Elena Medel y el libro que cambi¨® su vida: ¡®Belleza cruel¡¯, de ?ngela Figuera Aymerich
La autora de ¡®Las maravillas¡¯ recomienda un tomo de poes¨ªa: ?Me importa por sus poemas, pero tambi¨¦n por lo que alcanza m¨¢s all¨¢, por lo que representa para nuestra cultura: para m¨ª la voz gigante de la poes¨ªa social en Espa?a durante la dictadura?.
Una habitaci¨®n propia, de Virginia Woolf. El lugar, de Annie Ernaux. Entre visillos, de Carmen Mart¨ªn Gaite. La ciudad de las mujeres, de Cristina de Piz¨¢n. Insolaci¨®n, de Emilia Pardo Baz¨¢n. Los poemas de Concepci¨®n de Estevarena, de Luc¨ªa S¨¢nchez Saornil, de Marosa di Giorgio. Mujercitas, de Louisa May Alcott. Las cartas de Ottilie von Goethe, y las memorias de Concha M¨¦ndez. Pantalones blancos de franela, de Inmaculada Meng¨ªbar, y Las moras agraces, de Carmen Jodra Dav¨®. Ojos azules, de Toni Morrison. Poes¨ªa patriarcal, de Gertrude Stein.
?Qu¨¦ libro escrito por una mujer me cambi¨® la vida? Enumero seg¨²n la memoria los tra¨ªa; si ma?ana releyera el p¨¢rrafo anterior, sumar¨ªa t¨ªtulos que olvid¨¦. Caigo en mis lagunas: poco ensayo y nada de teatro, demasiadas mujeres blancas en lenguas mayorizadas, m¨¢s ramas que tronco o ra¨ªces en la genealog¨ªa. No se trata de mis libros favoritos ¡ªah¨ª la lista se ensancha, imposible decidir¡ª, sino de aquellos que me ayudaron a observar de otra forma: echa un ojo ah¨ª a tus contradicciones, esta realidad no se parece a la realidad tuya. Hoy escojo uno sobre el resto: Belleza cruel, de ?ngela Figuera Aymerich. Recuerdo: tengo diecisiete a?os. Leo, leo todo el rato: si cae en mis manos, me despierta la curiosidad. Es roja la cubierta del libro, y en la ilustraci¨®n una mujer decimon¨®nica se acerca a los labios las barbas de una pluma. No s¨¦ nada sobre la autora, ?ngela Figuera Aymerich; pero leo, como siempre leo.
?ngela Figuera Aymerich quer¨ªa que el texto de Belleza cruel se respetase tal como lo hab¨ªa concebido. Consciente de que la censura espa?ola lo prohibir¨ªa o la obligar¨ªa a mutilarlo, lo envi¨® a varios amigos exiliados: uno de ellos lo present¨® al Premio de Poes¨ªa Nueva Espa?a, convocado por la Uni¨®n de Intelectuales Espa?oles en M¨¦xico, que gan¨®. El poemario apareci¨® all¨ª en 1958, prologado con entusiasmo por Le¨®n Felipe; tardar¨ªa veinte a?os en publicarse en Espa?a, ya muerto el dictador. Sin embargo, unos pocos ejemplares de Belleza cruel circularon antes de manera clandestina, y estremece leer las cartas que algunos presos pol¨ªticos dirigen a la poeta. Le agradecen haber encontrado en sus versos, que han le¨ªdo en copias manuscritas, complicidad en la lucha y refugio en la belleza.
Todo eso ofrece la poes¨ªa de ?ngela Figuera Aymerich: una emoci¨®n pol¨ªtica. Su lenguaje es el lenguaje de la conversaci¨®n. Una m¨²sica rotunda y cercan¨ªsima; una poeta que habla en endecas¨ªlabos, con la m¨¦trica precisa, jam¨¢s artificiosa: un idioma el suyo que nos suena a castellano, pero que es el idioma de la poes¨ªa. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de su dominio formal, de Belleza cruel me impresiona lo que cuenta. A?os antes de que las feministas estadounidenses nos recordasen que lo personal es pol¨ªtico, Figuera Aymerich aborda un discurso del compromiso desde los espacios de la intimidad: los de las mujeres. Se trata de una po¨¦tica de los mercados, los salones y los dormitorios: los a?os de la dictadura, la persecuci¨®n ideol¨®gica, el hambre y la pobreza, los cuentan ellas. Las mujeres ¡ªlo escribe en su poemario Los d¨ªas duros¡ª que compran ?los tomates chafados? y ?las naranjas mohosas?, que soportan ?a un marido/ con olor a aguardiente y a sudor y a colilla?; la mujer que, de nuevo en Belleza cruel, recibe amorosa a un beb¨¦ con flores en lugar de ojos ¡ªen el delicioso poema ¡°Ni?o con rosas¡±, atravesado por una iron¨ªa sutil¨ªsima¡ª frente a los prejuicios de su marido, ?funcionario, personaje importante.?
Belleza cruel mira hacia dentro, mira alrededor; mira a quienes deber¨ªan situarse junto a ella, y les recrimina su paso ?extasiados por las l¨ªricas nubes? mientras el pa¨ªs se hunde en ?el fondo de todos los que est¨¢n en el fondo?. A quienes escogen no manchar sus versos de realidad, ?ngela Figuera Aymerich les dedica su poema ¡°El cielo¡±: ?(¡) ?est¨¢is seguros?/ ?Cre¨¦is que un bello cielo nos cubre todav¨ªa?/ ?A¨²n brilla luminoso sobre el cieno?/ ?Y sigue siendo azul sobre la sangre?/ Yo, as¨ª, lo cantar¨ªa con toda unci¨®n. Palabra.? Espa?a ¡ªquienes viven en ella y quienes la viven desde el exilio, su historia reciente y su presente de entonces¡ª me parece el gran tema de Belleza cruel, con una emoci¨®n ¡ªpol¨ªtica¡ª y una identificaci¨®n que hoy quiz¨¢ nos choque. Sin embargo, ella insiste, y escribe en ¡°Canto rabioso de amor a Espa?a en su belleza¡±: ?Con los ojos cerrados,/ con los pu?os cerrados, con la boca/ cerrada, Espa?a, canto tu belleza./ Y con la pluma ardiendo y con la pluma/ loca de amor rabioso canto y firmo.?
Me importa Belleza cruel por sus poemas, pero tambi¨¦n por lo que alcanza m¨¢s all¨¢, por lo que ?ngela Figuera Aymerich representa para nuestra cultura: para m¨ª la voz gigante de la poes¨ªa social en Espa?a durante la dictadura, una referencia del exilio interior y la poes¨ªa escrita por mujeres. Hasta los cuarenta y seis a?os no publicar¨¢ su primer libro: represaliada durante la guerra, espera hasta que su familia consigue cierta estabilidad y ha criado a su hijo. En los cincuenta se suceden las publicaciones, trabaja en los bibliobuses de la Biblioteca Nacional en los barrios pobres de Madrid, y en 1957 Pablo Neruda le entrega su carta de apoyo a los poetas espa?oles. En 1962 se despedir¨¢ de la poes¨ªa para adultos con las letan¨ªas de Toco la tierra y, ya abuela, hasta su muerte publicar¨¢ poes¨ªa infantil. Ocurre algo muy hermoso: mientras escribe sus mejores libros, escriben tambi¨¦n los mejores suyos aquellas autoras para las que ejerce de maestra; su referencia fue la poes¨ªa de Antonio Machado. Dos a?os antes que Belleza cruel se publica Poemas de la ciudad, de Mar¨ªa Beneyto, y tres a?os antes Poema del soldado, de Angelina Gatell. Esa conciencia de la pol¨ªtica en lo personal, de la voz femenina para el relato universal, la aprender¨¢n con ella.
L¨¦xico familiar, de Natalia Ginzburg. Primero sue?o, de Juana de Asbaje. Los cuentos de Alice Munro, de Hebe Uhart y de Ana Mar¨ªa Matute. Ariel, de Sylvia Plath. Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz, y La conquista del aire, de Bel¨¦n Gopegui. Hambre, de Roxane Gay. Querida abuela¡ Tu Susi, de Christine N?stlinger. Belleza cruel, de ?ngela Figuera Aymerich. Pocos libros me han acompa?ado durante todos estos a?os de forma tan constante y c¨®mplice como este, me han tendido la mano de una forma generosa. Cuando regreso a ¨¦l, me brinda siempre refugio en la lucha y complicidad en la belleza. Si hoy me preguntan por un libro escrito por una mujer que me haya cambiado la vida, escojo sin dudarlo Belleza cruel, de ?ngela Figuera Aymerich, por la emoci¨®n pol¨ªtica.
*Elena Medel es escritora y editora. Con 17 a?os se posicion¨® como una de las voces de referencia en la poes¨ªa espa?ola. A sus 35 a?os, acaba de debutar como novelista con Las Maravillas (Anagrama) una historia de familia, precariedad y periferia. Puedes leer una entrevista con Medel, aqu¨ª.
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