Delpozo deslumbra con su faceta m¨¢s artesanal en la NYFW

La luz puede cambiar por completo la percepci¨®n de un dise?o. Josep Font, director creativo de Delpozo, eligi¨® una nave luminosa en el muelle 59, con vistas al r¨ªo Hudson, para presentar su ¨²ltima propuesta. ?Quer¨ªa un espacio todav¨ªa m¨¢s peque?o. Para m¨ª, lujo es sentarse en un desfile y ver la ropa con luz natural, poder casi tocar los tejidos, apreciar de cerca el patronaje, las texturas¡­?, explica Font.

Como en las piezas de Balenciaga o Madame Gr¨¨s que atesora el Metropolitan de Nueva York, los compradores solo necesitan ver las costuras del interior para reconocer la firma y aceptar su precio. Font deja su huella en cada una de las estructuras. Construir una silueta es un ejercicio de ingenier¨ªa. ?Meses de modelado sobre un maniqu¨ª?, apunta. Una de las faldas, por ejemplo, consta de 375 piezas. Un total de 39 salidas, en las que la est¨¦tica de la cinta Metr¨®polis ¨C?que es un tema arquitect¨®nico, industrial, fr¨ªo y rob¨®tico?¨C encuentra su pareja perfecta en Daria Petrilli, ?una ilustradora digital, que tiene un punto rom¨¢ntico y un colorido maravilloso?.

?El problema siempre es el tiempo. Me limita mucho?, reconoce. Pero son las tiendas las que imponen el ritmo. En enero la marca present¨® su primera l¨ªnea prefall. ?Las ventas han ido mejor de los que esper¨¢bamos?, cuenta Font, que ya est¨¢ trabajando en las colecciones crucero y primavera-verano 2017. En mayo Delpozo abrir¨¢ boutique en Londres. ?No puedes ir en contra del mercado?, dice. Sin embargo, el suyo es un ejercicio preciosista cercano a la costura. ?Casi todo es manual. Hacemos los bordados en el estudio. Jam¨¢s en China. Toda la producci¨®n es en Espa?a: en talleres de Sevilla, Zaragoza¡­ Queremos revalorizar el bordado, que sea moderno, nuevo y espa?ol. En un mundo tan global, tienes que diferenciarte?, resume.

El d¨ªa antes Rodarte celebr¨® su d¨¦cimo aniversario en el interior de un almac¨¦n sin ventanas. En lugar de luz natural, una instalaci¨®n de Bureau Betak con tubos de ne¨®n fluorescentes, rosas y una nube de niebla que recorr¨ªa el suelo de cemento. En primera fila, Kirsten Dunst; y en el muro de inspiraci¨®n, el Caff¨¨ Trieste de San Francisco, donde Coppola escribi¨® El Padrino. Una puesta en escena cinematogr¨¢fica que refleja el estado an¨ªmico (y profesional) de las dise?adoras de esta firma de Los ?ngeles: Kate y Laura Mulleavy llevan un a?o trabajando en su primera pel¨ªcula. Las prendas que llegar¨¢n a las tiendas conforman una fantas¨ªa rom¨¢ntica de piel, encaje, volantes, detalles art nouveau¡­ Dise?os muy aplaudidos que tendr¨¢n que demostrar que tambi¨¦n son rentables. Muchos cr¨ªticos apuntan que las ¨²nicas piezas que funcionan a nivel comercial son las camisetas y sudaderas de las l¨ªneas comerciales (como Rosarte).

Para Stuart Vevers, dise?ador de Coach desde 2013, ?el lujo contempor¨¢neo no tiene reglas. No tiene que ser formal ni tener un determinado precio. Tampoco tiene que ser excepcional. Puede ser algo tan sencillo como una camiseta bien dise?ada?, reflexiona. Su incorporaci¨®n a esta ense?a hist¨®rica del made in USA fue un revulsivo. Desde entonces, cada temporada repite (y ampl¨ªa) su visi¨®n de los arquetipos americanos. ?La repetici¨®n es una estrategia?, aclara. ?Cuando haces un cambio tan radical, es importante ser constante?. Beisboleras con parches ¨C?algunos decorados con bordados?¨C, minifaldas evas¨¦, abrigos de lana de oveja¡­ ?Hay algo de El renacido [de I?¨¢rritu]. Son piezas que han vivido otra vida. Sin pieles. Todas las texturas son de lana?, describe. Seg¨²n Vevers, el savoir faire yanqui, a diferencia de la artesan¨ªa europea, gana cuando parece imperfecto.

En un negocio que mueve millones la palabra final la tienen las ventas. ?Sabemos que llegamos a un p¨²blico amplio, de todas las edades; y queremos seguir creciendo. De Alexa Chung a Catherine Deneuve?, as¨ª describe Michael Kors el perfil de su mujer. Un enfoque que se traduce en brocados pero tambi¨¦n en jeans; eso s¨ª, bordados con plumas de avestruz de azul ¨ªndigo.