Olga Ravn, escritora: ?Estar m¨¢s de cinco horas sentados deber¨ªa ser ilegal?
?Y si pensar que la inteligencia artificial que viene a destruirnos fuese una ¨®ptica muy patriarcal? Hablamos con la autora de este y otros dilemas que plantea su novela ¡®Los empleados¡¯.
En el futuro muchas cosas son distintas. Los humanos conviven con los humanoides, los ni?os no existen, porque no son productivos, y las percepciones sensoriales pueden ser reales o programadas. Una cosa, sin embargo, no ha cambiado: los lugares de trabajo son espacios jer¨¢rquicos, alienantes y regidos por una jerga incomprensible de palabrer¨ªa corporativa. Partiendo de unos textos para una exposici¨®n, la dramaturga y poeta danesa Olga Ravn (Copenhague, 1986) ha construido en Los empleados (Anagrama), que fue finalista del premio Booker Internacional, lo que un amigo suyo bautiz¨® como ¡°la novela del trabajo del siglo XXII¡±. Son 130 p¨¢ginas hechas a partir de informes que los tripulantes de la Nave Seis Mil escriben a su departamento de Recursos Humanos mientras orbitan a trav¨¦s del planeta Reciente Descubrimiento.
?Cu¨¢l fue el origen de la novela?
Cuando estaba emergiendo, la gran artista danesa Lea Guldditte Hestelund me pidi¨® que escribiese un par de p¨¢ginas para el cat¨¢logo de su primera exposici¨®n en solitario. Visit¨¦ su estudio, vi sus esculturas y me habl¨® de lo que estaba preparando. Me vol¨® la cabeza. Hab¨ªa una profundidad en su pr¨¢ctica que encontr¨¦ muy poco habitual. Convenimos que escribir¨ªa algo de ficci¨®n. Llevaba tiempo queriendo escribir sobre el trabajo y durante a?os tambi¨¦n hab¨ªa albergado el sue?o de escribir ciencia ficci¨®n. Lea me dio el valor para hacerlo, tambi¨¦n porque al principio pensaba que solo ella lo escribir¨ªa. Empec¨¦ a escribir; y odio decirlo, pero la hice en un mes, escribiendo cinco d¨ªas a la semana unas tres o cuatro horas. Lea y yo intercambi¨¢bamos ideas constantemente y, llegadas a un punto, le dije: ¡°Creo que esto es una maldita novela¡±, y ella se ri¨®. Esta experiencia es muy distinta a la del artista sufriente, que ha sido durante a?os la identidad a la que cre¨ªa que ten¨ªa que aspirar. Menos mal que he dejado esa tonter¨ªa atr¨¢s.
Tengo entendido que dej¨® su trabajo en una oficina el mismo d¨ªa que entreg¨® Los empleados.?
S¨ª es cierto. Ten¨ªa un trabajo corriente de oficina y entonces me qued¨¦ embarazada de mi primer hijo. Volv¨ª de la baja maternal y de repente todo eso me parec¨ªa absurdo y hasta grotesco. Ven¨ªa del mundo blando del cuidado y el olor a leche, donde no hay d¨ªa ni noche, de estar abierta y alerta a las necesidades de un ni?o peque?o que literalmente se morir¨ªa si yo no lo cuidaba. Ser madre sac¨® el velo de mis ojos. Un beb¨¦ no entiende que hemos decidido que trabajamos ocho horas y libramos otras ocho. Me di cuenta de que esta manera de vivir est¨¢ pensada para gente que no cuida de otras personas. Y tambi¨¦n encontr¨¦ que mi oficina ten¨ªa unas expectativas de lealtad a la empresa que yo encontraba rid¨ªculas. Despu¨¦s de terminar la novela debo decir que me parec¨ªa cada vez m¨¢s dif¨ªcil seguir en ese ambiente y desde entonces he sido aut¨®noma. ?Creo que estar sentado durante m¨¢s de cinco horas deber¨ªa ser ilegal!
?Cu¨¢l es su eufemismo favorito de la jerga corporativa?
La expresi¨®n ¡°recursos humanos¡± es hilarante. Te lo dice todo. Mentes y cuerpos humanos como recursos, como combustible o tierra. ?Nunca te f¨ªes de Recursos Humanos!
El ensayo contempor¨¢neo est¨¢ muy enfocado en los asuntos laborales y el malestar derivado del trabajo, pero la novela parece haber abandonado el trabajo como tema. ?Es momento de volver ah¨ª?
En Escandinavia hemos
tenido bastantes novelas de lugar de trabajo. Y tambi¨¦n creo que, por ejemplo, algo
como El diablo viste de Prada es una novela de oficina cl¨¢sica. S¨ª que es cierto que
hemos visto muchos retratos d el familia y de la esfera dom¨¦stica como fondo para el
individuo y su lucha. Yo estoy cansada del individuo, me interesa mucho m¨¢s el grupo.
Tenemos muchos retratos de grupo en la literatura pero suelen ser de familias
nucleares. A mi me interesaba escribir sobre otro tipo de grupo en nuestras vidas, los
compa?eros de trabajo.
?Son todas las empresas jer¨¢rquicas, incluso las que presumen de no serlo?
Si, la jerarqu¨ªa es inherente a todo grupo de personas. En el trabajo, en las familias, en
los grupos e amigos, en todas partes. Creo que uno debe reconocer esa jerarqu¨ªa y
quiz¨¢ as¨ª puedes salir y entrar de tu rol en el sistema. Es importante que la gente que
llega al poder, como jefe o como el amigo con m¨¢s dinero o lo que sea se d¨¦ cuenta de
que su poder le separa de lo s otros miembros del grupo, y esa es la ¨²nica manera de
gestionar ese poder.
?Cu¨¢l es su reacci¨®n instintiva ante la inteligencia artificial? Muchos escritores y periodistas se sintieron amenazados con el nuevo ChatGPT.
Esa es una ¨®ptica muy patriarcal, quiz¨¢ incluso ed¨ªpica. La idea de que lo que creas te querr¨¢ destruir. No estoy segura de eso. Me gusta mirar la inteligencia artificial m¨¢s desde una perspectiva materna. Creo que si creamos algo tendr¨¢ nuestras cualidades ego¨ªstas y destructivas pero tambi¨¦n la maravilla, la curiosidad y la ternura de los humanos.
En la ciencia ficci¨®n, a menudo se busca que el lector empatice con los humanos, no con los humanoides. Pero sus humanoides son muy vulnerables. ?Quer¨ªa que el lector se pusiera de su lado?
No se trata de escoger un equipo. Quer¨ªa que el lector no estuviera seguro muchas veces de si estaba leyendo a un humano o a un humanoide. En realidad no hay humanos ni androides, solo lenguaje. El paisaje de la imaginaci¨®n entrando en la mente del lector. De alguna manera el libro sugiere que la imaginaci¨®n puede ser un catalizador del cambio. Me gustar¨ªa quiz¨¢ meterme un poco con ese binarismo entre racionalidad y fantas¨ªa.
Cuando empez¨® a pensar en c¨®mo ser¨ªa el siglo 22, ?qu¨¦ es lo primero que se le
ocurri¨®?
En realidad no tengo ni idea sobre en que periodo est¨¢ situado el libro. Tiene lugar en
un tiempo imaginado, literario. Fue un amigo m¨ªo que me dijo al leer un borrador, que
era ¡°una novela de trabajo en el siglo XXII¡± y como broma lo puse en la contraportada
de la edici¨®n danesa. Cuando sali¨® la edici¨®n brit¨¢nica, pensaron que era casi parte del
t¨ªtulo.
Los empleados de Amazon se manifestaron con pancartas que dec¨ªan ¡°somos humanos, no robots¡±. ?Las empresas tienden a preferirnos no-humanos?
Esa es una pregunta importante. Si volvemos a la noci¨®n de ¡°recursos humanos¡±, creo
que el conflicto de Amazon est¨¢ claro. C¨®mo estamos considerando al trabajador?
Como un recurso sin cara o como una persona con derechos? Este visi¨®n nunca se ha
ido y ha continuado en el Sur global, pero ahora tambi¨¦n pasa en lugares del mundo
de los que estamos pendientes. Es como una relaci¨®n preindustrial entre el empleado
y el empleador, previa a los sindicatos y sin derechos. En el caso de Amazon, fue eso lo
que sancionaron. Se puede decir que para que algo sea barato, para que contin¨²e la
producci¨®n, alguien tiene que pagar el precio. Para que el comprador tenga un
descuento y el productor sus ganancias, el que paga el precio puede ser el trabajador
en un taller, un r¨ªo contaminado, tu propio cuerpo expuesto a toxinas¡nada es nunca
barato y alguien siempre paga el precio.
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