Elogio de la incongruencia, por Carlos Areces
Ese brownie ha venido para hacerme feliz y no soy nadie para despreciar su az¨²car
En un restaurante argentino al que suelo acudir, un camarero, tratando de describir la total incoherencia de un individuo del que me estaba hablando, se qued¨® corto de vocabulario y pas¨® al s¨ªmil. Pod¨ªa haber tirado de la gente que en pleno siglo XXI sigue haciendo interpretaciones literales de la Biblia, de los amantes de los animales que disfrutan de una corrida de toros o del doblaje de El resplandor. Sin embargo, la comparaci¨®n que escogi¨® como incongruencia superlativa, la c¨²spide de la inconsistencia l¨®gica, la cima de la debacle racional, fue: ¨CEs como cuando un cliente se pone ciego de postres y luego te pide sacarina con el caf¨¦.
Nunca me hubiera puesto a meditar sobre la mala prensa de esta pr¨¢ctica si no fuera porque eso era justo lo que yo acababa de hacer. Es m¨¢s, me pregunt¨¦ si aquel comentario llevaba recado, ya que tanto la tarta de tres capas alternas de merengue, crema y dulce de leche como la infusi¨®n con endulzante no cal¨®rico que ped¨ª despu¨¦s me las sirvi¨® ¨¦l mismo. Le¨ª entre l¨ªneas que la propina no le hab¨ªa parecido suficiente (otro d¨ªa hablar¨¦ de las propinas, esa forma encubierta de mendicidad), o quiz¨¢ simplemente quiso darse el placer de llamarme imb¨¦cil dando un peque?o rodeo, un m¨ªnimo circunloquio formal por pura educaci¨®n. En cualquier caso, sus palabras me hicieron reflexionar sobre esta actitud culinaria tan criticada.
Vamos a ver: ?d¨®nde est¨¢ la incongruencia? Teniendo en cuenta que el az¨²car es una sustancia de la que no conviene abusar, y a?adiendo que soy un ser epic¨²reo incapaz de abstraerse de los deleites carnales, ?no es comprensible que trate de reducir su consumo en la medida de lo posible, en todas aquellas cosas en las que no me es esencial? En un brownie de chocolate con helado de vainilla ES esencial, lo contrario ser¨ªa una falta de respeto al brownie, y en ¨²ltima instancia a m¨ª mismo por negarme su propia realidad. ?Entro al cine con los ojos cerrados? ?Voy a un parque de atracciones a sentarme en un banco? ?Practico sexo con preservativo? Ese brownie ha venido para hacerme feliz, y no soy nadie para despreciar su az¨²car. Sin embargo, puedo prescindir de ella en el poleo menta. Dos cucharadas menos.
Adem¨¢s, ?acaso el hecho de tomar un postre hipercal¨®rico te legitima para no poner freno en las siguientes dosis de az¨²car? Aqu¨ª parece esconderse una especie de ?de perdidos al r¨ªo? gluc¨¦mico, un ?ya, total¡? infantil y caprichoso. En opini¨®n de algunos, tras tomar un par de tortitas con nata y sirope de fresa deber¨ªa servirme el caf¨¦ con az¨²car; pero, ?con cu¨¢nto az¨²car? ?Un repizco? ?Un kilo? ?Cu¨¢l es la cantidad m¨ªnima que puedo rechazar tras mi postre para que no os sint¨¢is ofendidos?
?No es suficiente tragedia ver c¨®mo se desmoronan los pilares de mi vida gastron¨®mica? La gente de mi generaci¨®n creci¨® creyendo que un vaso de leche al d¨ªa era lo m¨ªnimo. Ahora, algunas corrientes afirman que los mam¨ªferos no deben seguir tom¨¢ndola despu¨¦s de la lactancia. Oigo decir que el pescado est¨¢ contaminado con mercurio y las verduras con pesticidas. Y la soja, en esta temporada oto?o-invierno, ?es buena o mala? ?Qu¨¦ dicta la moda? Yo, igual que Franco Battiato, necesito un centro de gravedad permanente, algo inmutable a lo que poder asirme y en torno a lo que construir mi rutina.
Puede que lo de la sacarina os siga pareciendo un proceder il¨®gico. Quiz¨¢. Pero lo que me define como persona no es otra cosa que mi imperfecci¨®n, mis acciones espont¨¢neas, mi libre albedr¨ªo: en definitiva, mi capacidad de elegir un t¨¦ sin az¨²car tras haberme hinchado como un pavo. Renunciar a ello es renunciar a una parte de m¨ª mismo. Perdonadme por ser humano.
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