Detr¨¢s de cada diva del pop est¨¢ esta estilista g¨®tica
B. Akerlund, creadora de im¨¢genes para Beyonc¨¦ o Madonna, nos abre las puertas de su universo, el mismo que la define como uno los perfiles m¨¢s interesantes del ¡®celebrity system¡¯.
Quiz¨¢ estamos demasiado acostumbrados a reducir la est¨¦tica de Suecia a las l¨ªneas rectas, al minimalismo y la monocrom¨ªa, pero el pa¨ªs n¨®rdico es tambi¨¦n la cuna del death metal y el power metal y, por lo mismo, de la grandilocuencia y el historicismo que define el armario de los g¨®ticos muy g¨®ticos.
Por eso, tal vez, B. Akerlund es profeta en su tierra natal, pero desconocida en su lugar de residencia, Los ?ngeles, aunque lo suyo no sea precisamente el pasar desapercibida y aunque en su cartera de clientas se encuentren Beyonc¨¦, Nicki Minaj, Britney Spears o la mism¨ªsima Madonna, con la que lleva trabajando m¨¢s de una d¨¦cada. ?No me gusta catalogarme como estilista. Es cierto que lo soy, pero esa palabra en ocasiones se utiliza para hablar de tendencias y eventos. Yo me muevo en el v¨ªdeo, y creo que mi trabajo tiene m¨¢s que ver con contar historias y crear personajes?, cuenta al tel¨¦fono desde su casa de West Hollywood, donde se realiz¨® esta sesi¨®n. Historias como la de Work bitch, el v¨ªdeo en el que Britney Spears se convirti¨® en una especie de dominatrix salida de Mad Max; o Ganja Burn, en el que Nicki Minaj mezcla el hinduismo con la cultura del gueto.
Sin embargo, en estos ¨²ltimos a?os, se est¨¢ convirtiendo en celebridad por derecho propio. Casada con el popular director de videoclips (y exestrella del metal) Jonas Akerlund, B. (diminutivo de Beatrice) lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas vistiendo de manera on¨ªrica a estrellas de la m¨²sica. ?Trabajar con cada una de ellas es muy distinto. Tengo que ir m¨¢s all¨¢ de mis propios gustos, pero tambi¨¦n de los suyos. Importa la trama pero, sobre todo, la imagen que quieren dar. Suelen querer sorprender a la audiencia o para salir de su zona de confort?, explica. Y, a medida que ha ido ganando notoriedad, ha pasado de estilista a activista de la moda. ?Me gusta definirme as¨ª porque creo que refleja mejor la idea de que mi trabajo es fomentar la creatividad. Me interesa todo lo que tenga que ver con la moda m¨¢s art¨ªstica y me empe?o en apoyarla para darla a conocer?, cuenta. Es ese sentido del activismo el que le ha llevado a apostar por artistas de la aguja de todo el mundo. ?Me siento muy bien dando voz a creadores emergentes. Hay muchos talentos desconocidos que necesitan apoyo y no saben muy bien a qu¨¦ puertas llamar?, opina. Primero fue con Who You Are, una especie de Linkedln para creativos del sector en el que Akerlund pone en contacto a maquilladores, dise?adores, estilistas y fot¨®grafos. Ahora, junto a su amigo Kent Belden (el due?o de la agencia de comunicaci¨®n de moda The Only) ha montado The Residency Experience. ?Es un showroom y una tienda. Tenemos una serie de marcas que nos entusiasman y esta es nuestra forma de promocionarlas?, apunta. B. se topa con ellas en viajes, en Instagram y a trav¨¦s de recomendaciones de amigos. ?No necesariamente tienen que tener que ver con mi estilo personal, basta con que me parezcan creativas?, explica. Entre los proyectos apadrinados hay firmas tan distintas entre s¨ª como la parisina Zaldivar (joyera que se inspira en el reino de los insectos), los vestidos con volumen de la alemana Marina Hoermanseder, las tiaras deconstruidas de H. Crowne, la corseter¨ªa de Murmur Clothing o las armaduras del dise?ador espa?ol Manuel Albarr¨¢n. ?Sus superhero¨ªnas c¨ªborgs me fascinaron en cuanto lo descubr¨ª?, dice. Lo ¨²nico que tienen en com¨²n todos ellos, adem¨¢s del hecho de vivir al margen de tendencias y circuitos tradicionales, es su cartera de clientes: visten en v¨ªdeos y eventos a Madonna, Taylor Swift, las Kardashian, Lil Kim o Cher. Porque puede que haya sido una semidesconocida hasta hace poco (es decir, hasta crearse un Instagram), pero la extensa carrera de B. Akerlund y su curioso sentido de la imagen la han convertido en una poderosa mecenas.
Cuando se mud¨® de Suecia a California, B. era una adolescente con inquietudes est¨¦ticas superiores a las de la media. ?Mis padres trabajaban en el mundo de la belleza. Ten¨ªan una cadena de centros de est¨¦tica y mi madre era maquilladora?. Una vez en Estados Unidos, ti?¨® de negro su melena n¨®rdica y se puso a rebuscar en tiendas de segunda mano. ?No ten¨ªa dinero para m¨¢s, pero siempre me ha interesado mezclar ropa de distintas ¨¦pocas; son piezas ¨²nicas, y comunican m¨¢s que las masivas?, opina. A los 17, y despu¨¦s de pasar una posadolescencia rebelde, comenz¨® a ejercer de ayudante de estilismo. ?Ten¨ªa claro que quer¨ªa expresarme a trav¨¦s de la ropa y empec¨¦ a implicarme gratis en proyectos que me apasionaban. Iba a todas partes, trabajaba en pel¨ªculas que nadie ve¨ªa?, recuerda. Un a?o m¨¢s tarde, viajaba a Nueva York para realizar la portada de los Beastie Boys en Rolling Stone. Fue entonces cuando conoci¨® a Jonas. ?Ambos compartimos gustos, pero yo me inclino m¨¢s hacia el couture y el glam?, comenta. Y aunque, a primera vista, la palabra maximalismo se queda corta para definir sus looks diarios, afirma que todo en su universo ?es cuesti¨®n de detalles. No tiene que ser algo muy grandilocuente, sino adecuado? (aunque ¡®adecuado¡¯ en su idioma abarque antifaces de cuero, coronas o unas plataformas de leopardo).
Fue esa obsesi¨®n por el control la que le uni¨® a Madonna, a la que conoci¨® a trav¨¦s de su marido, director habitual de sus v¨ªdeos. ?No tengo un trabajo favorito, de todos me siento orgullosa, aunque el reto m¨¢s importante de mi carrera fue vestirla para la Superbowl?, explica. ?Tard¨¦ tres meses en tenerlo todo listo. Vestimos a un equipo de 300 personas entre m¨²sicos y bailarines, y ella quiso en todo momento estar encima del proceso de cada uno?, afirma. Ahora est¨¢ inmersa en el dise?o de vestuario de los clips de Madame X, su nuevo disco.
Poco despu¨¦s llegar¨ªa otro de sus hitos profesionales: moldear la est¨¦tica de Lemonade, el ¨¢lbum visual que Beyonc¨¦ lanz¨® por sorpresa en 2016. Suya fue, por ejemplo, la elecci¨®n de aquel vestido amarillo que Queen B. llevaba para romper cristales, bate en mano, en el v¨ªdeo de Hold Up. Sin embargo, Akerlund tiene otro favorito: ?Cuando la vest¨ª para la promoci¨®n de la gira Mrs. Carter me sent¨ª muy c¨®moda; aquel era realmente mi estilo?. Y se refiere, c¨®mo no, a ese spot en el que la cantante se enfund¨® un miri?aque, botas mosqueteras de charol y una enorme gorguera.
Su original forma de entender la est¨¦tica le ha llevado a colaborar con el gran emporio de su Suecia natal, Ikea. Lejos de acomodarse al minimalismo y la austeridad de la marca, B. dise?¨® para ellos alfombras de animal print, sof¨¢s en forma de labios y sillones rojos estilo Luis XVI. ?Antes me dec¨ªan que era demasiado excesiva, pero me ha ido bien as¨ª. He basado toda mi carrera en ser yo misma y divertirme con lo que hago. Ser¨ªa absurdo adaptarme ahora a lo que otros puedan pensar o preferir?.
Hoy, que su nombre es respetado y notorio, prefiere no ponerse altas metas. Sus planes a medio plazo se resumen en criar a sus dos gemelas, Billie y Eddie, que siguen sus pasos en lo que a fondo de armario se refiere y ya tienen su propio hashtag en Instagram, #akerlundtwins. ?Son mi obra de arte?, dice. A nivel profesional est¨¢ centrada en su labor de apoyo a nuevos talentos y prefiere dejarse llevar. ?Lo que me ha ense?ado la vida es que solo se triunfa cuando las cosas salen de forma natural?, opina. ?Por supuesto, hay que esforzarse, pero los trabajos que m¨¢s alegr¨ªas me han dado han sido los que han surgido de manera org¨¢nica?. Akerlund no se cierra puertas. ?Me puede inspirar cualquier objeto, imagen o detalle. Al final, todo es cuesti¨®n de creatividad, da igual si es moda, dise?o, decoraci¨®n o arte. Lo importante es tener estilo propio y ser fiel a ¨¦l?, sentencia. Desde luego, y aunque ella se limite a decir que su filosof¨ªa est¨¦tica ?es solo una mezcla de lo duro y lo suave?, el imaginario de B., donde hay cabida para el clasicismo de Chanel, el bondage, la imaginer¨ªa religiosa o la cultura manga a partes iguales, es imposible de copiar aunque se intente. Ella es consciente de ello y sabe que, de alg¨²n modo, y aunque lleve m¨¢s de 20 a?os en la brecha, esto es solo el principio. ?Siempre que me dejen ser yo misma, estoy dispuesta a todo?, dice.
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