?Tiene la industria de la moda un problema de salud mental?
Competitividad, salarios bajos, horarios extremos¡?por qu¨¦ este sector siempre se asocia al estr¨¦s, la ansiedad y la depresi¨®n?
¡°Me tir¨® unos zapatos de Louboutin durante la sesi¨®n¡±, ¡°Me obliga a separarle la comida por ingredientes¡±, ¡°me culpaba de sus errores¡±¡la cuenta de instagram @fashionassistants suele mezclar en su muro testimonios an¨®nimos con memes que relatan el estr¨¦s que sufren los becarios y asistentes de estilistas por motivos realmente absurdos. Casi siempre se habla del problema de estr¨¦s que sufren los dise?adores de alto nivel. El tema (la gran cantidad de trabajo y presiones que soportan) desgraciadamente siempre sale a colaci¨®n cada vez que uno de ellos sufre un colapso. Raf Simons dej¨® en 2015 la direcci¨®n creativa de Dior por carecer de tiempo para pensar en sus colecciones; los insultos filmados de John Galliano, que le supusieron el ostracismo durante largos a?os, fueron consecuencia directa de su larga adicci¨®n al alcohol; Kate Spade, la dise?adora americana asociada a una est¨¦tica na?f y optimisma, se suicid¨® el a?o pasado v¨ªctima de una depresi¨®n. Alexander McQueen es el caso m¨¢s paradigm¨¢tico de hipersensibilidad e inestabilidad emocional, que tambi¨¦n termin¨® en suicidio hace nueve a?os.
Pero lo cierto es que en este gremio los dise?adores de primer nivel no son los ¨²nicos damnificados. El estr¨¦s desmedido, los salarios bajos o inexistentes o el abuso de poder atraviesan cualquier disciplina, del estilismo al dise?o pasando por las relaciones p¨²blicas. Y, como pasa en cualquier ¨¢mbito, los que est¨¢n debajo del organigrama suelen ser los peor parados.
En Estados Unidos un estudio llevado a cabo de por el centro de prevenci¨®n de enfermedades (US Centre For Disease Control) demostr¨® la estrecha correlaci¨®n entre los problemas de depresi¨®n y el trabajo relacionado con la moda. Se situ¨® como la s¨¦ptima ocupaci¨®n m¨¢s estresante, por debajo de los polic¨ªas, los trabajadores de f¨¢brica, los mec¨¢nicos, los militares o los granjeros pero por encima otras profesiones com¨²nmente catalogadas como dif¨ªciles, como la abogac¨ªa o las finanzas.
?Creatividad o explotaci¨®n?
El talento de un dise?ador siempre suele medirse a trav¨¦s del mito de la creaci¨®n sin medida. Cuentan que en sus inicios McQueen viv¨ªa en un peque?o s¨®tano y trabajaba, d¨ªa y noche, experimentando con materiales sin recursos econ¨®micos con los que apoyar su creatividad; que Galliano, al empezar, dorm¨ªa en su estudio porque nunca estaba lo suficientemente satisfecho con sus dise?os. Esa idea del genio que vive por y para su arte hace tiempo que se traslad¨® a las escuelas de moda. Los estudiantes de las m¨¢s prestigiosas normalmente se ven obligados a resolver grandes cantidades de trabajo en poco tiempo y a recibir duras cr¨ªticas por los resultados.
El pasado marzo, un estudiante de tercer a?o de la escuela de Amberes (cuna de Margiela, Dries van Noten o Demna Gvasaglia, entre muchos otros) se suicid¨®. La revista Business of Fashion dedic¨® un extenso reportaje a investigar los programas did¨¢cticos de la academia, cuyas pruebas de acceso son las m¨¢s duras de todas (el curso es gratuito y las clases no pueden exceder los 20 alumnos). En dicha investigaci¨®n, se describen los m¨¦todos acad¨¦micos como un reality show de estrellas del pop en el que juzgan con dureza y solo puede quedar uno. ¡°Hay un mont¨®n de gente que abandona o a la que se le invita sutilmente a marcharse por los comentarios continuos de los profesores hacia su trabajo¡±, cuenta un exestudiante. ¡°En muchos casos se acaba el curso con depresi¨®n¡±.
¡°Fue una ¨¦poca muy dura, la presi¨®n es constante por todas partes. Tienes que trabajar todo el rato; muchos profesores estaban bien pero otros parec¨ªan haber perdido la cabeza y parec¨ªa que compet¨ªan contigo. Casi me cost¨® la vida terminar la carrera. Ahora vivo mucho m¨¢s feliz trabajando en otro sector¡±, declara un estudiante ingl¨¦s en la revista Dazed and Confused en otro texto acerca de los m¨¦todos educativos de las escuelas de moda m¨¢s influyentes.
Entre lujos y sin llegar a fin de mes
Cuenta el soci¨®logo Owen Jones en una de sus columnas para The Guardian que las profesiones creativas son cada vez m¨¢s un monopolio de las clases altas, puesto que solo la gente adinerada puede trabajar por los salarios rid¨ªculos o inexistentes que ofrecen. La moda no es la excepci¨®n; es el paradigma de este desequilibrio.
En los ¨²ltimos cinco a?os, se han hecho p¨²blicas numerosas denuncias sobre becarios no remunerados en marcas de moda. Calvin Klein, Oscar de la Renta, Marc Jacobs, Donna Karan¡ se han enfrentado a denuncias de j¨®venes que alegaron trabajar m¨¢s de ocho horas diarias, cinco o m¨¢s d¨ªas a la semana, completamente gratis. Las hermanas Olsen se toparon hace dos a?os con una demanda colectiva de m¨¢s de cien personas por explotaci¨®n laboral en su marca de moda, la exitosa The Row.
¡°A veces me ten¨ªa que poner el despertador a las cuatro de la ma?ana. F¨ªsicamente estaba bien, pero mentalmente era como una m¨¢quina¡±, contaba sobre este asunto un relaciones p¨²blicas a Business of Fashion. La web Fashionista, que realiza un informe bianual sobre los salarios medios en el sector, afirma que, por ejemplo, un editor de moda no llega a ganar 24.000 euros al a?o de media (y eso en estados Unidos, donde los sueldos suelen ser m¨¢s altos).
Por supuesto, las cosas empeoran cuando se habla de empleados de f¨¢brica. El ¨²ltimo estudio sobre el tema, realizado por la universidad de Sheffield el pasado mayo, afirma que, a pesar de los mil y un comunicados de las marcas afirmando que el salario de los costureros ha mejorado, ¡°no ha habido ning¨²n cambio realmente significativo¡±.
El ¡®bullying¡¯, a la orden del d¨ªa
¡°La industria de la moda se enfoca en lo superficial. Trata de c¨®mo vestimos, c¨®mo actuamos, c¨®mo nos arreglamos¡la gente con problemas de autoestima puede llegar a experimentar depresi¨®n dada la competitividad de este sector¡±, contaba recientemente Antoinette Costa a prop¨®sito de la necesaria plataforma que ha creado junto a modelos, estilistas y otros representantes del gremio. Se llama Humans of Fashion, y pretende servir de ayuda, a trav¨¦s de la asesor¨ªa psicol¨®gica y la terapia de grupo, a todos aquellos que sientan c¨®mo su salud mental se quiebra debido a las pr¨¢cticas abusivas en el lugar de trabajo.
Otro estudio, lanzado este invierno por A Fashionable Pause, otra asociaci¨®n que ofrece cobertura legal a las v¨ªctimas de abusos laborales, aport¨® una conclusi¨®n alarmante: de los 640 profesionales encuestados, pertenecientes a todos os sectores de la industria, el 65% admitieron que el ¡®bullying¡¯ es habitual en sus respectivas empresas. El 81% admiti¨®, adem¨¢s, haberlo sufrido por parte de su superior. De ellos, el 72% afirmaba que el abuso consist¨ªa normalmente en la humillaci¨®n p¨²blica; el 60%, en la amenaza. ¡°Hay cientos de personas que matar¨ªan por tener tu puesto¡±, la frase m¨¢s repetida. La humillaci¨®n, en un mundo que busca una supuesta perfecci¨®n f¨ªsica y un estilo de vida elitista, puede venir de cualquier parte y por cualquier motivo:
?El problema es la competitividad. Algunos jefes te educan para pelearte con el de al lado. Piensan que as¨ª ser¨¢s m¨¢s productivo?, explica un miembro del equipo de dise?o de una firma de lujo europea. ?He llegado a ver a compa?eros insultarse. Este mundo es muy individualista, mucha gente busca ascender a cualquier precio?, comenta.
¡°Cuando trabajaba en una revista de moda me pidieron que, cuando saliera en videos, moderara mi acento porque ten¨ªa poco que ver con el de la audiencia, de clase alta. En otra, trabajando como redactora, mi jefa me dijo que la gente que hablaba como yo no sol¨ªa saber mucho de moda y le sorprend¨ªa que hubiera acabado trabajando en la industria¡±, escrib¨ªa la columnista Jessica Evan en Refinery 29. Su acento es el una joven de Liverpool en medio de un barrio pijo de Londres. ¡°Cuando trabajaba en moda, mis compa?eros me llamaban la atenci¨®n si ped¨ªa una quesadilla para comer¡±, admite en The Atlantic la escritora Amanda Lunch.
Las presiones psicol¨®gicas y econ¨®micas est¨¢n tristemente en todas partes. Pero la moda es de los pocos campos en los que gobierna una ley t¨¢cita: parece que sus empleados deben rendir un culto absoluto a su objeto de trabajo. Ser guapos, estilosos, creativos y trabajadores hasta el exceso aunque no lleguen a fin de mes, no les apetezca ir al gimansio cada tarde y, por extra?o que a algunos les pueda parecer, valoren su tiempo libre y su vida personal m¨¢s all¨¢ de ir de compras o a fiestas.
?La moda puede ser muy dura. Muchos dicen que es despiadada. Yo creo que es simplemente muy estresante?, contaba el exeditor de GQ Am¨¦rica John Januzzi, que ahora trabaja en Twitter, a Leandra Medine en una entrevista. ?Siempre tienes que ser perfecto. Te pasas el d¨ªa pregunt¨¢ndote si est¨¢s haciendo lo suficiente, si tienes los seguidores suficientes en Instagram¡.ahora tengo mi perfil lleno de fotos de mi perro. Echo de menos la moda, pero trabajar en un lugar donde esas cosas no son fundamentales me da mucha paz?.
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