Isak Dinesen y ¡®Memorias de ?frica¡¯ o c¨®mo convertir un romance disfuncional y la ruina de una empresa en una novela m¨ªtica
¡®Mujeres viajeras¡¯ Cap¨ªtulo 1: Para las mujeres siempre ha sido peligroso, dif¨ªcil y a veces, hasta prohibido, viajar. Comenzamos esta serie veraniega en la que exploramos las vidas de las que se han atrevido a hacerlo con el apasionante periplo de la autora de Memorias de ?frica (1937), la arist¨®crata que empez¨® a escribir a los nueve a?os, dej¨® Dinamarca para enamorarse de Kenia y despu¨¦s contarlo y triunfar en Europa.
Isak Dinesen (1885-1962) sab¨ªa que un nombre no puede abarcar la identidad completa de un ser humano. Por eso ella tuvo varios nombres y todos ellos cambiantes, adecu¨¢ndose a esa naturaleza eternamente vers¨¢til de la mujer enigm¨¢tica que fue, la que afirm¨® que la verdadera tragedia no era otra que ?estar varado en un ins¨ªpido para¨ªso, en un limbo sin cargas, llevar una existencia con la que no podr¨¢ hacerse un cuento?.
Ciertamente, su vida, gracias a sus incre¨ªbles dotes narrativas, le proporcion¨® el material necesario para escribir, para contar historias, una tarea que emprendi¨® muy pronto, a la edad de nueve a?os para ser m¨¢s precisos, cuando su padre se suicid¨®. Ante la p¨¦rdida, que m¨¢s tarde ocupar¨ªa un lugar central en su narrativa, apareci¨® la contadora de historias, y fue la palabra su herramienta para hacer frente a la realidad y as¨ª encontrar un lugar desde el que ser y desde el que contarse.
Nacida como Karen Christenze Dinesen, perteneciente a la clase alta danesa de principios del siglo XIX, vivi¨® una encorsetada y mon¨®tona existencia en su casa de Rungsted, al norte de Copenhague. Se cas¨® con el bar¨®n Bror Blixen, de quien tom¨® el apellido para pasar a llamarse Karen Blixen. Y, sin embargo, termin¨® siendo m¨¢s conocida por uno de sus pseud¨®nimos literarios, Isak Dinesen. Isak, nombre de var¨®n, significa ?el que reir¨¢?. Llama la atenci¨®n esa conjugaci¨®n del tiempo futuro, la risa para lo que vendr¨¢, una suerte de promesa que uno le pide al tiempo.
Jose Saramago contaba que ?el viaje no termina jam¨¢s, solo los viajeros terminan?, y en el caso de Dinesen, el viaje nace de su pasi¨®n por contar historias, pero sembr¨® los cimientos de su vida adulta con una huida, la que la llev¨® lejos de las tradiciones y convencionalismos de su asfixiante origen. Su primera elecci¨®n fue Java, pero un pariente que acababa de volver de safari la convenci¨® de las grandes posibilidades que ofrec¨ªa ?frica oriental. Se estableci¨® en Kenia, junto a su marido, con quien regent¨® una plantaci¨®n de caf¨¦ llamada ¡®The Karen Coffee Company¡¯ al pie de las colinas de Ngong. El matrimonio fue dif¨ªcil, de hecho, durante el primer a?o de vida en com¨²n, su marido le contagi¨® la s¨ªfilis. Al final, Dinesen, cansada de sus infidelidades, decidi¨® separarse tras seis a?os de matrimonio, pero se qued¨® con la plantaci¨®n.
En Kenia, los nativos la apodaban ?la hermana leona? y se gan¨® el afecto de los lugare?os aprendiendo suajili y empap¨¢ndose de sus costumbres. Encontr¨® en aquella cultura aparentemente tan distinta a la suya el lugar que no hab¨ªa encontrado en su Dinamarca natal.
Estuvo nada m¨¢s y nada menos que 17 a?os en ?frica y aquellos fueron a?os de una felicidad no exenta de retos y dificultades, a?os de una felicidad consciente, que fue guardando como si pudiera almacenarla. Tambi¨¦n de amor porque una vez separada de su marido, en Nairobi, Blixen conoci¨® a Denys Finch Hatton, un cazador brit¨¢nico afincado en Kenia con el que empez¨® uno de esos romances llenos de idas y venidas que a menudo son mejores para escribir que para vivir. Porque de esa pasi¨®n, ¨Ctruncada, porque 1931 Denys Finch Hatton muri¨® cuando se estrell¨® en su avioneta, la Gipsy Moth¨C Blixen escribi¨® la que ser¨ªa una de sus obras m¨¢s conocidas, Memorias de ?frica. Despu¨¦s de la muerte de Finch Hatton, Blixen sigui¨® a cargo de la plantaci¨®n, hasta la ca¨ªda de los precios del caf¨¦ en ese mismo 1931, y cuando la ruina econ¨®mica le impidi¨® tirar adelante, guard¨® aquella experiencia en su copioso equipaje e hizo el camino de vuelta para regresar a la casa familiar de Runsgsted: ?Un gran mundo de poes¨ªa se me ha abierto y me ha metido en su seno, aqu¨ª, y lo he amado?, le confes¨® a su madre poco antes de abandonar la granja y de tener que trasladarse a Europa. Se instal¨® en Dinamarca en agosto de 1931 y, a la muerte de su madre, en 1939, hered¨® la granja familiar. Siempre quiso volver a ?frica, pero la segunda guerra mundial se lo impidi¨®.
Kenia le ense?¨® todo lo que esperaba de la vida, pero fue en Europa donde empez¨® su carrera literaria con?Siete cuentos g¨®ticos?(1934). A lo largo de su vida publicar¨ªa, adem¨¢s, y entre otros, vol¨²menes de relatos como Cuentos de invierno?(1942),?An¨¦cdotas del destino?(1958) y??ltimos cuentos?(1957). Sin embargo, la obra que la catapult¨® a la fama fue Memorias de ?frica (1937), novela en la que recog¨ªa la que probablemente hubiera sido la historia de amor de su vida, no solo con Denys Finch Hatton, sino con las tierras que le hab¨ªan proporcionado su lugar en el mundo, del que habla ya en la primera l¨ªnea: ?Yo ten¨ªa una granja en ?frica, al pie de las colinas de Ngong?. Inspirada en el libro, se film¨® la pel¨ªcula hom¨®nima, protagonizada por Meryl Streep en el papel de Karen Blixen y por Robert Redford como Denys Finch Hatton, con aquella inolvidable banda sonora de John Barry que ayud¨® a convertir aquella pel¨ªcula en un cl¨¢sico. Contaba la historia de una mujer de armas tomar que, encerrada en un matrimonio sin amor se redime en un romance de dimensiones ¨¦picas pero que termina mal, muy mal.
En sus Ensayos completos, Isak Dinesen afirma que su vida estuvo guiada por una suerte de lemas que se adaptaron a los diferentes momentos por los que pas¨®. Uno de ellos, acaso el m¨¢s representativo de su personalidad, es aquel que se atribuye a Pompeyo Plutarco: ?Navegar es necesario; vivir no?. Con ¨¦l hac¨ªa referencia al motor que movi¨® su vida: ese viaje que no termina jam¨¢s. Dinesen lo vive en el presente, y la huella, la nostalgia es la mecha que enciende el camino que la lleva a la literatura. Para ella, escribir es una manera de vivir dos veces, de viajar a esos para¨ªsos perdidos que son, seg¨²n contaba Marcel Proust, los ¨²nicos verdaderos para¨ªsos.
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