El estilo ecl¨¦ctico de Lydia Azzopardi
Estambul marc¨® su infancia y Londres -con Carnaby, Chelsea, Biba y los Stones- su adolescencia. Lleg¨® a Espa?a en los 80 para bailar y se qued¨®. El resto es historia.
"Mi t¨ªa Artemis era muy elegante, vest¨ªa con sombreros y guantes". Lydia Azzopardi ten¨ªa cuatro o cinco a?os cuando su t¨ªa materna, modista de alta costura, le ense?aba Jour de France, Vogue o Tatler y le preguntaba si le gustaba esto o aquello. ?Pas¨¦ mucho tiempo de mi ni?ez en su taller. Ten¨ªa sus clientas y unas 15 personas trabajando. Pod¨ªa hacer cualquier cosa, aunque su especialidad era la sastrer¨ªa de la escuela de Balenciaga y de Dior?. A ella le debe su obsesi¨®n por la est¨¦tica. ?Me gustaba abrir su vestidor, sacar las cosas y componer bodegones. Tuvo una gran influencia sobre mi gusto y mi punto de vista en cuanto a la elegancia. Me ense?¨® a valorar el buen gusto?.
De nacionalidad brit¨¢nica, Lydia naci¨® en Estambul en una familia de ra¨ªces armenias, griegas e italianas. ?He vivido distintas culturas y o¨ªdo muchas lenguas. Constantinopla era un crisol de culturas y religiones, un ambiente de gran riqueza para m¨ª. El traslado de la familia a Londres a mis seis a?os fue un cambio significativo; me sent¨ª un poco desplazada. A?oraba la comida mediterr¨¢nea hasta que mi madre encontr¨® en el Soho algunos productos importados por italianos?.
Moda y m¨²sica. El Londres que le aguardaba no pod¨ªa ser m¨¢s sugerente. ?Vi a los Stones por primera vez a los 14 a?os. No eran nadie entonces, tocaban en un club de Richmond?. La ciudad vibraba como Par¨ªs en los a?os 20. ?La moda era bonita y espont¨¢nea, entr¨¦ en ella de un modo precoz a trav¨¦s de la m¨²sica. Nadie ten¨ªa mucho dinero; compr¨¢bamos de segunda mano, busc¨¢bamos cosas interesantes y mezcl¨¢bamos prendas de los a?os 20 y 30, cualquier cosa creativa?.
Triunfaba el pop y todo se mov¨ªa en Carnaby Street y en Chelsea. ?Ossie Clark me encantaba, tambi¨¦n Mary Quant, pero era demasiado cara para nosotros, as¨ª que acab¨¢bamos en BIBA. Mi primer traje lo compr¨¦ por cinco libras esterlinas en la primera BIBA, un local de cinco por cinco entre Earls Court y High Street Kensington?.
A los 16 a?os lo m¨¢s importante era independizarse. ?Vender ropa en una boutique era habitual, incluso prestigioso. Mi primer trabajo fue en Aquascutum. Cargaba gabardinas de arriba abajo. Trabajaba a la espera de una beca para estudiar danza. Si quer¨ªas algo, ten¨ªas que buscarlo. Quer¨ªa salir de casa, as¨ª que viv¨ª en muchos sitios, incluso en un piso cuchitril por un tiempo?.
Le gustaba el teatro, pero era buena dibujante y pens¨® estudiar Dibujo o Ilustraci¨®n. ?Mi familia se traslad¨® un a?o a Estambul donde tuve una profesora de dibujo armenia que era fant¨¢stica. Ten¨ªa un taller con tres personas, era como si estuvi¨¦ramos en una buhardilla parisina de 1800, con una modelo desnuda que dibuj¨¢bamos de modo acad¨¦mico una y otra vez. Par¨¢bamos, tom¨¢bamos un caf¨¦ y segu¨ªamos?.
De vuelta a Londres quiso entrar en la Central School of Art, sin embargo la danza se cruz¨® en su camino con una beca para la London Contemporary Dance School. ?En la vida coges el primer tren que viene. Bailaba desde los ocho a?os. El tren m¨¢s pr¨¢ctico entonces fue la danza?.
Rojo de labios, ballet y drama. Era el momento del Off, del Living Theatre y de compa?¨ªas innovadoras como la de J¨¦r?me Savary, Grand Theatre Panique. ?Cuando lo pienso, me doy cuenta de que esas vivencias son las que me han hecho ser tan ecl¨¦ctica y me han ayudado en el dise?o de vestuario para nuestra compa?¨ªa, Gelabert-Azzopardi, y para las coreograf¨ªas que Cesc ha creado para otros, como Baryshnikov?.
Bailarina, dise?adora y profesora de danza, ?a finales de la d¨¦cada de los 70 me pidieron dar clases en Mudra, la Escuela del Ballet du XXe Si¨¨cle de Maurice B¨¦jart, donde estuve dos a?os. Luego me fui a Roma y en los 80 me llamaron del Instituto del Teatro de Barcelona. All¨ª conoc¨ª a Cesc Gelabert y enseguida fue alguien importante en mi vida?. Poco despu¨¦s formaron su compa?¨ªa y se instalaron en Barcelona. ?Hemos viajado mucho y eso me ha salvado. Soy gitana de coraz¨®n. Tengo esp¨ªritu n¨®mada y mezcla de razas, eso me impide asentarme en un solo lugar?.
Si algo la identifica son sus labios pintados con carm¨ªn. ?En Londres imit¨¢bamos a Twiggy. Me maquillaba en el ba?o y me lo quitaba al volver a casa para que mi madre no me viera?. No tiene predilecci¨®n por marca alguna. ?Lo que manda es el color?. Las barras se disponen en su tocador junto al Acqua di Rose de Santa Maria Novella y el perfume Chance de Chanel. ?No soy esnob. Compro lo que me gusta, puedo hacerlo en Zara, Mango o Cos. Si me enamoro de algo, no renuncio, como este vestido de flores de Nicole Farhi que vi en Londres. Fue un flechazo. Las cosas que me gustan procuro conservarlas para siempre?.
En su vestidor conviven magn¨ªficas prendas vintage, vestidos de su t¨ªa Artemis y sombreros. ?Mi ¨²ltima adquisici¨®n es uno de Givenchy?. Mobiliario bien escogido, fotos y recuerdos de una fruct¨ªfera vida art¨ªstica, buena m¨²sica ¨C?Zappa es mi icono de los 70?¨C y muchos libros ¨C?mi verdadera adicci¨®n?¨C¡ Su casa es un reflejo de la compleja historia familiar. ?Se podr¨ªa escribir un libro sobre ella?.
?Amor a primera vista?. La bailarina se enamor¨® de este vestido de Nicole Farhi en Londres. No recuerda de qu¨¦ firma son los zapatos, pero le encantan.
Sergio Moya y Ximena Garrigues
Chaqueta de los a?os 70. Arriba a la izquierda, foto de Cesc Gelabert de Mar¨ªa Espeus y, a la derecha, Taryshnikov con vestuario de Azzopardi. En el centro, dise?o de Frederic Amat, y, abajo, retrato de la madre de Lydia.
Sergio Moya y Xima Garrigues
En su dormitorio. Fran?ois Truffaut y Keith Richards, ?dos atractivas personalidades?, junto a piezas de bisuter¨ªa.
Sergio Moya y Ximena Garrigues
Broche de Christian Lacroix, regalo de uno de los colaboradores del dise?ador con el que ha trabajado.
Sergio Moya Y Ximena Garrigues
Tocador en el ba?o. Lydia, vestida de Balenciga y fotografiada por Jos¨¦ Carbonell para una editorial de moda del 87 en VestiRama.
Sergio Moya y Ximena Garrigues
Todo en cajas. En su vestidor, traje dise?ado por Lydia y confeccionado por un amigo en Berl¨ªn. Jers¨¦is, bolsos y sombreros, perfectamente ordenados.
Sergio Moya y Ximena Garrigues
Una estanter¨ªa con libros recorre la pared del sal¨®n. ?Son los que ya hemos le¨ªdo?. Entre el mobiliario, muy escogido, comedor recuperado de Ico Parisi.
Sergio Moya y Ximena Garrigues
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