El coronavirus amenaza con acabar con el traje masculino como uniforme obligatorio en las grandes compa?¨ªas
Los c¨®digos se relajan al volver de cuarentena: la limpieza y la comodidad juegan en contra de la indumentaria cl¨¢sica masculina. ?A su favor? Sienta bien y simplifica las decisiones.
![El traje masculino fue creado para sentar bien a cualquiera (aunque pocos lo lucen como Don Draper).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QIQ67I66RVIYRE7UGWF5BPFVFU.jpg?auth=1b662fdb2cc48a01c5c891cfce659d95060343d614b700be752c75f028a7ca80&width=414)
Hace solo cuatro meses un consultor de KPMG pod¨ªa ganarse una llamada de atenci¨®n del jefe si no acud¨ªa en traje a su puesto de trabajo. Ahora, un mensaje a la entrada a su oficina principal en Madrid, en la Torre de Cristal, aconseja una vestimenta informal. ?Entre ambos momentos? El coronavirus. El traje, que requiere de la intervenci¨®n de una tintorer¨ªa para su limpieza, no resulta tan as¨¦ptico como un par de pantalones chinos y una camisa de algod¨®n, que pueden meterse en la lavadora a 60 grados.
La multinacional no es la ¨²nica empresa que ha tomado esta decisi¨®n. Sin que medie una circular, adoptan medidas similares en grandes despachos como P¨¦rez-Llorca u oficinas en las que empiezan a desescalar a sus trabajadores poco a poco: ¡°A menos que tenga una reuni¨®n importante, ahora me dejan ir m¨¢s informal¡±, cuenta Andr¨¦s, de 31 a?os, analista en un fondo de inversi¨®n.
No cabe duda de que el mundo no ser¨¢ el mismo en la inquietante ¡®nueva normalidad¡¯ en la que nos adentramos, tampoco en la ¡®nueva-nueva normalidad¡¯ que alcanzaremos cuando se consiga la vacuna. Pero no ser¨¢ tan distinto. Expertos y pensadores suelen coincidir en que la crisis supondr¨¢ un punto de inflexi¨®n, pero solo acelerando procesos que ya estaban en marcha. En moda, por ejemplo, la sostenibilidad, el comercio electr¨®nico o el triunfo de la comodidad. Quiz¨¢ tambi¨¦n, y en l¨ªnea con esto ¨²ltimo, el fin del hombre trajeado.
La comodidad se ha impuesto en la cuarentena: seg¨²n Nordstrom un 77% de estadounidenses cambi¨® su manera de vestir por una m¨¢s relajada durante los meses de confinamiento. No hace falta tener el ojo muy avizor para intuir que en Espa?a ha sucedido algo similar, con las ventas de ch¨¢ndales, leggings y camisetas dispar¨¢ndose desde marzo. El traje ya ven¨ªa tocado de antes: quedaba reservado para profesionales de contados sectores (banca, abogac¨ªa o consultor¨ªa) y hasta hab¨ªa perdido supremac¨ªa en instituciones como el Congreso. No es la elecci¨®n favorita para ellos: solo el 17% de los empleados europeos elegir¨ªa vestir traje y corbata, seg¨²n un estudio de We Are Testers para Dockers realizado el pasado septiembre entre 1.600 hombres mayores de 18 a?os. Fuera de la oficina la situaci¨®n empeora y un 85% afirma que no se siente c¨®modo llevando traje para realizar actividades personales.
![?Hay ciertas ideas que se transmiten a trav¨¦s de un traje: formalidad, rigor, seriedad, una cierta frialdad¡?, explica Carlos Primo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WOZCS77C4BP5RCIXDY5WWRUMCE.jpg?auth=29eff02e0e593ea0a308c395fc92ff30f8aaeb2a3cc77fc0f15e2ae2ee5e7583&width=414)
Indumentaria en declive, no es un invento reciente y como sucede con cualquier tipo de vestimenta, su significado excede lo est¨¦tico. Con ligeras variaciones, su uso se remonta m¨¢s de 200 a?os atr¨¢s, con el auge de la burgues¨ªa al finalizar la Revoluci¨®n Francesa. ¡°La sociedad deja de estructurarse alrededor de las cortes, la aristocracia y la vida social y empieza a hacerlo alrededor del trabajo y el dinero¡±, explica Carlos Primo, jefe de redacci¨®n de moda de Icon. Es lo que Fl¨¹gel llam¨®, en su libro Psicolog¨ªa del vestido, ¡®La Gran Renuncia masculina¡¯: ¡°El hombre abandon¨® su pretensi¨®n de ser considerado hermoso. De ah¨ª en adelante se propuso ser tan solo ¨²til¡±.?Se busca situar al hombre adinerado (que ahora trabaja) m¨¢s all¨¢ de los vaivenes de la moda, algo que se reserva para las mujeres, y se crea un uniforme que iguala. Precisamente esta idiosincrasia es la que podr¨ªa indicar que ni el coronavirus acabar¨¢ definitivamente con ¨¦l. ¡°El traje cl¨¢sico masculino estaba destinado a homogeneizar la figura y mantener una especie de neutralidad a todos los niveles. Hasta hace 30 a?os los hombres en su inmensa mayor¨ªa no hac¨ªan deporte, ni se cuidaban: los poderosos de todas las ¨¦pocas han tenido barriga, chepa, hombros ca¨ªdos¡ Se crea una prenda muy estructurada que le queda bien a todo el mundo e invisibiliza el cuerpo que hay debajo¡±, a?ade Primo.
A la vez se da forma a un c¨®digo que permite que todos est¨¦n seguros de ir bien vestidos en cualquier circunstancia, ¡°durante d¨¦cadas un hombre sab¨ªa que si se compraba un traje gris oscuro, una camisa azul clara y una corbata de un color m¨¢s oscuro que la camisa, iba a ir bien¡±.?Su auge discurre en paralelo al desarrollo de la cultura empresarial contempor¨¢nea. ¡°Era una herramienta de trabajo m¨¢s para garantizar que todos daban una imagen respetable de la compa?¨ªa¡±. Pero se impone como uniforme de trabajo porque era la prenda central de la indumentaria masculina, ¡°hace 50 a?os era muy normal que un hombre solo tuviera trajes¡±.
No es as¨ª desde los ochenta, cuando las gu¨ªas se relajan y cuando el hombre pasa de ser consumidor de ropa, a consumidor de moda. La laxitud de las normas tiene mucho que ver con el cambio de la cultura corporativa. El inter¨¦s masculino por la moda surge de manera progresiva: ¡°Tuvo una primera incorporaci¨®n en los ochenta con marcas como Ralph Lauren o Armani, otra en los noventa con la ropa deportiva y la incorporaci¨®n definitiva en los a?os dosmil, con Hedi Slimane, con Dior Homme y con la creaci¨®n de divisiones de moda masculina por numerosas firmas¡±.
![Todos los integrantes de la promoci¨®n de 1889 de la universidad Johns Hopkins, impecables en traje.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CRGAW3TQPZN3LE3QBSMXN2AYH4.jpg?auth=4d5e638b9e62d93b58123fccb0c5375feb14b66099bde4fe6871f50280093e71&width=414)
Dos siglos despu¨¦s de su imposici¨®n, los que lo usan a diario a¨²n gozan de las ventajas para las que fue concebido: ¡°Quitando la corbata, el traje es muy c¨®modo por la ma?ana porque no tienes que pensar. Adem¨¢s, sienta muy bien¡±, declara Alberto, 32 a?os, trabajador en una empresa p¨²blica y uno de esos pocos hombres que lo viste por decisi¨®n, sin que forme parte del c¨®digo de su organizaci¨®n. ¡°Hay ciertas ideas que se transmiten a trav¨¦s de un traje: formalidad, rigor, seriedad, una cierta frialdad¡ que no son simplemente una cuesti¨®n indumentaria, son parte de la cultura empresarial y profesional¡±, apunta el jefe de redacci¨®n de Icon. Impresiones muy diferentes de las que emite por ejemplo una camiseta.
¡°La experiencia del teletrabajo durante el confinamiento puede haber cambiado la percepci¨®n¡±, opina Carlos, 38 a?os, abogado en uno de los grandes despachos de la capital. ¡°Por primera vez hemos tenido videoconferencias recurrentes en el ¨¢mbito del trabajo, con compa?eros, con jefes y tambi¨¦n con clientes, en camisa m¨¢s informal o incluso en polo. ?Habr¨¢ perdido en tres meses el traje su status de prenda oficial? No creo que haya sido suficiente pero s¨ª una prueba de que cabe flexibilizar la vestimenta¡±, a?ade el abogado. Por algo similar apuesta Primo: ¡°Las profesiones en las que ha sobrevivido el traje son muy escenogr¨¢ficas. Hay toda una puesta en escena que tiene que ver con grandes sedes, reuniones¡ Si en el derecho han permanecido las togas, ?por qu¨¦ no va a sobrevivir el traje?¡±. Entre el traje con corbata y el vaquero con camiseta hay todo un mundo de f¨®rmulas intermedias que, al menos de momento, se posicionan como claras vencedoras.
![Hace tiempo que la pasarela se atrevi¨® a romper con la sacralidad del traje. En la imagen, desde la izda., las propuestas masculinas primavera-verano 2020 de Dior, Louis Vuitton y Givenchy.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XBCMMVXPORPPPP55D3X6WGU7SQ.jpg?auth=3045f1d76b711ba9b74d1102163be7e02a73165c155987df54bcec033e480bc5&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Patricia Rodr¨ªguez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F9908c42f-4937-4159-a058-f8b2f716378e.jpg?auth=24430e75645bf530bb1381d69959fd49c4970fb1d4ee39459143c3359d11a6ab&width=100&height=100&smart=true)