Gente normal, por Luz Casal
Conocer gente extraordinaria te reconforta el alma, te da esperanza y restituye, a menudo, la p¨¦rdida de confianza en el ser humano.
Ante tanto mal nacido como hay que patea los derechos fundamentales del pr¨®jimo, ante todos esos que consideran a la mujer una subespecie o un trofeo, ante tantos provocadores de sufrimientos, conocer gente extraordinaria te reconforta el alma, te da esperanza y restituye, a menudo, la p¨¦rdida de confianza en el ser humano.
Desde octubre hasta hoy, la dedicaci¨®n exclusiva que mi vida profesional tan azarosa me exige, me ha recompensado con varios viajes, con numerosas satisfacciones profesionales, pero, sobre todo, me ha regalado la posibilidad de conocer y estar con hombres y mujeres que por ser ejemplares me gustar¨ªa destacar. La emoci¨®n que me ha producido estar a su lado y escucharlos ha sido tan grande que quiero compartirlo. Por el bien com¨²n.
Tres perfiles que a trav¨¦s de sus actividades representan, nos recuerdan y nos descubren el presente, el pasado y el futuro. Una ma?ana de noviembre soleada asist¨ª al encuentro anual de la Fundaci¨®n Mujeres por ?frica que tuvo lugar en Madrid. All¨ª escuche hablar magn¨ªficamente a numerosas f¨¦minas. L¨ªderes. Todas llamaron mi atenci¨®n, pero hubo una intervenci¨®n de la impresionante Obiageli Ezekwesili, de Nigeria, fundadora del movimiento Bring Back Our Girls, que me dej¨® con el coraz¨®n encogido. Esta mujer de f¨ªsico rotundo hizo una emocionante exposici¨®n del hecho y las consecuencias del robo de m¨¢s de 200 ni?as nigerianas a manos de los milicianos de Boko Haram. Seres olvidados hoy d¨ªa quiz¨¢ porque la noticia ya no est¨¢ de moda. Ahora son solo una tragedia lejana ocurrida hace casi dos a?os en una aldea perdida de un pa¨ªs africano.
Semanas m¨¢s tarde fui a Burgos para encontrarme con Juan Luis Arsuaga, paleoantrop¨®logo y director cient¨ªfico del Museo de la Evoluci¨®n Humana de Burgos, entre otros muchos quehaceres. Sus trabajos en Atapuerca, junto con un nutrido equipo cient¨ªfico, han resultado claves para el estudio de la evoluci¨®n de la especie humana. Con sencillez y encanto habla de nuestros primeros antepasados, de manera que cuando tocas el mismo terreno que pisaron los cazadores de bisontes hace 400.000 a?os crees formar parte de ese tiempo pasado.
En Zaragoza, d¨ªas m¨¢s tarde, coincid¨ª con mi admirado Carlos L¨®pez Ot¨ªn, catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular de la Universidad de Oviedo, con motivo de su doctor Honoris Causa por la universidad ma?a. Es Carlos un cient¨ªfico may¨²sculo que te habla del genoma de la leucemia cr¨®nica con la misma naturalidad y conocimiento con el que te habla de Darwin, la poes¨ªa de su amado C¨¦sar Vallejo o de grandes pintores. Sin vanidad.
A los dos cient¨ªficos los une el entusiasmo y el rigor en su investigaci¨®n, su capacidad de liderazgo y enorme curiosidad. Fusionan armoniosamente la ciencia con las humanidades. Tienen el reconocimiento de la comunidad cient¨ªfica internacional y el cari?o de sus colegas y equipos. Poseen un don que hace que el talento individual se convierta en un ¨¦xito colectivo, global. Son figuras que proyectan amor. Amor a sus profesiones y amor a sus hijos y familias.
Si para llegar al conocimiento, a la brillantez y a la excepcionalidad en la vida es necesario hacerse preguntas, reconozco que gracias a ellos yo no he tenido que hacer esfuerzos; su generosidad me ha dado respuestas que han sumado a mi calendario momentos de intensa felicidad.
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