Salir por la puerta grande
¡°Es importante reconocer cu¨¢ndo uno debe alejarse por un tiempo de su realidad¡±
El 29 de diciembre a las 23:28 horas compr¨¦ los billetes Madrid-Nairobi. Fue lo ¨²ltimo que hice antes de acostarme, mientras daba los ¨²ltimos sorbos a una infusi¨®n de canela, jengibre y clavo. El proceso de compra dio error tres veces y a cada intento fallido un mismo pensamiento m¨¢gico atravesaba mi mente y me preven¨ªa de no volver a intentarlo: ¡°Obviamente, se trata de una se?al. No debes ir¡±. Me sent¨ªa jugando a la ruleta rusa y estuve cerca de no apretar el bot¨®n una cuarta vez, pero lo hice y, en esta ocasi¨®n, se despleg¨® de inmediato en la pantalla del iPhone la tira superior de notificaciones que mostraba la entrada del correo de confirmaci¨®n de reserva en mi bandeja de Gmail. As¨ª comenz¨® una cuenta atr¨¢s de apenas 15 d¨ªas: el 12 de enero estar¨ªa volando a Kenia para pasar unos d¨ªas con mi mejor amiga, Sara, que vive en Nairobi desde hace siete largu¨ªsimos a?os.
He estado en varios pa¨ªses del continente africano por una mezcla de razones profesionales y personales que me han llevado a conocer su realidad desde un ¨¢ngulo menos favorecedor al que se percibe en los safaris, y a palpar la textura m¨¢s ¨¢spera de su realidad. La inseguridad, el desorden, las incompatibilidades culturales; la tensi¨®n del cuerpo en estado de alerta. De volver a sentir esa tensi¨®n es de lo que mis pensamientos pretend¨ªan alejarme. Pero el cuarto intento de compra hab¨ªa funcionado, de forma que ya no hab¨ªa vuelta atr¨¢s. Salir de uno mismo en nombre del amor o la amistad (que son la misma cosa) es una de las sensaciones m¨¢s bellas y poderosas disponibles para ser experimentadas. Revisitando aquellos d¨ªas me doy cuenta de c¨®mo, una vez m¨¢s, la comida est¨¢ presente en pr¨¢cticamente todas las im¨¢genes. Algunos de los recuerdos m¨¢s poderosos que atesoramos cuentan con la presencia de sabores y texturas que funcionan como pegamento, fijan las vivencias en la mente. En cualquier destino (especialmente si, como yo, odias sentirte turista) bucear en la gastronom¨ªa local es esencial para completar la sincronizaci¨®n del cuerpo con el nuevo entorno.
Como no era la primera vez que visitaba Kenia, ten¨ªa ya identificados algunos de mis platos y alimentos favoritos. Los chapatis, los curris, la fruta y las cremas de verduras son las cosas que siempre intento comer all¨ª. En concreto, los curris de pescado suelen ser excepcionales (el arroz lo preparan con leche de coco), especialmente en las zonas de costa. El chapati es una masa deliciosa que usan como acompa?ante ¡ªnuestro pan espa?ol¡ª, pero que personalmente podr¨ªa considerar como primero, segundo y postre. Se elabora con harina integral, agua y sal a fuego alto, semejante al naan indio. El puesto callejero m¨¢s cutre que encuentres ser¨¢ el que mejor las prepare. Como snack, la ca?a de az¨²car es riqu¨ªsima. Si ves a un individuo con un carro cargado de tallos verdes y alargados, que pela y parte en pedazos con una especie de machete, aseg¨²rate de comprar un par de bolsas de este delicioso dulce natural.
Visitar queser¨ªas y pasar tiempo elaborando con sus artesanos es, tambi¨¦n, una de las cosas que me ayudan a sentirme en casa all¨¢ donde est¨¦: el olor de la leche calent¨¢ndose en la cuba, que torna el ambiente dulce y h¨²medo, es igual en cualquier parte del mundo, y mi cerebro lo interpreta como un safe place. El viaje a Kenia result¨® ser una purga, un reencuentro no solo con mi amiga sino tambi¨¦n conmigo misma. Es importante reconocer los momentos en los que uno debe alejarse por un tiempo de su propia realidad. No es necesario cambiar de continente, a veces basta con retroceder un par de pasos. Celebrar las salidas por la puerta grande, con la misma efusividad con la que celebramos las entradas.
*Clara Diez es activista del queso artesano.
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