Martin Munk¨¢csi, el padre de la fotograf¨ªa de moda
Con motivo del 120 aniversario de su nacimiento, recordamos al fot¨®grafo que dio movimiento y espontaneidad a las revistas de moda.
Antes que Irving Penn, antes que el mism¨ªsimo Avedon, estuvo ¨¦l. Hablamos de Martin Munk¨¢csi, un h¨²ngaro nacido el 18 de mayo hace 120 a?os que consigui¨® poner el mundo de la fotograf¨ªa de moda patas arriba.
Su primera aportaci¨®n vendr¨ªa un d¨ªa nublado de 1933 en Long Island. Carmel Snow, la que era por aquel entonces editora de Harper¡¯s Bazaar USA, hab¨ªa decidido rehacer las im¨¢genes para un tema que se publicar¨ªa en el n¨²mero de diciembre. Esa jornada parec¨ªa poco apropiada para inmortalizar a la socialit¨¦ Lucille Brokaw en traje de ba?o. ¡°Estaba azul del fr¨ªo¡± recuerda Snow en sus memorias. Mediante gestos y sin saber hablar ingl¨¦s, Munk¨¢csi dio a entender a la modelo que se acercase corriendo hacia la c¨¢mara. Con mayor temperatura en el cuerpo, el fot¨®grafo tom¨® unas instant¨¢neas que pasar¨ªan a la posteridad. Y no precisamente por su cuidada est¨¦tica.
Las im¨¢genes de? Martin Munk¨¢csi, borrosas y en absoluto glamourosas, se encontraban m¨¢s cerca del fotoperiodismo que de la trabajada y r¨ªgida pose de estudio a la que estaba acostumbrada la fotograf¨ªa del momento. Cuando se public¨® el n¨²mero, no se hab¨ªa visto antes nada parecido en una revista de moda. No hab¨ªa detalles, hab¨ªa espontaneidad. ¡°No fue una sesi¨®n de fotos especialmente bonita, la ropa ni siquiera se ve¨ªa bien. Pero expresaba movimiento, vida y moda. Ella era la imagen del verano y de la juventud¡± escribi¨® un editor de Vogue m¨¢s tarde.
Estas fotograf¨ªas trajeron un soplo de aire fresco que respond¨ªa a los nuevos tiempos, los mismos en los que la ropa deportiva y las l¨ªneas ready-to-wear le estaban ganando el pulso a una cada vez m¨¢s moribunda alta costura. Se requer¨ªa un nuevo tipo de est¨¦tica para vender un nuevo tipo de ropa, y la visi¨®n de Munk¨¢csi encajaba a la perfecci¨®n en el estilo de vida que ahora se propon¨ªa.
Cuando Hearst, el propietario de la revista, vio las fotos, pens¨® que su editora se hab¨ªa vuelto loca. Pero la testarudez de Carmel Snow consigui¨® un contrato para el fot¨®grafo que en principio rechaz¨® por seguir viviendo en Berl¨ªn, donde trabajaba para Ullstein Press. Sin embargo, ser jud¨ªo y residir en Alemania entre 1933 y 1934 no era un panorama demasiado alentador, por lo que Munk¨¢csi decidi¨® hacer las maletas y trasladarse a los Estados Unidos. Adem¨¢s de Harper¡¯s Bazaar, colabor¨® con otras publicaciones como Life, Good Housekeeping o Town and Country, convirti¨¦ndose en uno de los fot¨®grafos mejor pagados. En 1936 ganaba 100.000 d¨®lares, cuando la media de una familia americana estaba en los 4.000. Se construy¨® una lujosa casa en Long Island donde ten¨ªa como vecino al capo de la mafia Frank Costello y cuadros de Rubens y Tintoretto colgando en su sal¨®n.
A pesar de su ¨¦xito, sus comienzos fueron dif¨ªciles. Nacido como M¨¢rton Mermelstein en 1896 en Transilvania, su padre decidi¨® cambiar el nombre de la familia a Martin Munk¨¢csi para protegerla del creciente anti-semitismo. Tras dejar su hogar a los 16 a?os, se traslad¨® a Budapest, donde inici¨® su carrera como poeta y periodista. Este autodidacta tambi¨¦n hizo marca enseguida como fotoperiodista profesional y fot¨®grafo de deportes, algo que marcar¨ªa el estilo de todas sus im¨¢genes. Una en especial, tomada en 1930 a tres chicos ba?¨¢ndose junto al lago Tanganika, produjo tal impresi¨®n al fot¨®grafo Cartier-Bresson que seg¨²n ¨¦l ¡°fue la ¨²nica foto que me influy¨®¡±, como coment¨® en 1977.
El franc¨¦s no fue el ¨²nico fot¨®grafo que admir¨® a Martin Munk¨¢csi. Stieglitz ya le hab¨ªa hablado a un nada receptivo Cond¨¦ Nast sobre el trabajo del h¨²ngaro. Entre sus sucesores, Richard Avedon fue uno de sus mayores seguidores. De hecho, una de sus im¨¢genes m¨¢s m¨ªticas, en las que aparece una mujer en la plaza Fran?ois-Premier de Paris con los pies en el aire enfundada en un abrigo y con un paraguas en la mano, lleva el nombre en honor a una imagen muy parecida que el h¨²ngaro hab¨ªa inmortalizado a?os atr¨¢s. Avedon alab¨® su estilo cuando escribi¨® que Munk¨¢csi ¡°trajo? un soplo de felicidad, honestidad y amor hacia las mujeres a lo que fue, antes de ¨¦l, un arte sin amor, sin alegr¨ªa y moribundo¡±.
Adem¨¢s de ser un visionario en la moda (fue de los primeros en sacar un desnudo en una revista del sector), traslad¨® este dinamismo a Hollywood. En vez de r¨ªgidas poses, las estrellas se mostrar¨ªan ante su c¨¢mara en pleno movimiento, como aparece Fred Astaire en un retrato suyo de 1936, con los brazos en alto y apoyado sobre la punta de un pie.
Su ¨²ltima imagen en Harper¡¯s Bazaar fue en julio de 1962, un a?o antes de morir de un fallo en el coraz¨®n. Mostraba una mujer en la playa con los mismos ingredientes que aquella premonitoria sesi¨®n fotogr¨¢fica de 1933. ¡°Nunca hagas posar a tu sujeto. D¨¦jalo moverse libremente. Todas las grandes im¨¢genes son instant¨¢neas¡± advirti¨® Munk¨¢csi en su c¨¦lebre art¨ªculo ¡°Piensa mientras disparas¡± en 1935. Una visi¨®n que siguieron los directores de arte Alexander Liberman desde Vogue y Alexey Brodovitch desde Harper¡¯s Bazaar y sin la cual ser¨ªa muy dif¨ªcil entender la fotograf¨ªa de moda como existe hoy en d¨ªa.
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