?Es perfecta? o c¨®mo el maillot de Nadia Comaneci hizo so?ar a toda una generaci¨®n
Una ni?a rumana consigui¨® el primer 10 de la historia de la gimnasia art¨ªstica en Montreal 76. Puso al deporte femenino en el primer plano medi¨¢tico y marc¨® a varias generaciones de mujeres, que a¨²n siguen fascinadas con sus ¡®bodies¡¯. Tenemos que hablar de esto.
¡°Cuando recib¨ª mi primer maillot, dorm¨ª con ¨¦l en la almohada. [¡] Mi abuela me hab¨ªa hecho una mu?eca con tela de camisetas; se llamada Petruta y yo dorm¨ªa con ella todas las noches. La mu?eca fue reemplazada de inmediato por el maillot¡±. Lo cuenta Nadia Comaneci en el libro de memorias que public¨® en 2003, Cartas a una gimnasta joven. Curiosamente, la an¨¦cdota resulta familiar a muchas de las que crecimos en los 80 y 90, aun sin tener la mil¨¦sima parte del potencial de la rumana. La gimnasia era particularmente popular entonces gracias a las estrellas del Este, y aquello no era una cuesti¨®n meramente deportiva, sino tambi¨¦n est¨¦tica. Servidora recuerda con perfecta nitidez el d¨ªa en que la profesora de gimnasia r¨ªtmica trajo a clase, por fin, los maillots que mis compa?eras y yo ¨ªbamos a lucir en la exhibici¨®n de fin de temporada. Unos bodies tricolor de cuello alto que vistieron lo m¨¢s cercano que jam¨¢s tuvimos a una prom party: nuestra primera exhibici¨®n de r¨ªtmica. Ten¨ªamos 10 a?os, nos pusieron gomina y nos pintaron los labios. S¨®lo unos a?os antes, las haza?as de Nadia Comaneci hab¨ªan hecho so?ar al mundo, m¨¢s all¨¢ de convertirse en revoluci¨®n deportiva y arma pol¨ªtica en tiempos del tel¨®n de acero. En concreto, hicieron so?ar a las mujeres, que se vieron por primera vez protagonistas del deporte al m¨¢s alto nivel, como m¨ªsticamente inspiradas por la fuerza de una ni?a menuda de 14 a?os.
Con su sencillo maillot blanco de Adidas, tres rayas a los costados, el escudo de la entonces Rep¨²blica Popular de Ruman¨ªa y un elegant¨ªsimo escote en V, Comaneci no consigui¨® solamente un 10, sino un total de siete durante toda la competici¨®n, adem¨¢s de tres medallas de oro, una de plata y una de bronce. Se carg¨® literalmente el marcador de Omega, que s¨®lo estaba preparado para mostrar tres cifras. Los marcadores tuvieron que adaptarse a la nueva perfecci¨®n (aunque la reglas acabar¨ªan por imposibilitar conseguir un 10 ya en el siglo XIX) y no tard¨® en fijarse una edad m¨ªnima de 16 a?os para competir. Pero el legado de Comaneci sigui¨® y sigue vivo, siendo a¨²n hoy la gimnasia femenina una de las disciplinas estrella de los Juegos Ol¨ªmpicos. Un crisol de los prodigios m¨¢s alucinantes, desde la rusa Svetlana Khorkina hasta la norteamericana del momento, Simone Biles. Con 25 medallas de campeonatos mundiales, 19 de ellas de oro, Biles le disputa a Comaneci el palmar¨¦s m¨¢s imponente de la historia. Pero sus maillots¡ ?Ay, los maillots actuales!
Ese horror vacui de cristales yuxtapuestos sobre chillones colores nacarados. Su desarrollo t¨¦cnico garantiza el confort de las deportistas, que bienvenido sea, pero no podemos negar la evidencia: han perdido el encanto de anta?o. Si bien a¨²n inspiran a firmas rompedoras como Saks Potts, no se convertir¨¢n en referencia intemporal de estilo para combinar con los vaqueros. ¡°Los maillots de los 70 y 80 se guiaban por la danza debido a pel¨ªculas como Flashdance¡±, dec¨ªa para un medio estadounidense Amy Hess, dise?adora de la marca de equipamiento gimn¨¢stico Alpha Factor. ¡°En la actualidad, se inspiran m¨¢s en el patinaje art¨ªstico¡±. El corte de las piernas ha ido subiendo paulatinamente mientras el escote se ha ido cerrando. Pero el verdadero motor de cambio ha sido la elasticidad, que no ha dejado de ganar enteros en los ¨²ltimos a?os, mientras se incorporaban a la gimnasia moderna acrobacias cada vez m¨¢s complejas. Con tejidos que son el¨¢sticos en varios sentidos diferentes, los nuevos maillots esculpen los m¨²sculos de las atletas hasta el mil¨ªmetro, enfatiz¨¢ndolos a¨²n m¨¢s con su acabado refulgente, como de piel mojada. Las aplicaciones decorativas de cristales se han multiplicado tambi¨¦n para potenciar ese brillo, llegando a tal barroquismo que algunos maillots cuestan ya miles de euros. Poco tienen que ver con los atuendos que usaron las primeras gimnastas de los a?os 30, m¨¢s similares a un traje de ba?o de ¨¦poca con mal ajuste. La prenda salt¨® del deporte a la moda femenina gracias a Claire McCardell, la dise?adora norteamericana de mediados del siglo XX que tantas revoluciones trajo al armario femenino. Casi todas ellas, en pos de la comodidad, muchas inspiradas en el deporte y el ballet. En la d¨¦cada de los 40 present¨® un ins¨®lito body de cuerpo entero que cubr¨ªa piernas y brazos y que propon¨ªa llevar debajo de un vestido. Lo que entonces fue acogido con estruendo medi¨¢tico como un disparate, sabemos hoy que no era otra cosa que visi¨®n de futuro.
Tuvieron m¨¢s ¨¦xito sus bodies cortos dise?ados para emular blusas. Eran c¨®modos, favorecedores, no se arrugaban y pod¨ªan combinarse con multitud de faldas o pantalones, lo que entonces resultaba una novedad. La prenda tuvo bastante eco, pero fue ef¨ªmero. En los 70, los avances tecnol¨®gicos alumbraron versiones m¨¢s ajustadas del body que figuras televisivas como Jane Fonda y la misma Comaneci contribuyeron a popularizar, y la calle abraz¨® el athleisure por primera vez. Los dise?adores tomaron nota, y en los 80 nombres como Donna Karan y Azzedine Ala?a hicieron suya la prenda. El body cay¨® despu¨¦s en el olvido y resucit¨® en torno al a?o 2010, gracias en parte a la proliferaci¨®n de nuevas marcas de ropa low cost como Asos y Nasty Gal. Y sigue de plena actualidad, tanto entre las grandes cadenas como en el lujo cl¨¢sico y en las propuestas alternativas. As¨ª, los bodies con medias lunas de Marine Serre se convierten en sello distinguible de modernidad, mientras que los de Dior llegan a los eventos de alto copete bajo faldas midi o vestidos transparentes. En la calle ¨Ccuando el coronavirus lo permite¨C los bodies visten el d¨ªa a d¨ªa para ir la universidad o simplemente para salir a tomar algo. Y aunque tienen sus detractoras, tambi¨¦n cuentan con ventajas indudables: no se descentran, sientan fenomenal y permiten una libertad de movimiento total. Justo la libertad que ansiaba Nadia Comaneci en los 70, tanto en el gimnasio como en el f¨¦rreo r¨¦gimen de Ceausescu del que acab¨® huyendo en 1989. Su historia, como la de Simone Biles y la de tantas gimnastas, se erige sobre episodios mucho m¨¢s oscuros que un flamante maillot. Pero hoy no hemos venido a hablar de eso.
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