Las mascarillas ser¨¢n un accesorio de moda: ?hay un dilema ¨¦tico?
Numerosos dise?adores est¨¢n poniendo a la venta mascarillas de dise?o y ya protagonizaban desfiles antes de la pandemia. ?Deben ser s¨ªmbolo de estilo e individualidad ahora que las llevamos a diario?
Los primeros paseos en esta fase inicial de desescalada, adem¨¢s de desengrasar el cuerpo y aliviar el confinamiento, sirven para perfilar un primer boceto de c¨®mo ser¨¢ la bautizada como nueva normalidad. Un escenario a¨²n desconocido que de normal tendr¨¢ poco y que dejar¨¢ atr¨¢s los efusivos saludos entre conocidos que se encuentran por casualidad incorporando nuevas rutinas que todav¨ªa resultan de pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n. Los rostros a medio cubrir por las mascarillas son el s¨ªmbolo m¨¢s claro e inequ¨ªvoco de una nueva realidad en la que no solo toca protegerse por seguridad propia, sino como gesto de solidaridad colectiva.
Las mascarillas han llegado para quedarse y mientras los expertos se?alan que las usaremos durante al menos un a?o, hasta que se desarrolle una vacuna, los analistas de moda se preguntan si elegir una puede convertirse en algo tan cotidiano como comprarse unas gafas de sol con la intenci¨®n de filtrar los rayos ultravioleta o hacerse con un abrigo para resguardarse del fr¨ªo. ¡°?Significa que entonces deber¨ªan convertirse en una declaraci¨®n de moda? ?O son m¨¢s bien un s¨ªmbolo de solidaridad y pacto social?¡±, se pregunta la reputada cr¨ªtica de moda de The New York Times, Vanessa Friedman. Probablemente ser¨¢n ¨Co ya son¨C las dos cosas.
Su uso es obligatorio en el transporte p¨²blico y recomendable en cualquier espacio concurrido, por lo que forman parte de un nuevo uniforme urbano que incluye guantes de l¨¢tex y otorga a bolsos, o bolsillos, la funcionalidad imprescindible de albergar un botecito de gel hidroalcoh¨®lico. Parece entonces l¨®gico emplear cierto esfuerzo en elegir un modelo que no solo se adapte a las necesidades de protecci¨®n, sino tambi¨¦n a los gustos individuales. Adem¨¢s de diferenciar entre higi¨¦nicas, quir¨²rgicas y de alta eficacia, siendo las primeras una mera barrera autorizada por el Gobierno ante la falta de mascarillas autofiltrantes, cabe discernir entre la variedad de dise?os de tela que est¨¢n lanzando las firmas de moda. Algunas sirven como cobertura est¨¦tica de las sanitarias, otras tienen la misma eficacia que las caseras (evitan contagiar, pero no protegen a su portador) e incluso hay modelos que incluyen un filtro desechable. Decantarse por una mascarilla estampada, en lugar de la cl¨¢sica blanca o azul de farmacia, no es balad¨ª. ¡°Quiz¨¢s, cuanto m¨¢s bonitas y apetecibles sean, m¨¢s gente estar¨¢ dispuesta a llevarlas¡±, se?ala Robin Givhan en un completo ensayo al respecto publicado en The Washington Post.
Como cualquier prenda que elegimos al vestirnos por las ma?anas, la mascarilla sirve como declaraci¨®n de individualidad en un momento en el que la expresi¨®n facial queda reducida a la mirada. ?Las mascarillas cumplir¨¢n una doble funci¨®n: de protecci¨®n, orientada a salvaguardar a los individuos de los riesgos del contagio, y de proyecci¨®n, destinada a expresar la identidad y el estilo de las personas. Es inevitable que, al convertirse en elemento delineador de nuestra apariencia, muchas personas opten por ¡®glamourizarlas¡¯ y adaptarlas al relato asociado a su personalidad?, explica Laura Su¨¢rez, doctora en filosof¨ªa y profesora de sociolog¨ªa de la moda en IADE.
De ah¨ª que sean ya numerosas marcas y dise?adores los que, conscientes de esta nueva oportunidad de negocio, est¨¦n lanzando sus propias mascarillas. Al principio de la crisis sanitaria, muchos de ellos, igual que lo han hecho grandes firmas de moda como Gucci, Louis Vuitton o Chanel, pusieron su capacidad productiva al servicio de la lucha contra la pandemia produciendo material sanitario en un momento en el que los hospitales no contaban con la protecci¨®n m¨¢s b¨¢sica. Ahora, en este camino de desescalada, utilizan los procesos aprendidos poniendo a la venta mascarillas de dise?o.
Es el caso del dise?ador espa?ol Juan Carlos Pajares, que tras empezar a elaborarlas en casa durante las primeras semanas de confinamiento don¨¢ndolas a distintos centros sanitarios, ha puesto a la venta una colecci¨®n de seis modelos ¨Ca partir de 12 euros¨C que puden utilizarse como funda para las sanitarias o por s¨ª solas incluyendo un filtro en su interior. ¡°Hemos lanzado desde las confeccionadas en tejido de sastrer¨ªa para los m¨¢s discretos o aquellos que tengan un trabajo de oficina hasta otras con estampados ic¨®nicos de nuestras colecciones¡±, explica a S Moda. La acogida, asegura, est¨¢ siendo muy buena (?no doy a basto?) porque, como ¨¦l, muchos no se sienten c¨®modos llevando una mascarilla de famarcia. ?Personalmente creo que incorporarlas a nuestro armario como un complemento m¨¢s puede funcionar como un punto de refuerzo psicol¨®gico positivo, normalizando y dando un poco de color a un contexto muy nuevo para todos. En Asia, en muchas ocasiones, se utiliza como accesorio. ?Por qu¨¦ no hacerlo aqu¨ª??, se pregunta el joven creador.
Las ¨²ltimas semanas las mascarillas han pasado a formar parte de los contenidos habituales de las publicaciones de moda: no solo copan portadas o se convierten en protagonistas de las cuentas de Instagram de prescriptores, sino que protagonizan art¨ªculos recopilatorios de los modelos m¨¢s apetecibles. Las hay para todos los gustos: lisas y discretas, con estampado de flores, cuadros, lunares o el incombustible animal print. Algunas tienen un regusto retro, otras son de aires g¨®ticos, deportivos o incluso se han convertido en perturbadoras obras de artesan¨ªa.
¡°Estoy sorprendido porque lanzamos una con lentejuelas que se est¨¢ vendiendo mucho. En alg¨²n momento tendremos que salir por la noche, a un evento o a tomar algo, y necesitaremos una mascarilla m¨¢s especial¡±, apunta Pajares, que tambi¨¦n vende modelos conjuntados con sus chaquetas, pantalones o vestidos. La marca Cherubina, que cop¨® titulares tras vestir a la reina Letizia, ya ha lanzado mascarillas para invitadas y la dise?adora Collina Strada vende a cien d¨®lares un modelo con grandes lazadas que bien podr¨ªa ser el equiparable pospand¨¦mico de un tocado. ?La moda no puede ser ajena a la situaci¨®n que atravesamos. Desde el principio de los tiempos ha sido un fiel reflejo de la sociedad, y ahora no iba a ser diferente. Ya que tenemos que llevarlas, ?por qu¨¦ no elegir un modelo con el que veamos incluso favorecidas??, reflexionan desde Cherubina.
?Necesidad u oportunismo?
Seg¨²n Edited, empresa de an¨¢lisis de datos especializada en retail, ha habido un aumento de casi el 40% en el n¨²mero de mascarillas ofrecidas por las empresas de moda en el primer trimestre de 2020 en comparaci¨®n con el final de 2019. Sin embargo, la conversi¨®n de un elemento utilitario en un accesorio no est¨¢ exenta de debate y algunas voces ya se?alan si es l¨ªcito que la industria de la moda saque r¨¦dito econ¨®mico de su venta. Friedman lo resume as¨ª: ?Es dif¨ªcil evitar la sensaci¨®n de que los dise?adores est¨¢n explotando el miedo nacido durante una pandemia para sus propios fines (y ganancias), y que los consumidores est¨¢n utilizando una necesidad m¨¦dica, una de las m¨¢s visibles representaciones del dolor y el aislamiento actualmente compartido por muchos, de forma decorativa?.
Por este motivo, la gran parte de las firmas que est¨¢n comercializando sus mascarillas lo hacen de la mano de distintas acciones solidarias. Algunos, como Juan Carlos Pajares, donan parte de los beneficios de la venta a la lucha contra el virus, y otros como Cherubina env¨ªan por cada mascarilla vendida otra id¨¦ntica a distintas asociaciones. ?Puedo entender que desde fuera parezca que la industria de la moda se est¨¢ aprovechando de una situaci¨®n de crisis y como creativos creo que es muy importante que no nos olvidemos de que tenemos una responsabilidad con la sociedad. Sin embargo, considero que no se nos puede culpar por inspirarnos en el mundo que nos rodea?, argumenta a esta revista Irene Romero, m¨¢s conocida con el nombre de su firma, Cherry Massia.
Tal y como afirman datos de b¨²squeda del portal de moda Lyst,?el inter¨¦s por las?m¨¢scaras?de protecci¨®n facial de lujo ha experimentado una subida del 496% en los tres ¨²ltimos meses siendo la negra con flechas blancas de Off-White el producto de moda masculina m¨¢s popular del trimestre. Mientras que originalmente ten¨ªa un precio de cien d¨®lares (algo menos de cien euros), durante la pandemia ha llegado a costar m¨¢s de mil en portales de lujo como Farfetch, que tuvo que retirarla tras la indignaci¨®n que caus¨® el salvaje incremento de precio de uno de sus vendedores.
El debate va m¨¢s all¨¢. Mientras que las mascarillas de farmacia tienen un efecto democratizador que iguala a quienes las usan, aquellas de dise?o no solo se convierten en s¨ªmbolos de identidad, sino tambi¨¦n de estatus social. Aquellos que luzcan el logo de una firma de lujo sobre sus labios ¨Clas grandes casas a¨²n no han lanzado ning¨²n modelo, pero la demanda es una realidad¨C remarcar¨¢n su posici¨®n de privilegio del mismo modo que los famosos y figuras p¨²blicas con lujosas casas con piscina han demostrado que el confinamiento no es igual para todos. ?Las mascarillas pasar¨¢n de ser un objeto de higiene vinculado a la horizontalidad (todos somos v¨ªctimas potenciales de la pandemia) a ser un s¨ªmbolo de estatus marcado por la verticalidad propia del poder adquisitivo?, sostiene Su¨¢rez. Al mismo tiempo, las marcarillas creadas por firmas de moda suponen una forma de apoyarlas en un momento en el que les resulta dif¨ªcil vender otro tipo de art¨ªculos, raz¨®n a tener en cuenta a la hora de dar soporte a marcas peque?as locales.
Mascarillas antes del coronavirus
En su ¨²ltima colecci¨®n presentada en febrero, poco antes de que pudi¨¦ramos imaginar que una pandemia global pusiera en jaque el futuro de los desfiles, Cherry Massia ya subi¨® mascarillas a la pasarela. No es la ¨²nica. Firmas como Marine Serre, Off-White, Raf Simons o Gucci (Billie Eilish se plant¨® en los pasados Grammy con una de las mascarillas de la casa italiana) ya lo hab¨ªan hecho. Es m¨¢s: las pantallas protectoras transparentes que ahora cubren a sanitarios y trabajadores fueron parte de las colecciones de Pierre Cardin en los 70. En nuestros d¨ªas, la emergencia clim¨¢tica o su uso como estrategia de defensa en las protestas globales ¨Clas mascarillas han sido el s¨ªmbolo de Hong Kong contra el reconocimiento facial y el gas lacrim¨®geno¨C ya las hab¨ªa convertido en objeto de interpretaci¨®n para la industria de la moda.
?Las he incluido en mis colecciones desde que era estudiante?, reconoce Cherry Massia atribuyendo su obsesi¨®n a las influencias japonesas y asi¨¢ticas de las que bebe su imaginario. ?Siempre he entendido la ropa como una armadura que nos delimita, que nos permite proyectarnos tal y como somos o como deseamos ser. Las prendas son, para m¨ª, un m¨¦todo de protecci¨®n contra el mundo que nos rodea, que a menudo es hostil. Por desgracia, debido al coronavirus, ahora la poblaci¨®n se ha visto obligada a utilizar las mascarillas para enfrentarse a ese mundo?, reflexiona la creadora. As¨ª, si bien la inclusi¨®n de la mascarilla en nuestra sociedad ya iba ganando protagonismo antes de la pandemia ahora ser¨¢, como afirmaba Noelia Ram¨ªrez, ?uno de los s¨ªmbolos visuales de la nueva d¨¦cada?.
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