Combates de poes¨ªa, la l¨ªrica al micr¨®fono
Hemos encontrado a los poetas en los bares, en las calles, a bordo de un autob¨²s. Representando sus propios versos en un escenario. Sometidos a la votaci¨®n del p¨²blico. Popularizando la poes¨ªa y haci¨¦ndola espect¨¢culo.
Hay ciberpoes¨ªa, micropoes¨ªa, polipoes¨ªa, electr¨®nica y de acci¨®n; maratones l¨ªricos con kil¨®metros de versos, poemas visuales, y tambi¨¦n combates en toda regla, los conocidos como poetry slam. M¨¢s que malos tiempos para la l¨ªrica, lo que corren son nuevos tiempos. Los poetas de ahora, cautivos de la palabra tanto como de la tecnolog¨ªa, no huyen del mundanal ruido y sus cacofon¨ªas, sino que los frecuentan. Aman la extravagancia (o no), manifiestan una acusada predisposici¨®n hacia la oralidad y olfatean el espect¨¢culo a distancia. Son expertos en el arte de mezclar y dar cauce a lo ?trans?. Tan pronto meten a la poes¨ªa en el mismo saco que a los t¨ªteres, como la echan a bailar o la teatralizan.
Esto ¨²ltimo es lo que pasa en el slam, la ¨²ltima de las fiestas literarias, la versi¨®n m¨¢s esc¨¦nica del recital. Un lance que debe su nombre al boxeo y llega con la tarde-noche a bares y caf¨¦s, pero tambi¨¦n a s¨®tanos, iglesias o a la intemperie. Por ejemplo, en el caf¨¦ Libertad de Madrid o en los bares Abrehui o Bodeg¨®n de Ja¨¦n, una vez al mes (¨²ltimo mi¨¦rcoles y jueves respectivamente), se citan los vates m¨¢s osados de los alrededores para mostrar sus destrezas con el ripio en cuesti¨®n de tres minutos, que es lo que marca la ley slammer. Y lo hacen bajo la mirada de ojos como platos del p¨²blico, que vota con una pizarra y sin piedad, y se reserva el derecho al abucheo o los v¨ªtores. Para el ganador, los honores y un premio simb¨®lico.
Este h¨ªbrido de poes¨ªa y teatro, que mira descaradamente a la performance y tiene aires de competici¨®n atl¨¦tica, se resuelve en varios rounds. Hay quien lo llama cabaret de poes¨ªa o simplemente, poes¨ªa oral. Y ya ha sido saludado como ?el club de los poetas vivos?. Naci¨® en un antro de jazz de Chicago, The Green Mill, por obra del activista cultural Marc Smith, que lo dise?¨® a la medida del pugilato en 1983. Y no ha hecho sino crecer, al ritmo de las nuevas formas de expresi¨®n art¨ªstica.
En Espa?a ha llegado a Barcelona, Madrid, Ja¨¦n, Granada, Mallorca, Ciudad Real y Toledo. Y est¨¢ a punto de caer en M¨¢laga, Salamanca y Gij¨®n. Como guinda, el pr¨®ximo 27 de abril se celebrar¨¢ en Ja¨¦n el Gran Slam Nacional (www.poetryslammadrid.blogspot.com). Esto no para, y ya cunden esos poetas avanzados que son los slammers, muchos de ellos dedicados curiosamente a la ense?anza. ?Hacemos talleres para alumnos de Secundaria y para adultos, para quienes quieren soltarse a leer sus poemas, y as¨ª hacer nueva cantera?, explica Silvia Nieva, poeta y miembro de la asociaci¨®n que organiza el poetry slam de Madrid.
Lo que hay que saber antes de salir al escenario (previa inscripci¨®n), apunta Francisco David Murillo, alias El Cable Azul, es que ?se presta especial atenci¨®n a la presencia esc¨¦nica, a la manera en que el poeta defiende su texto, que ha de ser propio. Y no se permite utilizar disfraces ni artilugios para enfatizar?. Indicado contra el aburrimiento, estudiado como revitalizaci¨®n de la tradici¨®n oral, el slam tiene tres cosas en com¨²n con el f¨²tbol y otras gestas deportivas: tensi¨®n, p¨²blico y la adrenalina del directo. Y marca el camino a los nuevos poetas y a un p¨²blico tambi¨¦n nuevo, que aqu¨ª s¨ª manda. Nada que ver con ?los ¨¢mbitos m¨¢s elitistas, en los que son poetas los que juzgan a poetas?, subraya Nieva.
El mundo necesita verdad y la poes¨ªa ayuda a transmitirla?. Silvia Nieva, que forma parte del grupo Melintres junto a la titiritera Myriam Rat¨¦s y la m¨²sica M¨®nica Prada, cree tambi¨¦n que son buenos tiempos para la creatividad, la expresi¨®n y el verso (no as¨ª para la l¨ªrica m¨¢s acad¨¦mica). ?Ahora que todo lo que hace ruido est¨¢ prohibido, la poes¨ªa puede llenar los bares sin molestar?.
Para la Chica Met¨¢fora, que ha hecho de esta figura ret¨®rica la sombra tras la que oculta su otra identidad, no sopla el viento a favor. ?Si no hay dinero para pan, no pidas libros. Que te publiquen siendo conocido hoy es complejo; que lo hagan siendo desconocido es una osad¨ªa editorial. Falta gente dispuesta a tirarse a la piscina en el mundo literario. Hay que escuchar m¨¢s a los que tienen algo que decir y exigir a los acomodados en las esferas de la cultura que faciliten el camino a otros?.
El Cable Azul, alias tras el que se esconde Francisco David Murillo, se lo toma con humor, que ¨¦l mezcla con cierta mala uva, ritmo, aliteraci¨®n, el poeta Ogden Nash, los beat y el rock. ?Suelo decir con sorna que soy el eslab¨®n perdido entre Jane Austen y Hunter S. Thompson, y no bromeo del todo; me gusta mezclar referencias bastantes dispares, lo pop con la alta cultura, a Moli¨¨re con Rob Liefeld y el tocino con la velocidad?. Alaba la labor de ?los editores independientes que, gracias a la tecnolog¨ªa, est¨¢n haciendo cosas muy interesantes. Hay mucha morralla, mucha pose, mucha ¨ªnfula hueca, pero siempre encuentras un blog o un slammer realmente buenos?. Para subir al estrado, Murillo se encomienda, dice, a George Carlin, Jardiel Poncela y Paco Mart¨ªnez Soria. Nunca termina un poema al escribirlo; a¨²n queda lo dem¨¢s. A su entender, el slam ¨Cque lo sepan los puristas¨C ayuda a desdramatizar la poes¨ªa; a no tomarse demasiado en serio como poeta y a engordar la agenda personal. ?Hemos recitado en sitios incre¨ªbles, desde el Ateneo o el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid a las calles de Ja¨¦n o un autob¨²s?.
Ethan Spooner, arquitecto, alba?il y alma del slam de Ja¨¦n, que import¨® de su Chicago natal, tambi¨¦n es optimista. Si no, no dir¨ªa: ?La poes¨ªa puede cambiar el mundo?. Para continuar: ?He visto c¨®mo ayudaba a alumnos problem¨¢ticos a integrarse en sus clases y c¨®mo creaba un espacio de di¨¢logo para personas con ideas pol¨ªticas distintas?. Aqu¨ª, primero ech¨® a andar el Proyecto Slam, en el colegio Andr¨¦s de Vandelvira, con fines did¨¢cticos. Era julio de 2009 y entonces solo funcionaba el torneo de Madrid alentado por el Instituto Goethe. ?Trajimos de EE?UU a Joaqu¨ªn Zihuatanejo, campe¨®n mundial de slam y profesor de escritura creativa, y a la poeta Natasha Carrizosa. Fue todo un ¨¦xito y naci¨® el Slam Ja¨¦n para la ESO, y despu¨¦s el poetry slam, que se ha consolidado como una cita cultural mensual popular?, recuerda Spooner. Para rizar el rizo, en Ja¨¦n y antes de la contienda, se venden por calles y plazas del centro ?europoemas? o poemas por un euro. Y claro, en el slam pasa de todo. ?Un d¨ªa la organizaci¨®n se olvid¨® de llevar el premio y el p¨²blico empez¨® a sacar cosas de sus bolsos y a d¨¢rselos al ganador. Hasta una piel de serpiente?, cuenta Nieva.
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