?Trabajo con artesanos o explotaci¨®n cultural? Cuando los desfiles de moda son racismo estetizado
Un pol¨¦mico desfile en Colombia, en donde dos mujeres de la etnia Ember¨¢ Cham¨ª fueron puestas en la mitad de una pasarela, detona una interesante discusi¨®n en uno de los pa¨ªses que, por d¨¦cadas, ha creado estrechos v¨ªnculos entre los acervos artesanales y la moda.
Dos mujeres de la etnia Ember¨¢ Cham¨ª, una etnia que forman m¨¢s de 77.000 personas en el territorio colombiano, est¨¢n sentadas en la mitad de una pasarela de la feria local Eje Moda, en Colombia. Un video presentado en las pantallas de leds del fondo de la pasarela deja intuir que ellas forman parte de un grupo de artesanas que tejieron elementos con los que est¨¢n hechas las piezas que van a desfilar. Una carga a un beb¨¦. No sabemos sus nombres. No sabemos qu¨¦ hicieron. Miran al infinito. Permanecen sentadas. Mientras tanto, modelos en vestidos de ba?o desfilan a su lado sin interactuar con ellas. Esa invisibilidad, ese lugar silente, inerte, casi decorativo a las que las enfrenta la situaci¨®n, r¨¢pidamente se viraliza en las redes sociales y detona serias cuestiones ¡°?Por qu¨¦ est¨¢n ah¨ª?¡± pregunta la periodista colombiana Luz Lancheros ¡°como florero decorativo, como objetos de exhibici¨®n. Cualquier pa¨ªs colonizador con las personas racializadas del siglo XIX¡±.?
La puesta en escena, seg¨²n explic¨® luego la dise?adora de la marca de ropa de ba?o Madeira Exclusive, ten¨ªa la intenci¨®n de homenajearlas, pero, ?por qu¨¦ esto es un homenaje? y ?necesitan las comunidades ind¨ªgenas y artesanas en Colombia m¨¢s homenajes o, m¨¢s bien, necesitan urgentemente ser vistos como agentes en las mismas condiciones que los dise?adores con los que trabajan? ¡°Dijeron que quer¨ªan homenajearlas, pero es un acto de racismo. Se dan condiciones para que estas mujeres ind¨ªgenas sean exotizadas y luego vuelvan a su realidad, sin m¨¢s. No est¨¢n siendo part¨ªcipes de nada, solamente est¨¢n siendo instrumentalizadas por un extractivismo cultural que se ha repetido una y otra vez en la moda colombiana, pero tambi¨¦n en la moda global¡±, a?ade la periodista.
Efectivamente, los mecanismos naturalizados e invisibles que llevaron a la dise?adora, a sus productores, a los directores del evento, a los vide¨®grafos que tomaron el v¨ªdeo, a la community manager que subi¨® las im¨¢genes de Instagram a no ver con pasmosa conmoci¨®n esta escena habla, en realidad, de un racismo sist¨¦mico, soterrado, que parece proponer sin chistar a unos como salvadores de otros; habla de unos mecanismo que, aunque generan indignaci¨®n, no le son ajenos a la moda misma.??¡°La moda ha sido abanderada de salvar a un otro que lo necesita y lo ha hecho con una mirada que reproduce el poder mientras piensa que est¨¢ transformando algo. El problema de esto es que, en realidad, no cuestiona ni mueve las estructuras que marginalizan a las personas, por ejemplo, por la raza, solo las visten de una nueva est¨¦tica. No est¨¢n en la calle vendiendo, ni en la tienda de souvenirs: ahora est¨¢n en la pasarela. Es solo un desplazamiento est¨¦tico¡±, explica el profesor Edward Salazar, del doctorado de Estudios Latinos de la Universidad de California y autor del libro Estudios de la Moda en Colombia.?
La moda colombiana lo vuelve a hacer de la manera m¨¢s vergonzosa. Esta marca, en Eje Moda, pone a dos mujeres Embera con un bebe EN EL CENTRO DE LA PASARELA COMO FLORERO DECORATIVO, COMO OBJETOS DE EXHIBICI?N. Cual pa¨ªs colonizador con las personas racializadas en el siglo XIX. pic.twitter.com/cRoDELqXDr
— Lux Lancheros ? (@LuxAndLan) May 19, 2023
Pero asistimos a un momento en donde m¨¢s all¨¢ de los paternalismos y las condescendencias con las que se ha mirado a los otros, parece imperativo preguntarse, despu¨¦s de d¨¦cadas de trabajo de la moda con comunidades artesanales e ind¨ªgenas, ?d¨®nde est¨¢n los dise?adores ind¨ªgenas y afros? ?D¨®nde est¨¢n no solo representados sino como representantes de sus pueblos? ?Por qu¨¦ a pesar de todo, los mismos siguen siendo los due?os de las marcas? ¡°Si vamos a utilizar todas estas cosas que hacen parte de nuestro relato de diversidad, deber¨ªamos estar pensando otro camino diferente al extractivismo, para que estas comunidades no solo sean proveedoras, sino que puedan avanzar en condiciones iguales de creaci¨®n¡±, sentencia la periodista Lancheros.?El creador colombiano Juan Pablo Socarr¨¢s, reconocido por las Naciones Unidas como dise?ador para el desarrollo y quien lleva m¨¢s de 17 a?os trabajando con diferentes comunidades artesanales colombianas confiesa que uno de los caminos m¨¢s dif¨ªciles en la moda es transitar hacia la sostenibilidad y hacia la inclusi¨®n de comunidades de cualquier tipo: artesanos, ind¨ªgenas, poblaciones en contexto dif¨ªciles. ¡°Es un tr¨¢nsito que demanda un profundo ejercicio de deconstrucci¨®n y de aprendizaje. Por eso cuando veo las im¨¢genes de este desfile pienso: ?todos hemos pasado por ah¨ª! Todos hemos cometido esos errores. Al principio, cuando empezamos a trabajar con artesanos, todos queremos sacarlos, mostrarlos en el desfile, sin entender que para ellos eso no es necesario, ni grato. Es obligatorio que las marcas que quieran emprender este camino se informen, se asesoren para que su trabajo sea respetuoso¡±.
Las im¨¢genes de las mujeres Ember¨¢ en este desfile desataron una enorme avalancha de cr¨ªticas porque forman parte de una serie de im¨¢genes que vienen demostrando recientemente que mientras no haya un ejercicio colectivo y muy cr¨ªtico contra los discursos de marginalizaci¨®n, clase y racismo quiz¨¢ la moda, como lugar de producci¨®n simb¨®lico de sentido, no est¨¦ preparada masivamente para abrazar estas narrativas.
Hace unos meses otra marca local de vestidos de ba?o, Baobab, presentaba su colecci¨®n en el centro hist¨®rico de Cartagena, ep¨ªtome de lo colonial, poniendo a las palenqueras vestidas con polleras y turbantes blancos afuera, sin acceso al desfile y sirviendo para que invitados y modelos pasaran como en calle de honor, invocando para mucho ¡°ecos esclavistas¡±.?
Una vez m¨¢s vemos c¨®mo una marca de vestidos de ba?o recurre a la romantizaci¨®n del pasado colonial. Esta vez ocurri¨® en un evento de la marca baobab, en la ciudad de Cartagena, donde contrataron a mujeres racializadas para hacer un performance esclavista. pic.twitter.com/hFxvyN6cbD
— Valeria Akl (@ValeriaAkl) February 26, 2023
¡°Por este motivo la palabra deconstrucci¨®n ha tomado ese lugar tan relevante ?Qu¨¦ es lo que hay que deconstruir? la imagen y la mente colonial que nos acompa?a. Hay que revisar todas nuestras capas. Si uno no se desapega de esas capas que parecen naturales nunca va a dejar de entender al otro como un extra?o¡±, explica el profesor Salazar quien insiste en que antes de reclamarle cambios a la moda, hay que procurar un cambio individual: ¡°El primer trabajo es personal. Uno tiene que desafiar las estructuras que le acompa?an, la clase social a la que pertenece, el color de piel que habita y dudar de la unicidad de su relato, de sus certezas y entender de d¨®nde vienen esas certezas, entender que vienen de unas relaciones de poder que hemos heredado que son coloniales¡±.?Tras casi dos d¨¦cadas de trabajo con los artesanos, afinando lazos y agudizando protocolos, Juan Pablo Socarr¨¢s habla concretamente de trabajar bajo criterios muy claros de consentimiento, compensaci¨®n y reconocimiento que, por ejemplo, en las etiquetas de las prendas ¡°cocreadas¡± se reconozca los nombres de qui¨¦nes hicieron la pieza, de qu¨¦ generaci¨®n son, su regi¨®n y cu¨¢ntas horas se gast¨® en la creaci¨®n. ¡°Despu¨¦s de estos a?os de trabajo tengo clar¨ªsimo que ellos no quieren, ni nos est¨¢n pidiendo que los rescatemos, ni que los salvemos, porque ellos tienen claro su modo de vida, seg¨²n su cosmogon¨ªa. Claro que algunos quieren estar en desfiles en Par¨ªs, pero la idea es compartir capacidades y conocimientos para que las comunidades artesanales se vuelvan aut¨®nomas y sostenibles en el tiempo y decidan ellas qu¨¦ quieren hacer¡±.
M¨¢s all¨¢ de los aprendizajes que estos desatinos han producido al interior de las marcas locales, la conversaci¨®n nacional que ha desatado este tipo de eventos, pone de manifiesto que, por lo menos, el universo del gusto y de las im¨¢genes, siempre condenado al m¨¢s inocuo entretenimiento, empieza a ser visto con relevancia casi pol¨ªtica. ¡°Cuando miras los comentarios de la gente y ves c¨®mo reaccionan a las mujeres Ember¨¢ o ante discusiones m¨¢s recientes como las que ha desatado el desfile de Dior en M¨¦xico, hay muchos que piensan: aqu¨ª hay algo que est¨¢ profundamente mal. Hay otra gente que dice: s¨ª, est¨¢ mal pero se les est¨¢ ayudando, quisieron estar ah¨ª. Otros dicen: yo no veo el problema, no todos tienen que ser los due?os, lo importante es que participen y se les pague. En esa tensi¨®n hay, por fin, una transici¨®n en el paradigma de la moda, no hay una sola voz. Ya no hablamos si la moda es fr¨ªvola o no, al menos hablamos de si la moda es colonial o no, si es artesanal o no, si puede ser feminista, global o nacional. Se est¨¢ generando un debate important¨ªsimo sobre las im¨¢genes y sobre el gusto que no ten¨ªa lugar masivamente antes¡±, concluye Edward Salazar.
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