de lorazepam que encontraron en la sangre de Asunta y el ordenador de Alfonso Basterra, que hab¨ªa sido manipulado tras la muerte.
Aunque no son frecuentes, todos los a?os se suceden casos de filicidios a cargo de madres y madrastras. En la mayor¨ªa, la opini¨®n p¨²blica encuentra una explicaci¨®n tranquilizadora en el desequilibrio mental, algo que explique el acto monstruoso de una madre matando a sus propios hijos. Eso sucedi¨® en el caso de Godella el a?o pasado, en el que Mar¨ªa, la madre, arroj¨® a sus dos hijos de cinco meses y tres a?os a una fosa s¨¦ptica crey¨¦ndolos pose¨ªdos. Los forenses dictaminaron que la madre padec¨ªa una descompensaci¨®n mental de tipo psic¨®tico ¨Cella y su pareja se cre¨ªan perseguidos por el gobierno y por los extraterrestres¨C y, de hecho, no ser¨¢ sometida a juicio. Hay otros casos de ese tipo y, aunque causan gran conmoci¨®n durante unos d¨ªas en los medios, se van diluyendo en la memoria. En 2017, una mujer de Llucmajor (Mallorca) ahorc¨® a su hija de 18 meses y despu¨¦s se suicid¨®. Un a?o antes otra madre con antecedentes psiqui¨¢tricos de Aranjuez (Madrid) acab¨® con la vida de su hija de cinco a?os despu¨¦s de anunciarlo en su chat de WhatsApp del colegio.
En su libro Las madres no, que explora un caso de infanticidio en el que una madre asesina a sus beb¨¦s mellizos y otra madre que la conoci¨® de lejos en su juventud se obsesiona con el caso, Katixa Agirre habla de esos casos como ?tautolog¨ªa perfecta?. Es as¨ª como el infanticidio queda exento de castigo en pa¨ªses como Canad¨¢: ?Tan solo se necesita una prueba del trastorno mental, cualquier cosa que certifique que el embarazo, el parto o la lactancia la han dejado completamente chiflada. ?Y qu¨¦ prueba suele esgrimirse? ?Pues que ha matado a su criatura! ?Qu¨¦ m¨¢s quieres??.
Los casos de Hildegart y Asunta no son tan f¨¢ciles de consignar al territorio de la psiquiatr¨ªa porque las madres aparentaron cordura e integraci¨®n social casi hasta el final. Adem¨¢s, est¨¢ el asunto de sus cuerpos. A los 19 a?os una y a los 13 la otra, estaban muy lejos de ser beb¨¦s. Y eran criaturas a todas luces brillantes.
Rosario intent¨® suicidarse varias veces hasta que lo logr¨®, dejando a Alfonso Basterra como ¨²nico superviviente de esa familia que fue mod¨¦lica (Asunta fue la primera ni?a china adoptada en Santiago de Compostela y los tres aparecieron en numerosos reportajes) y despu¨¦s se torn¨® tr¨¢gica.
Aurora, que, como suele explicar Almudena Grandes, termin¨® siendo el sue?o pervertido de la mujer republicana independiente y militante, tuvo que sobrevivir a su hija 22 a?os. La asesin¨® en 1933 y muri¨® de c¨¢ncer en 1955 en el psiqui¨¢trico de Ciempozuelos y, al parecer, dando alaridos de dolor. No se fug¨® de la c¨¢rcel de Ventas, como se recoge en las obras de Arrabal y Fern¨¢n G¨®mez, y no se arrepinti¨® nunca de acabar con su hija. Como ha explicado la novelista en varias entrevistas, ?su delirio de grandeza le hac¨ªa pensar que ten¨ªa derecho a matarla (¡) Hildegart fue v¨ªctima de su propia ideolog¨ªa criminal, la eugenesia?.
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