Los primeros en llevar tacones fueron los hombres en el siglo XVII: los verdaderos or¨ªgenes de un complemento que es s¨ªmbolo de estatus
?Por qu¨¦ nos gustan tanto los zapatos? La directora del museo del FIT de Nueva York analiza esa fascinaci¨®n en un libro publicado por Taschen que profundiza en la historia del calzado
Soy una persona de zapatillas plateadas de Jimmy Choo. Hace unos a?os The New York Times hizo un art¨ªculo sobre m¨ª en el que me llamaban ¡®la historiadora de los tacones¡¯, pero casi nunca los utilizo ya, uso m¨¢s deportivas, botines, bailarinas o mocasines¡±, asegura Valerie Steele (Boston, 68 a?os) desde su oficina. La directora del museo del ...
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Soy una persona de zapatillas plateadas de Jimmy Choo. Hace unos a?os The New York Times hizo un art¨ªculo sobre m¨ª en el que me llamaban ¡®la historiadora de los tacones¡¯, pero casi nunca los utilizo ya, uso m¨¢s deportivas, botines, bailarinas o mocasines¡±, asegura Valerie Steele (Boston, 68 a?os) desde su oficina. La directora del museo del Fashion Institute of Technology (FIT) de Nueva York ¡ªal que se incorpor¨® en 1997¡ª se agacha hasta desaparecer de la pantalla de la videollamada para corroborar mirando bajo su mesa qu¨¦ calzado lleva. S¨ª, son unas deportivas de dise?ador. ¡°Con ellas puedo patearme toda la ciudad, pero a la vez son cool y glamurosas¡±, explica. Asegura que ¡°las zapatillas de deporte, que existen desde hace m¨¢s de 100 a?os, en los ¨²ltimos 20 realmente han revolucionado el mundo del calzado, especialmente la moda femenina¡±. Lo sabe bien: Steele, que a?o tras a?o figura en la lista de las 500 personas m¨¢s influyentes del mundo de la moda elaborada por Business of Fashion, ha dedicado su vida a estudiar la indumentaria, comisariado m¨¢s de 25 exposiciones, publicado libros sobre la historia de la moda y ahora selecciona unos 400 pares de la colecci¨®n del FIT (que suma alrededor de 5.000) para explicar lo que podemos saber del mundo a trav¨¦s de ellos en Shoes A-Z (Taschen).
Sostiene la heredera, gur¨² de la moda y zapat¨®fila reconocida Daphne Guinness en el pr¨®logo del libro que ¡°un zapato dice m¨¢s que mil palabras sobre quien lo usa¡±. Para ella, ¡°los zapatos son mucho m¨¢s que accesorios pr¨¢cticos que nos protegen del suelo sobre el que caminamos¡±. Son, muchas veces, ¡°un s¨ªmbolo de estatus¡±. Steele coincide con su amiga. ¡°Por lo que sabemos de la vestimenta y el calzado neol¨ªticos, los zapatos son una de las primeras prendas que surgieron para proteger el cuerpo. Probablemente su creaci¨®n se desarroll¨® antes que la mayor¨ªa de las formas de vestir, del tejido y la costura, se ataba piel o cortezas alrededor de los pies para protegerlos del fr¨ªo, de las rocas. Luego comenzaron a simbolizar todo tipo de cosas, como estatus, g¨¦nero o sexualidad. Tambi¨¦n pod¨ªan ser defensivos, lo vemos con los soldados del Imperio Romano: sus botas serv¨ªan para proteger, pero tambi¨¦n pod¨ªas romperle el hueso a alguien si le golpeabas en la espinilla con ellas¡±, resume.
Ese af¨¢n por conocer lo que la indumentaria ha significado a lo largo de los siglos fue lo que empuj¨® a Steele a sumergirse en algo que en el ¨¢mbito acad¨¦mico no se ve¨ªa como un campo de especializaci¨®n serio cuando ella estudiaba en Yale. All¨ª, una compa?era le descubri¨® un art¨ªculo de la publicaci¨®n feminista Signs sobre el significado del cors¨¦ en la ¨¦poca victoriana. De esa forma, Steele se dio cuenta de que hablar de moda no era algo fr¨ªvolo, que hab¨ªa que profundizar en el impacto de la indumentaria a trav¨¦s de la historia. ¡°Aunque cada vez hay m¨¢s j¨®venes que quieren ser historiadores de la moda, comisarios o cr¨ªticos, todav¨ªa no es algo que ha sido completamente aceptado en el mundo acad¨¦mico. Hay m¨¢s estudios de marketing, dise?o o comercializaci¨®n de moda¡±, se?ala.
Dentro de la extensa disciplina de la historia de la moda, el calzado supone solo un apartado m¨¢s, pero tras comisariar distintas exposiciones Steele ha llegado a la conclusi¨®n de que esta ¨¢rea resulta especialmente atractiva: ¡°Las exposiciones de zapatos son incre¨ªblemente populares entre el p¨²blico. Los zapatos hablan de quien los lleva: pueden decir si eres hombre o mujer, rico o pobre, moderno o conservador. La gente cree que el par adecuado de zapatos puede cambiar su vida¡±.
Lo que revelan los pies
Pero ?por qu¨¦ fascinan tanto los zapatos? Steele recuerda que en 1995 la estadounidense media ten¨ªa 12 pares de zapatos y calcula que hoy esa cifra rondar¨¢ los 30, como en su caso. ¡°Ahora tiendo a tener menos y utilizarlos m¨¢s a menudo, pero muchas de mis amigas tienen 100 pares¡±, dice. Ha observado que parte del gusto por el calzado proviene de la experiencia de adquirirlo: ¡°Para mucha gente comprar zapatos es puro placer, al contrario de lo que ocurre con los trajes de ba?o¡±. Tambi¨¦n opina que ¡°los zapatos atraen porque tienen una silueta, no dependen de la forma del cuerpo, como la mayor¨ªa de las prendas, que al quitarlas pasa como cuando una serpiente muda de piel. Los zapatos se mantienen ah¨ª como una peque?a escultura¡±.
Entre los m¨¢s destacados de la colecci¨®n del FIT menciona el Flame de Prada, la Fetish Ballerina de Christian Louboutin o el stiletto de cebra de Manolo Blahnik. ?Cu¨¢l sue?a con incorporar al listado? ¡°Los Armadillo de Alexander McQueen, que se crearon solo para el desfile. En la ¨²ltima subasta se vendieron al Met por 60.000 d¨®lares, una cifra que no pod¨ªamos desembolsar. Pero tenemos dos pares de Air Jordan originales, que est¨¢n entre las piezas m¨¢s famosas de la historia¡±, se?ala Steele. Aunque en el libro habla de dise?adores que han marcado una ¨¦poca ¡ªde Capezio a Jimmy Choo o Charles Jourdan¡ª tambi¨¦n analiza junto a la comisaria Colleen Hill la evoluci¨®n del calzado a trav¨¦s de la historia. ¡°El desarrollo del zapato de dise?ador es muy tard¨ªo, la mayor¨ªa son de los siglos XX y XXI, antes solo hab¨ªa zapateros¡±. Siguiendo con los detalles que han conformado el imaginario colectivo, subraya que ¡°los primeros en llevar tacones fueron los hombres en el siglo XVII, se ve¨ªan m¨¢s altos y se pavoneaban. Llegaron de Persia a Francia a trav¨¦s del embajador persa y Luis XIV y todos los arist¨®cratas franceses vieron de inmediato las ventajas de ser m¨¢s altos. Las mujeres lo copiaron, pronto, pero sus tacones eran m¨¢s estrechos, lo que hac¨ªa m¨¢s inestable su forma de caminar¡±.
El estudio del calzado desvela tambi¨¦n detalles relacionados con la fisionom¨ªa, la sexualidad o las obsesiones. De hecho, para 2025 Steele prepara una exposici¨®n sobre moda y psicoan¨¢lisis en la que los zapatos jugar¨¢n un papel fundamental. ¡°Hablaremos de los s¨ªmbolos f¨¢licos, del erotismo de los zapatos, de los fetiches¡±, avanza. Y es que la identificaci¨®n del calzado con el erotismo viene de lejos: ¡°Ya en 1700 hab¨ªa una fetichizaci¨®n de los tacones para las mujeres, y antes de eso las prostitutas del Imperio Romano llevaban sandalias, o los chopines venecianos del Renacimiento, con sus enormes plataformas, estaban asociados al erotismo y a veces a la prostituci¨®n, aunque los llevaban tambi¨¦n las mujeres respetables... As¨ª que la sexualizaci¨®n de los zapatos femeninos comienza pronto y est¨¢ causada por m¨¢s de una cosa. Incluso puede venir de conexiones cerebrales, porque los estudios dicen que la parte que corresponde a los genitales est¨¢ justo al lado de la de los pies y es posible que haya conexiones cruzadas que te hacen sentir m¨¢s inclinado a pensar que los pies y lo que los cubre son m¨¢s er¨®ticos que otras partes del cuerpo¡±.
?Y qu¨¦ dice el auge de las deportivas o la popularidad de los denominados ¡®zapatos feos¡¯ como las Birkestock de la sociedad actual? ¡°Las zapatillas son hoy una forma de dignificar una especie de juventud y de aire deportivo. Pueden costar tanto como unos zapatos de piel, ya no son solo una cuesti¨®n de comodidad o informalidad, sino una declaraci¨®n sobre el tipo de persona que eres. Y las Birkenstock son un fen¨®meno interesante, lo que antes se consideraba un ¡®zapato feo¡¯ se ha vuelto de repente cool. Creo que muestra que nuestra mirada se ha reajustado, que hay formas m¨¢s atrevidas de resultar atractivo¡±.