Un pa¨ªs decente, por Ana Pastor
?Lo que me preocupa como madre es que mi hijo tire de la intolerancia para afrontar lo que no comparte?
Pues s¨ª. Las cosas a veces son como parecen. Una piensa que hemos avanzado en algunos terrenos y llega la realidad para estropear el titular. Gabriel tiene 31 a?os y se acababa de sentar en una de las pocas mesas vac¨ªas que quedaban en el restaurante Vips de la Plaza de los Cubos, en Madrid. Cito el nombre y paso a explicar lo ocurrido.
Gabriel y su amigo se refugian de la lluvia all¨ª dentro en un d¨ªa de primavera extra?o. Son las tres de la tarde y el primero a¨²n no sabe que, por primera vez, se sentir¨¢ peque?o, diferente y hasta paralizado. En mitad de la conversaci¨®n, el amigo le da un abrazo y le planta un cari?oso beso en la boca. Y entonces, cuando a¨²n Gabriel ni ha reaccionado al lindo est¨ªmulo, un hombre de unos 40 a?os que come en la mesa de al lado, con mujer e hijos, comienza a gritar. Se siente ofendido por lo que acaba de presenciar porque piensa que es un mal ejemplo para sus hijos. Los peque?os asisten at¨®nitos a la escena que est¨¢ montando su padre. El padre quiere que Gabriel y su amigo sean expulsados del restaurante. Hasta aqu¨ª la versi¨®n de Gabriel.
Podr¨ªamos pensar que es muy susceptible y que ha exagerado. Podr¨ªamos pensar que quiz¨¢ aquel hombre no grit¨®, simplemente le hizo un comentario ir¨®nico y en voz baja a su se?ora sobre el beso y sobre lo llamativo que le resultaba que los protagonistas fueran dos chicos¡ quiz¨¢. Por eso, busco una segunda versi¨®n de este hecho que no es la noticia del d¨ªa, pero que muestra muchas cosas. Me pongo en contacto personalmente con el director de Recursos Humanos del Grupo Vips y le digo que voy a escribir sobre un incidente ocurrido en uno de los establecimientos. No le doy m¨¢s datos que el lugar y la fecha. Unas horas despu¨¦s me devuelve la llamada y, con su versi¨®n, me confirma que Gabriel no exageraba ni mucho menos. El se?or ofendido no solo mostr¨® una actitud muy agresiva hacia la pareja del beso gritando que se marcharan de all¨ª, sino que exigi¨® a los trabajadores de Vips que al menos les alejaran, o les cambiaran a otra mesa, como castigo a un hecho tan ?grave?. Y ah¨ª es donde el titular me devuelve una sonrisa. El gerente del establecimiento se neg¨®. Y varios clientes comenzaron a levantarse indignados con lo que escuchaban. Uno incluso se acerc¨® y le dej¨® bien claro que su reacci¨®n era hom¨®foba, adem¨¢s de contravenir nada menos que la Constituci¨®n, donde, se?or ofendido, se dice que nadie debe ser discriminado por su religi¨®n, sexo, raza, etc¨¦tera.
Gabriel y su amigo, que ya estaban en pie para marcharse dolidos y horrorizados con tanto exabrupto, regresaron a su sitio arropados por esa ola de decencia. El se?or ofendido pidi¨® su cuenta y abandon¨® el lugar al ver que se hab¨ªa quedado solo. Tanta paz lleves como descanso dejas.
Se?or ofendido: lo que a m¨ª me preocupa como madre es que mi hijo sea el personaje que insulta y humilla a una pareja. Lo que me preocupa como madre es que mi hijo tire de la intolerancia para afrontar lo que no comparte o lo que no entiende. Y lo que me tranquiliza es que mi hijo vive en un pa¨ªs donde, como le pas¨® a Gabriel, la mayor¨ªa de los espectadores de la pat¨¦tica escena eligieron la decencia. Lo que deseo como madre, se?or ofendido, es que eso sea la norma y no una excepci¨®n.
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