Contra la ?appizaci¨®n? del bienestar: cuando la necesidad de sentirse bien se convierte en instrumento de control
Antes de comer todo b¨ªo, entrenar un triatl¨®n o hacer un retiro de meditaci¨®n en silencio, deber¨ªamos encontrar un espacio temporal y mental para parar y tomar consciencia de lo que vivimos, lo que queremos eliminar de nuestra vida para sentirnos mejor. No siempre hay que a?adir, consumir, comprar, hacer.
De peque?a en Pari?s no recuerdo ver a tanta gente correr en el parque o caminar por?la calle con la esterilla de yoga: habi?a m¨¢s gente fumando en las terrazas de los caf¨¦s que haciendo deporte en los gimnasios. M¨¢s tarde, cuando viv¨ª en Nueva York, antes de que naciera Instagram, ya arrasaban las dietas ¡®low carb¡¯, el ¡®mindfulness¡¯ y en los bares?se beb¨ªan zumos ¡®bio cold pressed¡¯. Estas tendencias populares en Estados Unidos suelen llegar con retraso a Europa, pero se instalan r¨¢pidamente en nuestra vida porque confiamos ciegamente en las modas.
Cuando publiqu¨¦ mi primer libro de yoga en 2016, las libreri?as no sabi?an si ponerlo en la secci¨®n de deportes o de espiritualidad; hoy vemos quiz¨¢ m¨¢s libros de meditaci¨®n, ejercicio y nutrici¨®n que de ficci¨®n. Ahora cuidar el cuerpo se acompa?a de lo mental?y espiritual, y las disciplinas hol¨ªsticas?est¨¢n en auge, se multiplican los cursos de meditaci¨®n, las terapias energ¨¦ticas y los retiros con ba?o de bosque incluido.??Por qu¨¦ crece este inter¨¦s casi obsesivo por el bienestar? ?Es una tendencia o es una toma de consciencia?
Nuestra sociedad incita a un estilo de vida acelerado, multiconectado, industrializado: t¨®xico para nuestra salud. Se habla de manera cada vez m¨¢s abierta de estr¨¦s laboral, crisis de ansiedad, trastornos del sue?o, problemas digestivos. Se buscan remedios (naturales o no) para tratarlos. Medios de comunicaci¨®n, departamentos de recursos humanos, redes sociales, plataformas digitales y aplicaciones nos proponen cuidarnos. Podemos seguir nuestros i?ndices de salud con dispositivos digitales que transforman los h¨¢bitos de bienestar en una obsesi¨®n de control, contando cu¨¢ntos pasos hacemos al d¨ªa, el tiempo de sue?o REM y los suplementos autorrecetados. En la ¨¦poca de nuestros abuelos, el bienestar era sencillo: consist¨ªa en dar un paseo largo entre ¨¢rboles o ir a pescar en familia, pasar unos di?as en un balneario (los m¨¢s afortunados) o comer alimentos del huerto (afortunados tambi¨¦n).
Los patrones marcados por la sociedad, la publicidad y ahora las redes sociales nos inundan de im¨¢genes de cuerpos perfectos, vidas de ensue?o, entrecomillados zen e informaciones sin filtro, sin criterio y sin contexto que pueden crear frustraciones?y trastornos mentales en lugar de apoyar un estilo de vida saludable.
La pandemia ha hecho su labor para obligarnos a ralentizar, pasar m¨¢s tiempo en familia con actividades sencillas, y darnos cuenta de que no estamos presentes y que vivimos a un ritmo poco sostenible para nuestra salud. La vida vuelve a su nueva normalidad y ahora es el momento para que cada uno decida su nueva rutina. La informaci¨®n est¨¢ a nuestro alcance, podemos contar con una gran variedad de profesionales del bienestar para elegir lo que nos conviene sin caer en los extremos. Antes de comer todo bi?o, entrenar un triatl¨®n o hacer un retiro de meditaci¨®n en silencio, deber¨ªamos encontrar un espacio temporal y mental para parar y tomar consciencia de lo que vivimos, lo que queremos eliminar de nuestra vida para sentirnos mejor. No siempre hay que a?adir, consumir, comprar, hacer.
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