La verdadera ¨®pera tr¨¢gica de Maria Callas: ?Su madre intent¨® prostituirla durante la ocupaci¨®n nazi?
Hablamos con Lyndsy Spence, autora de ¡®Cast a diva¡¯, un nuevo libro sobre la cantante que saca a la luz material biogr¨¢fico de primera mano y ofrece revelaciones sobre su vida.
¡°Est¨¢s muerta para m¨ª. Espero que tengas c¨¢ncer de garganta¡±. La frase se la encontr¨®, manuscrita en un griego anticuado, la bi¨®grafa Lyndsy Spence en una de las cartas que Evangelia Dimitriadou le escribi¨® a su hija, Maria Callas. La cantante es una de esas figuras sobre las que parece imposible decir nada nuevo. Hace poco m¨¢s de tres a?os se estren¨® el documental Maria by Callas y existen decenas de biograf¨ªas y libros en torno a ella, incluida una que escribi¨® otra griega poderosa, Arianna Huffington. Sin embargo, en junio se publicar¨¢ un nuevo libro, Cast a diva, escrito por Spence y publicado por The History Press, que s¨ª aporta revelaciones sobre la vida de la cantante. La autora tuvo acceso a decenas de cartas que Callas escribi¨® a su padrino, con su mejor amigo, Leo Lerman, y con muchos de sus colegas de esa ¨¦poca.
El libro no entierra ninguno de los clich¨¦s que suelen circular sobre Callas (la tragedia griega, la vida que supera el drama de cualquier ¨®pera, el ¨¦xito que no trae la felicidad, etc¨¦tera) pero s¨ª sirve para resituar a la diva con cierta ¨®ptica feminista, vi¨¦ndola como una mujer m¨¢s, una v¨ªctima de su ¨¦poca. ¡°Cuando ella viv¨ªa en Italia y estaba casada con Giovanni Menenghini [su m¨¢nager, con el que se cas¨® en 1949, cuando ella ten¨ªa 26 a?os y ¨¦l 53] en el escenario era una diva, pero en casa era la se?ora Menenghini. No ten¨ªa ning¨²n derecho, ella era propiedad de su marido, como cualquier otra mujer. Estando casada con ¨¦l, se qued¨® embarazada de Arist¨®teles Onassis y trat¨® desesperadamente de conseguir un divorcio americano antes de que naciera el ni?o, porque de lo contrario hubiera pertenecido a Menenghini seg¨²n la ley italiana. Desgraciadamente, perdi¨® el beb¨¦ y ese era otro de mis objetivos. Desmentir del todo el rumor de que existi¨® un hijo secreto de Callas y Onassis¡±, explica por tel¨¦fono Spence, que vive en Irlanda del Norte y es tambi¨¦n autora de un libro dedicado a la vida escandalosa de la duquesa de Argyll, adem¨¢s de fundadora de un grupo de estudio dedicado al legado de las hermanas Mitford.
La bi¨®grafa consigui¨® acceso a estos materiales de primera mano por una combinaci¨®n de suerte y profesionalidad. ¡°No quiero sonar desde?osa, pero muchos bi¨®grafos se basan en libros ya publicados o en recortes de peri¨®dico¡±, dice. Durante el confinamiento, logr¨® que el archivo de la Universidad de Stanford le escanease y le enviase un archivo que conten¨ªa muchos documentos in¨¦ditos del historial m¨¦dico de Callas y las cartas que se escrib¨ªa con su padrino, Leonidas Lantzounis. Logr¨® tambi¨¦n hacerse con otro conjunto de correspondencia que est¨¢ en la Universidad de Columbia y con las cartas que se cruzaba con su madre, que ten¨ªa otro bi¨®grafo italiano de Callas, Renzo Allegri. Adem¨¢s, encontr¨® documentos cotidianos muy reveladores como los men¨²s que escrib¨ªa y las instrucciones que daba a su criada para que, por ejemplo, le hornease pan los viernes. Ese pan, escrib¨ªa Callas, era para olerlo, no para com¨¦rselo, puesto que se hab¨ªa impuesto una dieta hiperestricta para no volver jam¨¢s a ser obesa como lo hab¨ªa sido en su adolescencia.
La cantante, asegura Spence, era muy franca en su correspondencia. ¡°En ese sentido, ella era muy moderna¡±, dice. Por lo que el material sirve para arrojar luz sobre algunos asuntos que planean sobre la leyenda Callas, como el hecho de que su madre intentara prostituirla con soldados nazis durante la ocupaci¨®n alemana de Grecia en la Segunda Guerra Mundial. ¡°Callas siempre sostuvo que con ella no lo logr¨®, pero parece claro que s¨ª lo hizo con Jackie, la hermana de Maria. En los a?os cuarenta, cuando las tres estaban ya instaladas en Nueva York, ella necesita dinero para pagar las clases de canto de Maria y ofrece a la hija mayor, que ya ten¨ªa 19 a?os, para que haga favores sexuales al casero¡±.
Una de las revelaciones que m¨¢s ha llamado la atenci¨®n del libro es la idea de que Onassis en algunas ocasiones pudo drogarla para violarla, como se public¨® hace unos d¨ªas en The Guardian. Spence matiza que sus declaraciones est¨¢n algo ¡°sacadas de contexto¡± en ese art¨ªculo. ¡°A Onassis le gustaba tomar medicaci¨®n para colocarse y otras cosas. Eran parte de su estilo de vida. Tomaba Mandrax, un sedante hipn¨®tico compuesto por metacualona [como los famosos quaaludes, la droga festiva de los a?os setenta] que relaja el sistema nervioso. Maria Callas se aficion¨®, las tomaba voluntariamente, pero est¨¢ claro que ¨¦l las usaba para hacer con ella cosas que ahora clasificar¨ªamos como violaci¨®n con droga. La terminolog¨ªa ha cambiado¡±.
A?os m¨¢s tarde, cuando se agravaron los s¨ªntomas de la enfermedad neuromuscular que la cantante padeci¨® desde los a?os cincuenta, volvi¨® al Mandrax, pero para entonces ya era ilegal en Francia, donde viv¨ªa, y depend¨ªa de que su hermana Jackie se lo enviase por correo desde Atenas. ¡°Creo que a la hermana le gustaba verla as¨ª, necesitada. Incluso cuando estaba ya en el lecho de muerte, Jackie dec¨ªa: ¡°mira Maria, ella que siempre lo tuvo todo¡±. Ten¨ªa verdadero resquemor¡±. Esa fue solo una de las muchas traiciones que Callas sufri¨® en vida, junto a la de su madre, que en las cartas que aparecen en el libro no para de extorsionar a su hija, amenaz¨¢ndola con contar historias suyas a la prensa si no le da m¨¢s dinero. ¡°?Sabes esos artistas de cine de origen humilde que se hacen ricos? en su primer mes, se gastan todo el dinero en comprar una casa a sus padres y mimarlos con lujos. ?Qu¨¦ tienes que decir de eso, Maria?¡±, le escribe.
A Callas tambi¨¦n le fallaron su marido, ¡ªque nunca consinti¨® que ella se quedase embarazada, su gran deseo, por no perder un a?o de contratos, y que m¨¢s tarde malgast¨® todo lo que ella gan¨®¡ª, y por supuesto, Onassis. En el libro, Spence traza una l¨ªnea del tiempo bastante clara de c¨®mo funcion¨® el tri¨¢ngulo Onassis-Kennedy-Callas. ¡°Jackie y Onassis se ve¨ªan desde mucho antes de casarse en 1968. Cinco meses despu¨¦s del asesinato de John Kennedy, en 1963, el griego ya le pagaba un apartamento a Jackie en Nueva York¡±, explica. El compromiso de boda entre el multimillonario y la Viuda de Am¨¦rica sucedi¨® apenas unos d¨ªas despu¨¦s de que Callas y Onassis tuvieran una gran pelea en Londres. ?l hab¨ªa estado jugando con ella y contando a la prensa francesa que se iba a casar con Callas. Tras la discusi¨®n, ¨¦l se fue a Estados Unidos y escribi¨® con sus abogados el alambicado contrato de boda que le unir¨ªa a Jackie y ella se refugi¨® en Par¨ªs, donde se enter¨® del compromiso a trav¨¦s de un mayordomo de Onassis. ¡°Al contrario que en otras rupturas que hab¨ªan tenido, esa vez ella no se escondi¨®. Se maquill¨®, se puso un abrigo de vis¨®n y se fue a un estreno de cine¡±, explica la bi¨®grafa, quien asegura que se ha guardado algunos detalles relacionados con Onassis ¡°que hubieran atra¨ªdo demasiada atenci¨®n de los tabloides¡±.
La relaci¨®n que ella misma ha establecido con Callas tras dos a?os viviendo en sus cartas es de total intimidad. ¡°Hay veces que le¨ªa y pensaba: Maria, pero ??c¨®mo haces esto?!. Me siento protectora con ella pero tambi¨¦n ten¨ªa que ser objetiva e ¨ªntegra con ella y con todos los personajes. No es todo blanco o negro¡±. Su tono se vuelve m¨¢s grave cuando describe la muerte de Callas. ¡°Me da mucha rabia cuando se dice que muri¨® porque ten¨ªa el coraz¨®n roto¡±. En 1977 una Callas muy fr¨¢gil viv¨ªa en su apartamento de Par¨ªs, totalmente dependiente de su hermana y de su acompa?ante, Vasso Devetzi, que le administraban las drogas. ¡°Ella hab¨ªa tenido tanto instinto de supervivencia. Pero en ese momento su vida estaba muy vac¨ªa. Sus amigos se estaban muriendo, ella solo intentaba llegar al final de cada d¨ªa. No creo que quisiera morir, pero s¨ª quer¨ªa liberarse¡±.
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