Marta, por Ana Pastor
?Seg¨²n la OMS, las muertes por violencia de g¨¦nero en el mundo tienen ya proporci¨®n de epidemia. En Espa?a, en los ¨²ltimos 10 a?os han fallecido 703 mujeres?
Marta es una mujer andaluza rubia que ronda los 50 a?os, pero su mirada habla de tantas vidas como de resurrecciones en un mismo cuerpo. Marta viv¨ªa una supuesta vida. Marta sufr¨ªa sabi¨¦ndolo y sin saberlo. Su marido, farmac¨¦utico, nunca le hab¨ªa puesto una mano encima, pero se hab¨ªa encargado de humillarla lo suficiente como para tener malos presentimientos.
Ella misma cuenta que aquel d¨ªa que sali¨® a la calle para comprar se fij¨® en la matr¨ªcula del coche que estaba a punto de pasarle por encima y destrozarle las piernas. Era ¨¦l. Hab¨ªa vuelto para vengar la ruptura del matrimonio y para matarla. No pudo a la primera. As¨ª que sali¨® del coche, sac¨® un cuchillo, se agach¨® hacia el cuerpo maltrecho de Marta y le asest¨® 16 pu?aladas. Pero de nuevo sus planes se vieron truncados. Aquella mujer abatida en el suelo no hab¨ªa demostrado a¨²n todo de lo que era capaz. Todav¨ªa le quedaban potentes latidos de valent¨ªa. Y cuatro h¨¦roes an¨®nimos, cuatro hombres, pararon aquella masacre en plena calle.
Marta pas¨® casi dos meses en el hospital y cuando despert¨® en la UVI, sin saber a¨²n si iba a vivir o morir, no dio cr¨¦dito a lo que estaba escuchando. Su propia madre le reproch¨® ?el numerito? que hab¨ªa montado para avergonzar a la familia. La v¨ªctima convertida en culpable.
El mundo al rev¨¦s. Todo esto ocurri¨® hace 13 a?os, en el a?o 2000. El ¨²nico responsable de aquella atrocidad pas¨® 11 a?os en la c¨¢rcel y ya est¨¢ fuera sin haberse arrepentido. Ella vive ocult¨¢ndose y luchando contra nuevos malos presentimientos. ?l vive en libertad. El mundo al rev¨¦s. Ella pidi¨® la pulsera telem¨¢tica el a?o pasado para sentirse segura. No se la concedieron porque su caso es anterior a la aprobaci¨®n de la ley contra la violencia de g¨¦nero. ?l vive en libertad. El mundo al rev¨¦s. Ella tiene que vivir separada de sus dos hijas para poder protegerlas. Eran ni?as cuando todo ocurri¨®. ?l las ha perdido. Ella es una mujer valiente. ?l, un cobarde que todav¨ªa no ha desistido en su empe?o de hacer da?o. Ella da la cara. ?l se esconde. Ella es la protagonista de un fant¨¢stico documental titulado La maleta de Marta, del director austriaco afincado en Espa?a G¨¹nter Schwaiger, en el que se escupen verdades que duelen.
Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), las muertes por violencia de g¨¦nero en todo el mundo tienen ya proporci¨®n de epidemia. Poca broma. En Espa?a, en los ¨²ltimos 10 a?os y mientras escribo este art¨ªculo, han fallecido 703 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Solo un 10% de las asesinadas este ¨²ltimo a?o hab¨ªa presentado denuncia previa. Seg¨²n los expertos, eso habla de la poca conciencia de peligro que a veces tienen las v¨ªctimas. Pero lo cierto es que ninguna podr¨¢ mostrar ya, como Marta, las cicatrices del miedo. Cicatrices en las palmas de las manos que intentaron parar el cuchillo, cicatrices gigantes en el abdomen que se arrastraba para huir, cicatrices que rodean a¨²n un cuello que se sostuvo a pesar de todo.
Costurones reales pero, afortunadamente, hechos en un cuerpo que hoy sigue latiendo. Lo que m¨¢s me conmueve del testimonio de Marta Anguita es la apelaci¨®n directa y al est¨®mago que nos hace a todos: ?Me estoy jugando la vida dando la cara en este documental. Y solo espero que la sociedad responda?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.