¡®Gambito de dama¡¯, tenemos un problema (o por qu¨¦ las feas de la literatura son guapas en pantalla)
La producci¨®n m¨¢s vista de Netflix ha conseguido revolucionar las ventas de ajedrez y el gusto por el papel pintado, pero se suma a la tendencia de convertir a personajes literarios poco agraciados en bellezas en su adaptaci¨®n televisiva.
¡°A medida que despegaba la carrera ajedrec¨ªstica de Beth, me interesaba saber ad¨®nde la llevaba: primero, mon¨®tonos gimnasios; despu¨¦s, grandes hoteles del Medio Oeste; luego, grandes hoteles internacionales. Pero al mismo tiempo que se me ofrec¨ªa el regalo de ver este mundo imaginado cobrar vida suntuosamente, tambi¨¦n me lo estaban quitando, y la raz¨®n de la sensaci¨®n de p¨¦rdida era obvia: Anya Taylor-Joy es demasiado guapa para interpretar a Beth Harmon¡±. A la cr¨ªtica Sarah Miller?la adaptaci¨®n televisiva de?Gambito de dama le ha decepcionado. B¨¢sicamente, cree que su protagonista es demasiado atractiva como para cre¨¦rsela. Eso es lo que pasa si te has le¨ªdo el libro antes, tal como describe Miller en El gran fallo de Gambito de dama (The?New Yorker).
La autora defiende que esperaba encontrarse a una Beth Harmon desgarbada y despreciada por los dem¨¢s a causa de su? f¨ªsico, como pasaba en? el libro de Walter Tevis, y no con?Anya Taylor-Joy. El rostro del momento, la actriz a la que todas marcas de lujo invitan a sus desfiles, la que comparte estilista con Zendaya y a la que sienta bien cualquier traje de cualquier ¨¦poca ¨Cve¨¢se Emma o el armario de infarto sesentero (y peluquer¨ªa) que nos espera con Last Night in Soho¨C bordar¨¢ el personaje para los reci¨¦n llegados, pero no concuerda con la imagen mental de Harmon que se hab¨ªa hecho Miller, francamente decepcionada con la elecci¨®n para la adaptaci¨®n de la novela, al comprobar que la Beth que construy¨® Walter Tevis est¨¢ interpretado por la rubia hipn¨®tica de los anuncios del perfume Flowerbomb de Kenzo.
¡°Beth Harmon no era bonita, y no hay historia alguna [en la novela] que diga que lo es¡±, sentencia la cr¨ªtica, recordando que a Beth la despreciaban en el internado de hu¨¦rfanas (Jolene le dice: ?Eres la ni?a m¨¢s fea de la historia. Tu nariz es fea, tu cara es fea y tu piel parece una lija. Eres una zorra, eres basura blanca? y ella no le responde ?sabiendo que dec¨ªa la verdad?). Tambi¨¦n critica la transformaci¨®n brusca del personaje para convertirse en un bellez¨®n en la serie, algo que falla a la esencia de la novela. Si la hero¨ªna literaria, seg¨²n la trama original, se va reconciliando con la imagen que tiene de s¨ª misma, lo hace a medida que aumentan sus ¨¦xitos en el ajedrez, de forma gradual y a peque?a escala, no como en la serie de Netflix, donde optan por pulir su peinado y un exquisito upgrade de armario tras el primer triunfo, lo que la convierte en una adolescente segura de s¨ª misma y de lo que quiere en la vida.
Teniendo en cuenta que en la serie afean a Anya Taylor-Joy con ese peinado caz¨®n electrizado y la cara lavada, vestida con harapos en esa fase previa a su transformaci¨®n en cisne ajedrecista, podr¨ªamos decir que la miniserie m¨¢s vista de la historia de Netflix (62 millones de visionados en solo 28 d¨ªas), ha optado por un 4 sobre 5 (nivel ?poco convincente?, rozando la m¨¢xima puntuaci¨®n, que es ?nivel Hollywood?) en la denominada ¡°escala Fassbender¡±. Esto es, y en honor al atractivo del actor de Shame,?cuando el personaje literario es extremadamente guapo y confunde al espectador en su adaptaci¨®n en pantalla por la imagen que ten¨ªa creada de ¨¦l.
Porque Harmon no es el primer personaje que decepciona por su inusitada belleza al ser trasladado al lenguaje audiovisual. La alergia a que hero¨ªnas literarias poco agraciadas protagonicen las adaptaciones para el cine o la televisi¨®n se sufre con demasiada frecuencia. Uno de los debates m¨¢s encarnizados en los foros de Internet es sobre si la Hermione Granger de la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Harry Potter, que interpret¨® Emma Watson, ten¨ªa que ser as¨ª de atractiva en la pantalla. Algo que lleg¨® a confirmar hasta la autora de la saga, J. K Rowling, que dijo en una entrevista con Daniel Radcliffe que Hermione y Rupert eran ?demasiados guapos? en las pel¨ªculas. ?Cuando conoc¨ª a Emma Watson y vi que ella era tan hermosa ¨Ctodav¨ªa lo es, por supuesto¨C, cuando vi a esa ni?a tan guapa, pens¨¦ ¡®Oh, est¨¢ bien. Es una pel¨ªcula, ya sabes, tienes que tragar con eso. Siempre me quedar¨¢ imaginar a mi patito feo, geek y desgarbado de Hermione en mi mente?.
Aunque la cr¨ªtica aplaudi¨® la tensi¨®n sexual entre los personajes y la qu¨ªmica de los protagonistas traspasaba la pantalla, tal como pasaba en la novela original, hay un sector cr¨ªtico con la elecci¨®n femenina para interpretar a Marianne en Gente normal. Sally Rooney la describir¨ªa en la novela como una chica fe¨²cha de la que sus compa?eros de instituto se burlaban constantemente, con los dientes frontales torcidos y una cara algo anodina ?y sin definir?. Pero los directores de casting eligieron a una semidesconocida Daisy Edgar Jones para interpretarla. La belleza de Edgar Jones y su poderoso flequillo distrajeron a algunos espectadores, que esperaban encontrarse con esa chica extremadamente vulnerable que, seg¨²n relata la novela, tiene la sensaci¨®n de que nadie la podr¨¢ querer de verdad y que se autodesprecia con todos los novios que no son Connell. En la adaptaci¨®n televisiva, esa fragilidad, especialmente en la etapa inicial, qued¨® desdibujada por una actriz demasiado bella como para ser convincente con aquella idea que desprend¨ªa el personaje, como defendieron en The Cut: ¡°Cuando Marianne en la serie dice una de las mejores frases del libro despu¨¦s de encontrarse con Connell por primera vez en Dubl¨ªn (¡°Lo s¨¦. Un cl¨¢sico en mi vida: fue llegar a la universidad y volverme guapa¡±) nadie se lo cree. Todo lo que ha hecho es ponerse un poco de eyeliner y pendientes grandes, es m¨¢s una transformaci¨®n de d¨ªa a noche que de patito feo a cisne¡±, lamentaba sobre la falta de verosimilitud con la novela Angela Chapin.
¡®
Este clich¨¦, el del atractivo subido en la adaptaci¨®n en pantalla, no es un fen¨®meno aislado en lo femenino ¨Ctambi¨¦n se debate much¨ªsimo entre los admiradores de?Juego de Tronos?o las pel¨ªculas de Marvel¨C, y est¨¢ meta-analizado con distintos subg¨¦neros, como el de la chica que siempre fue guapa, pero que la trama afea en un principio con una torpeza est¨¦tica voluntaria. Como cuando le colocan a un pib¨®n unas gafas grandes, ropa holgada, desconjuntada y coleta despeluchada para despu¨¦s supuestamente transformarla en una belleza con un pintalabios rojo, melena pulida y un vestido ajustado de escote definido (ve¨¢se esta secuencia de?Alguien como t¨² como ejemplo clarificador).
El de la supuesta fea que en realidad siempre fue guapa es un cl¨¢sico que nunca pasa de moda. Ahora irrumpe con fuerza otra versi¨®n igual de molesta y poco cr¨¦dula en ese nuevo fen¨®meno del cambio de g¨¦nero en tramas reconocidas y queridas por el gran p¨²blico, cuando lo que protagonizaba un hombre pasa a protagonizarlo una mujer, y que tambi¨¦n ser¨ªa digno de an¨¢lisis cuando hablamos de atractivo: ?qu¨¦ pasa cuando convertimos a un perdedor?de manual en una perdedora de adaptaci¨®n televisiva? Pues que si se trata de Alta fidelidad, ¨¦l ser¨¢ un hombre algo desgarbado y mon¨ªn tipo John Cusack, bastante cre¨ªble, pero si tenemos que elegir a una perdedora a la que acaban de abandonar y han roto el coraz¨®n, nada mejor que escoger a, probablemente, una de las mujeres m¨¢s sexis del planeta: Zo? Kravitz, cuyo ADN ostenta el poder y fuerza de combinar los cromosomas de Lenny Kravitz y Lisa Bonet. Obviamente, al verla, nadie entiende por qu¨¦ alguien en su sano juicio se atrever¨ªa a dejarla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.