¡®Paga tu deuda¡¯: la denuncia viral que logra que las grandes marcas de moda cumplan con sus proveedores asi¨¢ticos
Las redes sociales han se?alado con el dedo a las compa?¨ªas que no han pagado sus pedidos a los talleres asi¨¢ticos. Ya hay una decena de firmas que se han retractado.
Los datos no est¨¢n claros. Las distintas asociaciones de trabajadores textiles en el sudeste asi¨¢tico aportan conclusiones confusas: la BGMEA (asociaci¨®n de trabajadores textiles y exportadores de Bangladesh) dice que en un 90% de los casos se ha pagado al personal de las f¨¢bricas y la crisis ha afectado ¡®solo¡¯ a 2 millones de trabajadores textiles. La plataforma Garment Diaries dice, sin embargo, que trabaj¨® el 80% (y durante los meses m¨¢s duros de la pandemia, abril y mayo), pero los salarios mensuales cayeron casi a la mitad, de 95 a 52 euros mensuales de media. Eso sin esclarecer a¨²n el n¨²mero de bajas por contagio y sin se?alar directamente aquellas f¨¢bricas que ayudaron a que la media descendiese, es decir, que no recibieron nada por los pedidos realizados.
Con las tiendas cerradas y las oficinas vac¨ªas, muchas grandes marcas (Marks and Spencer, Primark, GAP o Boohoo, entre ellas) decidieron parar la cadena de producci¨®n por la imposibilidad de dar salida a las prendas. El problema es que muchos de esos encargos ya estaban terminados, y sus productores no han recibido un c¨¦ntimo por ellos. ¡°Tengo 2000 trabajadores que mantienen con el salario a sus familias, unas 10.000 personas en total viven de esto. ?Qu¨¦ les digo sobre cu¨¢ndo van a recibir su dinero?¡±, se quejaba Mostafiz Uddin, el due?o de una de estas f¨¢bricas, en el diario The Guardian. El problema se agrava si tenemos en cuenta que, en zonas como Bangladesh, la industria textil es la principal fuerza econ¨®mica, y las mujeres conforman un 80% de su mano de obra.
Como recordaba la activista Livia Firth en una entrevista a SModa, ¡°es la primera vez que el consumidor se da de frente con noticias diarias que hablan de esta realidad¡±. Tanto, que el Workers right consortium, la organizaci¨®n que vela por los derechos de los trabajadores textiles en la zona, public¨® hace unas semanas un listado de marcas que s¨ª estaban actuando de forma y responsable y otro de empresas que no estaban pagando los pedidos. Una vez conocidos los culpables, las redes sociales se han puesto en marcha denunciando el problema y plantenado distintas iniciativas.
La primera fue Lost Stock, un proyecto nacido hace dos meses que busca dar salida a todas esas prendas que se han quedado en las f¨¢bricas. Tras rellenar un cuestionario con tallas y gustos, env¨ªan cajas con tres, cuatro o cinco prendas de distintas marcas a 50 euros la caja. Con cada compra, ¡°se paga medio mes de salario de un trabajador textil¡±, cuentan en su web. Env¨ªan a casi toda Europa y ya han vendido 100.000 unidades, o lo que es lo mismo, han salvado el mes a 50.000 trabajadores.
La segunda es #Payup (liquida tu deuda),? el hashtag que lanz¨® la asociaci¨®n Remake para que las grandes marcas pagaran por fin los pedidos estancados. Puede parecer una inicitiva demasiado simple, pero lo cierto es que la viralidad de la denuncia ha surtido efecto. Compartido m¨¢s de 70.000 meses en el ¨²ltimo mes (y con m¨¢s de 200.000 firmas en change.org), #payup ha logrado convencer a varias multinacionales, entre ellas, Zara Target, Levi¡¯s, Ralph Lauren o Gap, de que retribuyan los pedidos cancelados.
En total han logrado m¨¢s de 1000.000.000 de euros en pagos solo en Bangladesh y 15 mil millones globales. Se estima que esta cantidad es, sin embargo, solo un tercio de las deudas que deben las marcas a sus productores.
Aunque a¨²n queda mucho por hacer. No se trata solo de pagar encargos cancelados, tambi¨¦n de asegurar un futuro a la fuerza productiva de la industria. Aqu¨ª, como en casi cualquier otro sector, el mundo pospandemia genera m¨¢s preguntas que respuestas: si, por ejemplo,? las marcas, como muchas han anunciado, pretenden bajar la producci¨®n en favor de una oferta m¨¢s sostenible, ?mantendr¨¢n el mismo n¨²mero de personal en los talleres que subcontratan?. Por eso el siguiente paso que piden dar las organizaciones y los sindicatos tiene que ver con que las marcas aseguren de alg¨²n modo unos m¨ªnimos de producci¨®n (y de pagos) a la red de f¨¢bricas con las que cada una suele trabajar o, al menos, una suerte de salario base (recordemos que el sueldo medio de un trabajador textil en el Sur de Asia es de unos 90 euros, el salario m¨ªnimo) si vuelve a producirse alg¨²n corte en la cadena de suministro.
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