10 a?os de ¡®Spring Breakers¡¯, una oda al ag¨®nico malestar de una generaci¨®n desnortada
Violenta, desafectada y ambigua, ¡®Spring Breakers¡¯ es el ¡®Thelma y Louise¡¯ para mileniales. Tan extra?amente libre y melanc¨®lica en el vac¨ªo de sus personajes.
Pese al salto generacional, a veces es f¨¢cil sentir la furia color chicle de las chicas de Spring Breakers (2012). Hace ahora 10 a?os se estrenaba este explosivo retrato del malestar adolescente contempor¨¢neo firmado por el provocador cineasta y artista estadounidense Harmony Korine, figura bastante inclasificable que debut¨® en los a?os noventa con el guion de Kids, para adentrarse luego como director en una particular po¨¦tica de la cultura trash americana. Spring Breakers, oda al ag¨®nico desfase de una generaci¨®n desnortada, convirti¨® a dos reinas Disney (Selena Gomez y Vanessa Hudgens) en socias del crimen junto a Ashley Benson y Rachel Korine.
Calificada en su d¨ªa como un noir de playa, se trata de una pel¨ªcula de vacaciones de instituto narrada con el ritmo l¨ªquido de un coloc¨®n de droga. As¨ª, en pleno ¨¦xtasis, bajo la postal de una id¨ªlica puesta de sol de Florida, cubiertas con un pasamonta?as rosa con un unicornio bordado en la frente, abrazadas como hermanas, sin soltar el fusil de asalto de sus manos, las amigas de Spring Breakers bailan la balada Everytime, de Britney Spears, alrededor de un piano de cola blanco. Al teclado, con voz suave, se sienta un mat¨®n de mala muerte con la cara ani?ada de James Franco, un inquietante gangsta sepultado en pastillas y dientes de oro. Violenta, desafectada y ambigua, Spring Breakers es el Thelma y Louise para mileniales. Tan extra?amente libre y melanc¨®lica en el vac¨ªo de sus personajes.
Esa secuencia a lo Pussy Riot es un videoclip ind¨®mito que rompe los l¨ªmites de la cursilada y la violencia, con un James Franco caricaturizado como rapero, chulo y camello. Le siguen los pasos estas adolescentes que se han escapado de un castillo de princesitas a lo Hannah Montana para convertirse en las n¨¦mesis de los ?ngeles de Charlie. Fiesteras y descerebradas, sin rumbo alguno y armadas con biquinis fl¨²or, este pelot¨®n de mercenarias acababa dando mucho mal rollo y una vuelta de tuerca al mito del grupo salvaje. De forma imprevista, las cuatro chicas vaticinaron el estado de ¨¢nimo alucinado de los a?os que estaban por venir.
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