Alessandro Michele, el dif¨ªcil adi¨®s del dise?ador que molde¨® la moda del sXXI
Detr¨¢s de la despedida del dise?ador romano como director creativo de Gucci, casi ocho despu¨¦s de reinventar la firma y convertirla en un fen¨®meno social y econ¨®mico, se esconden otros tres de tensi¨®n que su entorno achaca a las presiones empresariales.
Hay una cifra r¨¦cord en la historia reciente de la moda que el negocio, su negocio, no va a olvidar jam¨¢s: 6.200 millones de euros. La plusmarca la establec¨ªa Gucci en 2017 y ven¨ªa a pulverizar la barrera psicol¨®gico-financiera de los 5.000 millones, proverbial cantidad/frontera largo tiempo impuesta por Herm¨¨s. Aunque no era el montante en s¨ª, o no solo, lo que escoc¨ªa. Aquellos 6.200 millones de euros tambi¨¦n significaban que la veterana marca de origen florentino hab¨ªa duplicado sus ingresos en apenas un a?o (hasta un 44,6% con respecto al ejercicio anterior), disparando un 27,2% el crecimiento global del grupo al que pertenece, el conglomerado franc¨¦s Kering. El de su rival directo en la arena de la exclusividad, Louis Vuitton Mo?tt Hennessy, apenas fue de un 13% en el mismo periodo, y eso que siempre ha ido m¨¢s abultado de activos y mejor defendido por sus divisiones cosm¨¦ticas. Lo que ocurri¨® a continuaci¨®n a¨²n colea, tanto que ha terminado por definir el actual estado de la industria del vestir y su crescendo capitalista: 5.000 millones es lo que hoy factura, euro arriba, euro abajo, cualquier ense?a adscrita al pr¨ºt-¨¤-porter de lujo en un trimestre triste. Qu¨¦ dif¨ªcil tener que calcular la indemnizaci¨®n que, al menos moralmente, le corresponde a Alessandro Michele, ahora que se va de la casa para la que dise?¨® su presente, encarril¨® su futuro y hasta recompuso su pasado.
Hay quien saca pecho proclamando el impacto sociocultural de su trabajo cuando los n¨²meros no acompa?an. Una excusa recurrente desde que el marketing y la comunicaci¨®n de marca suponen la diferencia en una industria que hac¨ªa mucho que no lidiaba con una generaci¨®n de consumidores tan poco complaciente y fiel, capaz de se?alarte con el dedo ante la m¨ªnima brecha en el c¨®digo de valores que les has intentado vender (y se presupone que compartes). En las tiendas igual no, pero c¨®mo lo est¨¢ petando en redes. La de directores ejecutivos que han tenido (tienen) que defender as¨ª ante presidentes y accionistas a esos directores creativos ¨Cno pocas veces designados por esos mismos CEOs¨C que no rinden en la cuenta de beneficios. Marco Bizarri nunca tuvo semejante problema con Alessandro Michele¡ hasta que lo tuvo. El actual director ejecutivo de Gucci debutaba en el cargo en 2015, a la vez que ascend¨ªa al dise?ador romano de segund¨®n (hab¨ªa sido mano derecha de Frida Giannini, anterior directora creativa, con la que entr¨® en la firma fichados al alim¨®n por Tom Ford en 2002) a primer espada. ?Yo era un don nadie. Tras el primer desfile le dije a Marco que estaba loco. Y a mi novio que iban a despedirme al d¨ªa siguiente?, rememoraba Michele en entrevista con System Magazine un a?o despu¨¦s. Para entonces, la etiqueta ya era un fragor, medi¨¢tico y comercial, del pr¨¢cticamente cero en relevancia en la que la hab¨ªa dejado Giannini con su poco discreto encanto (sexy) de la burgues¨ªa al mil por hora en alas de una visi¨®n disruptiva que, sin embargo, conect¨® a Gucci con las necesidades de su tiempo. En la empresa se frotaban las manos: era 2016 y se preve¨ªa que alcanzar¨ªa las anheladas ventas de los 6.000 millones en 2020. Michele lo logr¨® tres a?os antes. Y se desat¨® la locura.
?Alguien en la sala que recuerde qu¨¦ pasaba en la moda entre la debacle del final de la primera d¨¦cada del 2000 (la muerte de Alexander McQueen, las ca¨ªdas de Marc Jacobs y John Galliano) y la mitad de la segunda? ?La broma de Alexander Wang en Balenciaga? ?Jason Wu perdido en Hugo Boss? ?Las promesas de esperanza blanca nunca cumplidas por Altuzarra y Proenza Schouler? ?El desencuentro de Raf Simons con Dior? El tupido velo se corre solo. Ni siquiera el revulsivo que supuso la llegada de Hedi Slimane a Yves Saint Laurent en 2012 se antoja importante ya. La moda de la segunda d¨¦cada del 2000 comenz¨® en realidad con una blusa roja cerrada con lazada femenina al cuello (pussy bow) lucida por un modelo masculino en enero de 2015, nada que no se hubiera visto, pero necesaria como pocas veces antes. El cambio de sillas que se precipitar¨ªa luego en LVHM, con Kim Jones pasando de dirigir el hombre Louis Vuitton a Dior Homme, Kris Van Assche de Dior Homme a Berluti y el mesi¨¢nico Virgil Abloh a Louis Vuitton, algo le debe. ?No supe de ¨¦l hasta aquel primer desfile, y ah¨ª me dije: ¡®?Qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª?¡¯. No tanto en t¨¦rminos est¨¦ticos, por bonito o feo, sino porque sent¨ª que asist¨ªa a un cambio de paradigma. Estaba moldeando al hombre y a la mujer del siglo XXI, una nueva idea de masculinidad y feminidad, esa fluidez de g¨¦neros de la que tanto se habla hoy, pero no de una manera corriente, sino diversa, sin estereotipar. Con un mensaje de libertad?, concede Maria Luisa Frissa, directora del programa de grado de dise?o y artes multimedia de la Universidad Iuav de Venecia. ?Alessandro supo captar el deseo del consumidor en un momento preciso, que es de lo que trata la moda. Y ha sido capaz de dar continuidad a una historia, la de Gucci, al tiempo que propiciaba una ruptura. Como cr¨ªtica, no me interesa especialmente el pasado, pero s¨ª c¨®mo se puede volver a contar una historia de una manera viva, definir un organismo con un di¨¢logo actual?, remata la tambi¨¦n autora de Las formas de la moda. Cultura, industria y mercado (Ampersand, 2020).
En el principio fue el caos m¨¢gico, una apabullante apisonadora estil¨ªstica, un elefante en el bazar de las sorpresas, todo esp¨ªritu de armario viejoven que, al abrirse de repente, solo pod¨ªa provocar fiesta. Un extravagante, extempor¨¢neo, artificioso, casi lujurioso hilo argumental que como director creativo desarroll¨® a lo largo de casi ocho a?os y que culminar¨ªa en la absoluta guccificaci¨®n, t¨¦rmino inevitable ¨Cacu?ado para la era de la redes sociales¨C devenido bandera de una revoluci¨®n. O, mejor, rehabilitaci¨®n: ?La m¨ªa ha sido una operaci¨®n rescate falsa, porque en realidad no hac¨ªa falta. Todo lo que ha sido bien plantado, termina dando fruto. Yo solo he pasado a recogerlo?, dec¨ªa Michele en un encuentro durante las jornadas Cura Iura organizadas por el Roman Forum en 2019, refiriendo el legado de la casa. Para entonces, el salto cualitativo en las colecciones ya era evidente: por fin, m¨¢s moda y menos merchandising. M¨¢s prendas de verdad (el primer ejercicio de sastrer¨ªa real fue para enmarcar) y menos trampantojo de estilismo. Y, de repente, llegaron los resultados econ¨®micos del segundo trimestre: estancamiento. Gucci no consegu¨ªa alcanzar los 10.000 millones de euros en ventas, nueva cantidad/frontera a batir (Chanel hab¨ªa comenzado a airear euf¨®rica sus cifras poco antes tras superar tales ingresos). Nadie fuera de la marca lo vio venir, pero aquello signific¨® el principio del fin.
Hubo jaleo y v¨ªtores en los titulares cuando se escenific¨® la colecci¨®n primavera/verano 2020, la de la as¨¦ptica sala de espera aeroportuaria: ?Gucci vuelve a ser sexy! ?Michele toca el punto G! Gucci Orgasmique (o Gucci Eterotopia) se titul¨®, y, s¨ª, iba a ser sexy. Seg¨²n explica alguien del entorno del dise?ador en aquel momento, fue una imposici¨®n. Al director creativo no le qued¨® otra que ceder a las muchas presiones internas que no solo le exig¨ªan un cambio de registro, sino que adem¨¢s el giro de guion expusiera carne. A este motivo, las presiones internas para un fuerte cambio de rumbo, tambi¨¦n apuntaba el medio especializado WWD cuando avanz¨® la noticia de la salida de Michele de Gucci a ¨²ltima hora del martes. El equipo de merchandising, hasta la fecha independiente y con cero injerencia en el n¨²cleo duro art¨ªstico, comenz¨® a tener cada vez m¨¢s peso en las decisiones creativas. Se acab¨® la total libertad de acci¨®n de la que hab¨ªa gozado el dise?ador romano. Todo apunta a que su salida pudo haber empezado a fraguarse a principios de 2020, pero el estallido de la pandemia de la covid-19 y el consiguiente par¨®n en la industria demoraron la decisi¨®n.
Hay quien a¨²n recuerda la tensi¨®n que se vivi¨® a partir de tan cr¨ªtico momento, con los mercados asi¨¢tico y estadounidense cerrados, la incertidumbre financiera consiguiente y el desembarco en la ense?a de tecn¨®cratas y tiburones empresariales ajenos a la moda que solo quer¨ªan ver hojas de Excel repletas de n¨²meros. Desde 2017, como apunta Chloe Mac Donnell en The Guardian, ¡°el ritmo de los ingresos hab¨ªa disminuido constantemente¡± y tras la pandemia ¡°los expertos culparon a la fatiga de la marca¡±, sobre todo en mercados clave para la firma como el asi¨¢tico.
Los ¨²ltimos tres a?os de tiranteces conclu¨ªan finalmente el mi¨¦rcoles pasado, al menos de manera oficial, porque en la firma su salida ya constaba diez d¨ªas atr¨¢s. Tambi¨¦n consta desde hace tiempo el hist¨®rico de Kering despachando a sus primeras figuras sin miramientos (y hasta cierta crueldad): Nicolas Ghesqui¨¨re, Hedi Slimane, Frida Giannini, Daniel Lee¡ Gucci queda, de momento, en manos del equipo que ha trabajado con Michele hasta la fecha, aunque el anuncio de una ?nueva organizaci¨®n creativa? da pie a especulaciones interesantes. Aunque lo son todav¨ªa m¨¢s las c¨¢balas a prop¨®sito del destino del que fuera su mejor cabeza pensante. La rumorolog¨ªa que ya recorre Mil¨¢n es chiflante: en un futuro no tan lejano, se lo sit¨²a como relevo de Pierpaolo Piccioli en Valentino, que mucho impacto sociocultural en rosa, pero poca chicha econ¨®mica, dicen. Y luego est¨¢ la maniobra de la revancha: ocupando la vacante del desaparecido Virgil Abloh en la divisi¨®n masculina de Louis Vuitton (para escribir el en¨¦simo cap¨ªtulo del juego de tronos que se gastan el clan Arnault y el Pinault en las viejas guerras del lujo). Quienes mejor conocen al dise?ador, para el caso, lo sit¨²an en su villa de la capital italiana, entre porcelanas, libros antiguos y flores, junto a su inseparable Giovanni Attili (ingeniero medioambiental, profesor asociado de Urban¨ªstica en la universidad romana de La Sapienza, muchas de las disgresiones filos¨®ficas con las justificaba sus excesos creativos se las debe a ¨¦l), sine die. Este viernes cumpl¨ªa los 50, ahora s¨ª, feliz. ?Que sig¨¢is cultivando vuestros sue?os, la materia sutil e intangible hace que la vida valga la pena. Que continu¨¦is nutri¨¦ndonos de im¨¢genes po¨¦ticas e inclusivas. Y que siempre viv¨¢is por vuestros sue?os, impulsados por el viento de la libertad?, se desped¨ªa de sus seguidores en comunicado de prensa. Ahora se entiende todo.
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