?Nos estamos cansando del selfi? El paulatino y sorprendente regreso de las c¨¢maras anal¨®gicas
Durante los ¨²ltimos tiempos se ha experimentado un rescate de la imagen nost¨¢lgica y natural que ofrecen las c¨¢maras anal¨®gicas y digitales
Una generaci¨®n acostumbrada a disponer de m¨²ltiples herramientas e informaci¨®n de forma instant¨¢nea e ilimitada es, precisamente, la que est¨¢ poniendo de nuevo sobre la mesa el encanto de aquellos objetos que invitan precisamente a lo contrario y que, por consiguiente, requieren de un proceso. Cada vez es m¨¢s frecuente el inter¨¦s y el uso de las c¨¢maras anal¨®gicas ¨Dlas de carrete, de toda la vida ¨D, por parte de aquellas personas cuyas im¨¢genes de la infancia est¨¢n impresas a d¨ªa de hoy gracias a ellas. ¡°Tomamos un mont¨®n de fotos que duran lo que tardamos en cambiar de m¨®vil. Sin embargo, casi todos conservamos ¨¢lbumes de cuando ¨¦ramos peque?os que son recuerdos de nuestra vida, lugares a los que volver y revisitar¡±, comentan Crist¨®bal Benavente y Marta Arquero, responsables de la tienda Sales de Plata, que ya es una parada obligatoria para los amantes de este tipo de fotograf¨ªa.
Efectivamente, hoy los eventos y encuentros sociales vuelven a ser materializados para siempre gracias al proceso qu¨ªmico de este tipo de fotograf¨ªa, en los festivales se est¨¢ empezando a ver a gente que guarda el m¨®vil y saca una c¨¢mara desechable en su lugar. Se retorna a la inquietud del d¨ªa del revelado para toparse con el resultado final y conservarlo como un tesoro, En definitiva, la fotograf¨ªa se valora como sin¨®nimo de belleza, melancol¨ªa y memoria. Adem¨¢s, al ofrecer un servicio limitado, ya que el carrete no es infinito, se escoge con mayor precisi¨®n aquello que es importante y se desea conservar, por lo que tiene un v¨ªnculo emocional con la persona que hace la foto, algo que con el uso de los smartphones se ha perdido para una gran parte de la poblaci¨®n. ¡°Actualmente, tenemos im¨¢genes de absolutamente todo lo que hacemos y vivimos, tenga valor o no. Ahora, las fotos de tu boda se entremezclan con la imagen de las tostadas con tomate que has desayunado la semana anterior¡±, reflexiona Clara Sanz, Social Media Strategist en la agencia creativa Est¨¢ Pasando.
Reestructurando prioridades
Normalmente, despu¨¦s de hacer un selfi o de pedir una foto para un potencial post para redes sociales, se lleva a cabo un escrutinio de todos los supuestos defectos del rostro y del cuerpo de un modo casi obsesivo. Dicha imagen se estudia desde todos los ¨¢ngulos y, en algunas ocasiones, se recurre a editarla y a los archiconocidos filtros, modificando hasta lo irreconocible a las personas que aparecen en ella. Tanto es as¨ª que, seg¨²n un art¨ªculo de la UOC (Universidad Oberta de Catalunya), el Boston Medical Centre habla de la ¡°dismorfia del selfi¡±, haciendo referencia al trastorno que padecen quienes se someten a cirug¨ªas pl¨¢sticas con el prop¨®sito de parecerse a s¨ª mismas cuando se aplican filtros de redes sociales.
Como respuesta a esta realidad, se crearon redes sociales alternativas como BeReal, que naci¨® en 2020 para luchar contra esta falta de realidad y los complejos que derivan de Instagram y otras aplicaciones, ofreciendo una opci¨®n menos artificiosa especialmente acogida por la Generaci¨®n Z, que ha mostrado una clara preocupaci¨®n por la salud mental. No obstante, esto tampoco ofrece una soluci¨®n efectiva ya que, tal y como indica Clara Sanz, ¡°desde el instante en que puedes elegir el momento de hacer la foto y puedes repetir la imagen pierde un poco su sentido¡±.
Sin embargo, lo que ocurre cuando se contemplan fotograf¨ªas anal¨®gicas es lo contrario: suelen agradar a pesar de tal vez no sean perfectas, o de que las personas que aparecen en ella no salgan del todo favorecidas; gustan porque son el recuerdo de un momento determinado y de lo que se sent¨ªa entonces, as¨ª como una ventana para entender c¨®mo miran los otros: ¡°La fotograf¨ªa anal¨®gica es autenticidad y realidad. Es ver las fotos de tu cumplea?os en torno a una tarta y que haya una mancha en el mantel; es tener chocolate en el moflete y acordarte de lo bien que lo pasabas en esas fiestas¡±, afirma Clara Sanz.
Precisamente esas imperfecciones son las que, posiblemente, los millenials echan tanto de menos, y muchos otros j¨®venes de las Generaci¨®n Z a?oran por ni siquiera haberlas vivido. Efectivamente, se puede pensar que el auge de las c¨¢maras anal¨®gicas surge como respuesta a la necesidad de naturalidad perdida tras tantos a?os de perfecci¨®n fingida, de volver a utilizar la fotograf¨ªa como un medio de expresi¨®n y como herramienta para materializar recuerdos. En el caso de las c¨¢maras desechables, adem¨¢s, se a?ade el atractivo de no conocer c¨®mo ser¨¢ el resultado hasta el momento del revelado, lo que es para muchos j¨®venes una experiencia totalmente diferente a lo que est¨¢n acostumbrados.
El creciente inter¨¦s por parte de dichos sectores de la poblaci¨®n se identifica f¨¢cilmente: los responsables de Sales de Plata, que cuenta ni m¨¢s ni menos que con 23.000 seguidores, explican que reciben cada d¨ªa un mont¨®n de preguntas con respecto al manejo y las caracter¨ªsticas de las c¨¢maras ya que muchas personas que tienen curiosidad acerca de la materia nunca antes hab¨ªan tenido contacto con ella, ni siquiera en la infancia: ¡°Lo curioso es que es muy com¨²n en personas mayores la pregunta: ?pero esto sigue existiendo? Hay una gran diferencia de perspectiva seg¨²n edades con respecto a la fotograf¨ªa anal¨®gica: los que lo ven como un medio creativo y lleno de posibilidades y los que vivieron su ca¨ªda a comienzos de los dos miles, vendieron todo su equipo y sienten que es un medio obsoleto¡±, confirman Crist¨®bal Benavente y Marta Arquero.
Nostalgia sin filtros
Existen incontables herramientas de edici¨®n fotogr¨¢fica que facilitan esa apariencia vintage que tanto se ha tratado de conseguir. Esta fijaci¨®n, de hecho, viene de lejos. Muchos j¨®venes adultos recuerdan ahora esos a?os de adolescencia en los que se pasaban horas frente a la pantalla del ordenador visitando cuentas de Tumblr en las que reinaba esta est¨¦tica. Era bastante com¨²n desear vivir dentro de los videoclips de Video Games o Summertime Sadness, de Lana del Rey, que estaban envueltos en el romanticismo que reside en los archivos caseros, en el metraje encontrado ¨Dfalsos documentales¨D y, en general, en esa atm¨®sfera que parec¨ªa proceder del pasado, e incluso de los sue?os. Eran im¨¢genes que lograban conmover porque mostraban secuencias por las que se sent¨ªa a?oranza a pesar de no haberlas vivido.
¡°Volver al pasado significa regresar a la comodidad, a lo familiar, al lugar en el que uno se siente seguro. Quiz¨¢s esto explica por qu¨¦ ahora hay chavales j¨®venes disparando fotos en conciertos de trap con m¨®viles de hace a?os y tom¨¢ndose la molestia de pasar estas fotos al ordenador. O gente rodando videoclips con c¨¢maras de MiniDV. Es el mismo tipo de nostalgia por la que Wim Wenders incluye en la pel¨ªcula Paris, Texas, escenas de hace a?os en pel¨ªculas de Super 8: nos mueve atr¨¢s¡±, concluyen Crist¨®bal Benavente y Marta Arquero.
Esta atracci¨®n por la nostalgia y por el peso emocional de las im¨¢genes se traduce visiblemente en cifras, ya que hashtags como #filmphotography cuentan con 40.764.153 seguidores y cada vez es m¨¢s com¨²n observar v¨ªdeos como este, en la que parejas actuales imitan las fotograf¨ªas que se hac¨ªan sus padres cuando ten¨ªan su edad, llenando las redes sociales de una retrospectiva ochentera y noventera que, si bien no se consigue exclusivamente con c¨¢maras anal¨®gicas, s¨ª que se caracteriza por la nostalgia de ese tiempo desprovisto de tanta impostaci¨®n. ¡°Las personas queremos volver a sentir la naturalidad, tener referencias en las que basarnos sin temer que todo sea falso. Estamos hartos de no poder creernos lo que vemos, de ser bombardeados con mensajes que no son reales y que generan sentimientos t¨®xicos sin motivo. Creo que es una tendencia que deber¨ªa mantenerse y promoverse por todos los creadores y eso les dar¨ªa un valor a?adido¡±, comenta Clara Sanz con respecto a la moda de las im¨¢genes tomadas con c¨¢maras anal¨®gicas en redes sociales.
Esta industria experiment¨® un declive evidente con la llegada de la digitalizaci¨®n y ya en 2012 el periodista Ram¨®n Peco se preguntaba en un art¨ªculo de El Pa¨ªs si la fotograf¨ªa anal¨®gica sobrevivir¨ªa. En ¨¦l, se estudiaba la delicada situaci¨®n que atravesaban estas empresas. Tambi¨¦n se escrib¨ªa acerca de la apuesta de Otrowski, que vend¨ªa sus propias fotograf¨ªas positiv¨¢ndolas con materiales qu¨ªmicos de la mejor calidad, y que afirmaba que dicha propuesta hab¨ªa tenido cierto ¨¦xito porque las motivaciones detr¨¢s de la misma iban m¨¢s all¨¢ de los n¨²meros. ¡°Puede parecer una afirmaci¨®n rom¨¢ntica, y probablemente lo es, pero no hay que olvidar que el negocio de la fotograf¨ªa alimenta muchos sue?os. Y para algunos esos sue?os no pueden ser plasmados con la tecnolog¨ªa digital¡±, reflexionaba entonces Ram¨®n Peco.
Tal vez este sea el quid de la cuesti¨®n. Charlotte Wells logra plasmar toda esa melancol¨ªa con los v¨ªdeos caseros de Sophie en Aftersun. No es balad¨ª que una pel¨ªcula que habla de la memoria y la supervivencia de las im¨¢genes en el cerebro gire en torno a estos archivos, ni que el recuerdo de la ¨²ltima noche de Sophie con su padre en aquel hotel de Turqu¨ªa sea una fotograf¨ªa instant¨¢nea hecha con una Polaroid. Ese momento crucial, materializado con una c¨¢mara anal¨®gica, es la prueba f¨ªsica de que todas esas escenas existieron, a pesar de que ahora est¨¦n borrosas y se confundan con las de su ¡°c¨¢mara mental¡±. La consternaci¨®n que genera esta imagen ¨²nica con sabor a regalo de despedida, no se hubiera logrado con un selfi perdido entre otros miles que se guardan en la galer¨ªa del tel¨¦fono; esa Polaroid deja de ser una imagen y se convierte en un tesoro, en lo que todav¨ªa se puede tocar cuando lo dem¨¢s se ha ido, en un peque?o resquicio de aquel instante.
No es anal¨®gica, pero s¨ª pertenece a un tiempo pasado
Independientemente del ¨¦xito que est¨¢ suponiendo la vuelta de la fotograf¨ªa anal¨®gica, existe otro fen¨®meno que no deber¨ªa obviarse y que est¨¢ directamente relacionado con la vuelta de las tendencias Y2K, tan de moda durante los ¨²ltimos tiempos: el uso de las c¨¢maras digitales. Seguro que muchos millenials recuerdan llevar siempre una en el bolso de la misma manera que se guardaban las llaves o el tel¨¦fono m¨®vil, as¨ª como llegar a casa despu¨¦s de una agradable reuni¨®n con amigos o un viaje, enchufarla al ordenador y descargar todas las fotos. Quiz¨¢s tambi¨¦n resida en la memoria ese flash que te?¨ªa los ojos de rojo y la piel de blanco nuclear, o las escenas en las que celebridades que entonces estaban en la cresta de la ola, como Paris Hilton, las portaban como una extensi¨®n de la mano.
En redes sociales tambi¨¦n es bastante com¨²n observar fotograf¨ªas realizadas con este tipo de c¨¢mara, influencers incluidos. De hecho, No es algo aislado encontrar v¨ªdeos en la que parejas actuales imitan las fotograf¨ªas que se hac¨ªan sus padres cuando ten¨ªan su edad, llenando Instagram de una est¨¦tica retro gracias a las c¨¢maras digitales.
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