¡®Ay, Campaneras¡¯: folcl¨®rica contra folcl¨®rica, el podcast que sac¨® la copla del armario
Su creadora, la investigadora y docente Lidia Garc¨ªa, ha decidido tomarse un descanso de uno de los programas revelaci¨®n de la pandemia.
Sacar del armario la copla, el cupl¨¦ o la zarzuela y hacerlo con humor, picard¨ªa y retranca cr¨ªtica y feminista. ?Le podemos pedir m¨¢s a un podcast? Ay, Campaneras se toma un merecido descanso, pero ah¨ª queda su primera temporada, canelita fina para nuestros o¨ªdos.
?C¨®mo??Qu¨¦ se ha terminado Ay, Campaneras? ?Pero c¨®mo va a ser eso? ?Y ahora qu¨¦ vamos a hacer sin nuestra entrega quincenal de sicalipsis y cr¨ªtica cultural? En los mentideros de las redes no se habla de otra cosa despu¨¦s del sorpresivo comunicado de nuestra folcl¨®rica favorita del podcast casero: Lidia Garc¨ªa, tambi¨¦n conocida como Queer Ca?¨ª Bot en sus vidas digitales, divulgadora de cultura popular, feminismo y activismo LGBT+. ?Bollera, coplera y de clase obrera. Investigadora y docente en la Universidad de Murcia?, se autodefine en Twitter. Erudita ligera y brillante comunicadora, a?adimos, ya que consigue transmitir con su propio estilo el gracejo de la ¨¦poca y los g¨¦neros ?chicos? que quiere divulgar. ?Esta muchacha es un portento! ?Pero cu¨¢ndo volver¨¢? ?Y qu¨¦ haremos las devotas? Calma, os lo contamos todo.?
Se dice que si es por una tesis, se dice que si es para descansar, pero la verdad del cuento es que haber creado el podcast revelaci¨®n de la pandemia con una tem¨¢tica tan poco esperable como la m¨²sica popular espa?ola bien necesita un tiempo de pausa y reflexi¨®n. ?Para m¨ª este tipo de m¨²sica siempre ha sido un lugar feliz y el confinamiento me parec¨ªa el momento perfecto para compartir ese refugio¡±, nos cuenta Lidia. Y vaya si lo ha hecho. Pero ahora, como todas las grandes, ha de retirarse moment¨¢neamente del escenario para seguir regal¨¢ndonos material de primera.?
?Ha sido un proceso muy divertido. Ni siquiera ten¨ªa un micr¨®fono, hasta el cap¨ªtulo 10 no me hice con uno. Un oyente me mand¨® una grabadora y todo?, vaya, un modo sutil de decirle que las condiciones t¨¦cnicas eran mejorables. Y es que los caminos del podcast son inescrutables. ?Qui¨¦n le iba a decir a Lidia que esa formaci¨®n de podcast para la docencia que recibi¨® semanas antes de que empezara la pandemia cristalizar¨ªa en Ay, Campaneras, un programa quincenal sobre copla y feminismo que acabar¨ªa teniendo m¨¢s de 150.000 escuchas en pocos meses? As¨ª, usando el micro del ordenador, con la cadencia p¨ªcara de su locuci¨®n y grandes temas como los que episodio tras episodio nos regala, se lanz¨® con Coplas para salir adelante, el primer episodio, sin saber lo que estaba a punto de provocar. ?A qui¨¦n no le va a gustar una buena copla destripada en sus claves hist¨®ricas, pol¨ªticas y de ra¨ªz? ?A qui¨¦n no le resuenan de una u otra manera todas esas canciones??
Lo queramos reconocer o no, forman parte de nuestra memoria cultural y sentimental, y a lo mejor no son ni mucho menos tan casposas y conservadoras como cierta parte interesada de la historia ha querido hacernos creer. Que la dictadura se apropiara de la potencia cultural y social de todos estos g¨¦neros no significa que no podamos quitar esa serie de velos para poder disfrutar de ellos y comprenderlos a una nueva luz: la de la cr¨ªtica cultural con perspectiva de g¨¦nero. ?Son g¨¦neros musicales muy desconocidos. Se da la paradoja de que est¨¢n asentados muy firmemente en nuestro imaginario, y a ellos nos unen v¨ªnculos emocionales fuertes, porque para muchas son esas canciones que cantaban nuestras abuelas, o nuestras madres cuando limpiaban. Y sin embargo sabemos muy poco de ellas, y en cuanto rascas un poco revelan historias y visiones del mundo muy, muy sorprendentes?. Como que en temazos de la copla o en n¨²meros ic¨®nicos de las variedades de principio del siglo XX podemos descubrir m¨¢s de una identidad queer o, cuando menos, historias alejadas de la heteronorma. No hay m¨¢s que escuchar con atenci¨®n el episodio Folcl¨®rica contra folcl¨®rica: la copla l¨¦sbica, donde se aclara (o se a?ade m¨¢s misterio) el legendario affaire entre Imperio Argentina y Marlene Dietrich, o nos acercamos con otra mirada a las m¨ªticas Ay, Maricruz, Maricruz, maravilla de mujer¡ o Ay, mi Roc¨ªo, manojito de claveles¡. ?Ay, esos benditos pipazos entre nuestras divas de la canci¨®n!?
Los 25 episodios de Ay, Campaneras forman un viaje complejo y diverso por las entretelas a toda esta m¨²sica por redescubrir. ?Tiene tant¨ªsimo que ense?arnos¡?. La escucha del podcast ha unido a generaciones, ha despertado pasi¨®n conect¨¢ndonos con episodios pasados de nuestra historia com¨²n. Y es verdad, de la mano de Lidia, cual Pers¨¦fone de las catacumbas de nuestra memoria cultural como pueblo, vamos saboreando historias, motivos, lecturas secretas, descubriendo personalidades m¨¢s all¨¢ de los topicazos, dej¨¢ndonos sorprender y enamorar por un acervo riqu¨ªsimo y subversivo en muchas ocasiones. Y adem¨¢s, lo hace con humor y amor. Es as¨ª como ha conseguido enganchar a diferentes edades.??Lo ha escuchado much¨ªsima gente joven que a la vez tambi¨¦n lo ha escuchado con su madre, con sus abuelos. Hace falta cuidar el v¨ªnculo generacional, que muchas veces est¨¢ muy deslavazado, y la m¨²sica es un canal fant¨¢stico para comprender a otras generaciones. A trav¨¦s de ella se puede hablar de todo un contexto cultural?.??
Y efectivamente, esa conexi¨®n emocional, elemento clave para que un podcast funcione, se ha producido y se produce al escuchar Ay, Campaneras. Sumado a ello, el combo virtuoso entre amateurismo t¨¦cnico y desenfadado rigor acad¨¦mico ha resultado el mejor acierto para lograr lo que Lidia quer¨ªa, al fin y al cabo: divulgar. ?Gracias al podcast he conseguido romper esa brecha que existe entre lo que investigamos en nuestros despachos acad¨¦micos y congresos. Desde la universidad tenemos que devolver ese conocimiento a la sociedad, y m¨¢s cuando, como es mi caso, estamos estudiando m¨²sica popular?. Recogiendo el esp¨ªritu de los fanzines y las radios libres, este modo de comunicar riguroso pero a la vez libre, combativo y disfrut¨®n, Lidia ha conseguido forjar una inesperada comunidad coplera en redes y fuera de ellas, sue?o anhelado de todo podcaster. Y, ahora, ?qu¨¦ haremos? ?Nos quedaremos cual Concha Piquer en La ni?a de la estaci¨®n esperando a que un nuevo episodio de Ay, Campaneras pase? Tranquilas, la radio p¨²blica ha venido en nuestro rescate. Hoy empieza todo, el programa despertador de Radio3, ha fichado a Lidia como colaboradora. Las yonkis de la copla cr¨ªtica ya tenemos nuestra metadona. Como dir¨ªa ella para despedirnos: ?cuidaos y cuidad? mientras os encomendais a la escucha y el universo de la copla. Golpe de bata de cola y ?ol¨¦!
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