¡°Tras el MeToo hay muchos hombres que me dicen que tienen miedo cuando conocen a una mujer¡±
Katherine Pancol, autora de ¡®Los ojos amarillos de los cocodrilos¡¯, cierra su saga para probar algo nuevo.
Ahora mismo en alg¨²n lugar de China hay alguien llevando a cabo un trabajo un tanto ingrato: visionar todos los VHS de una serie francesa que Katherine Pancol escribi¨® en los 90 y transcribir todos los di¨¢logos l¨ªnea a l¨ªnea, traduci¨¦ndolos al mandar¨ªn. ¡°Podr¨ªan haberse limitado a comprar la historia, pero lo quer¨ªan todo igual¡± se asombra la autora, a quien todav¨ªa le sorprende, de vez en cuando, el alcance de su obra. Acaba de publicar Tres besos (Alianza), la quinta entrega de la saga superventas que empez¨® con Los ojos amarillos de los cocodrilos y sigui¨® con El vals lento de las tortugas, Las ardillas de Central Park est¨¢n tristes los lunes y Muchachas. Ser¨¢, o eso dice, la ¨²ltima vez que cuente las historias de Hortense, Josephine, Jer?me, Julie, Dakota y los dem¨¢s personajes de unos libros que se han traducido a 30 idiomas y vendido millones de copias.
El ¨¦xito no le deslumbra demasiado. Tuvo un hit temprano en Francia con su primer libro y sali¨® huyendo ¡°de toda la gente que quiere un pedazo de ti¡±. Se vacun¨® rode¨¢ndose de gente todav¨ªa m¨¢s rica y famosa. Pas¨® una d¨¦cada, los 80, viviendo en Nueva York, donde sol¨ªa cenar cada domingo en casa de Jasper Johns, junto a gente como Caroline y John John Kennedy. Toda esa experiencia ha acabado volcada en sus libros-r¨ªo.
Despu¨¦s de tantas p¨¢ginas, ?cu¨¢l es su relaci¨®n ahora con esos personajes?
Para mi, se han ido ya. Piense que publiqu¨¦ este libro en Francia hace un a?o y desde entonces he estado escribiendo otra cosa. Creo que estos personajes ya no me necesitan. Igual en diez a?os vuelvo a ellos, pero ahora quiero probar algo nuevo. Me pas¨¦ 14 a?os escribiendo sobre esta gente. Eran como mi familia. Mi cabeza estaba dividida en dos partes: la gente de verdad, y la de los libros. A veces se me mezclaban. En una ocasi¨®n, mi hijo se sac¨® el Baccalaureate y me pidi¨® que fuera a la escuela a recogerle el t¨ªtulo. Al llegar all¨ª me di cuenta de que me hab¨ªa olvidado el documento, as¨ª que le dije a la secretaria: ¡°no tengo el papel, pero me s¨¦ el nombre de todos los profesores¡±. Empec¨¦ a dec¨ªrselos. Que si Madame tal, Monsieur c u¨¢l¡hasta que ella me par¨® y me dijo: ¡°oiga, ?es usted Katherine Pancol? Est¨¢ dici¨¦ndome los profesores de Zoe, un personaje de sus libros, no los de su hijo¡±. Me dieron el diploma, por cierto.
?Qu¨¦ otras sagas le han inspirado?
En Francia tenemos tantas, Zola, Balzac, Georges Duhamel, Marcel Pagnol y en Inglaterra tambi¨¦n est¨¢ Trollope. Escribir sagas es un g¨¦nero en si mismo. Por ejemplo, el libro que estoy escribiendo ahora no podr¨ªa ser una saga. En ellas, no debes profundizar tanto en los personajes. Necesitas un ritmo, o la gente deja de leer.
Bueno, a sus lectores eso no les asusta. Tres besos tiene 637 p¨¢ginas en espa?ol.
?Creo que las Ardillas a¨²n era m¨¢s largo!
Todo cambi¨® con los Cocodrilos. ?Qu¨¦ pas¨®?
?No lo s¨¦! Creo que todo se debe a Josephine. Esta mujer que no es nadie atrae a todo el mundo. Cuando el libro se tradujo al chino, me escribi¨® un joven soldado, de 20 a?os, dici¨¦ndome: ¡°madame, yo soy Josephine¡±. Y cuando el libro se public¨® en Estados Unidos, los cinco primeros correos fueron de hombres diciendo lo mismo. Ella se pregunta todo el tiempo: ¡°?soy suficientemente buena?, ?me quieren?, ?qu¨¦ hago con mis hijos?¡±. Es una gran persona pero se preocupa todo el rato. Es fuerte y no lo sabe. Luego est¨¢ Hortense, que es todo lo contrario. Ella atrae a la gente joven porque todos quieren ser Hortense, aunque luego sean Josephine.
?Cu¨¢l es usted?
Yo soy todos. Mi madre, por ejemplo, es Henriette.
?C¨®mo es ella?
Ahora tiene 90 a?os, pero es m¨¢s como las mujeres de 50 ¨® 60. Es muy dura, pero nunca fue hip¨®crita. Lo dec¨ªa todo. A mi de ni?a me dijo: ¡°yo no te quiero, me qued¨¦ embarazada y te tuve, pero no quer¨ªa tenerte¡±. Suelta las cosas de manera abrupta, pero clara. No me dio un buen modelo, yo intento ser una madre distinta, pero s¨ª que siento respeto por ella. Trabajaba como profesora, consigui¨® criar a dos hijos sin dinero. Dec¨ªa: ¡°no tengo dinero, necesito un amante que lo tenga¡±. Despu¨¦s de eso, tiendes a ser esc¨¦ptica y eso me ayud¨® para ser escritora y periodista. Me ense?¨® a ser l¨²cida. No creo en los cuentos de hadas.
En su pa¨ªs se ha producido la reacci¨®n m¨¢s sonada al #MeToo, con la famosa tribuna firmada por Catherine Deneuve y otras 100 mujeres de la cultura ?D¨®nde se sit¨²a usted en ese debate?
Ahora resulta dif¨ªcil ser sutil sobre esto. Te obligan a estar a favor o en contra, y yo creo que la verdad est¨¢ en el medio. Lo que dijo Catherine Deneuve es cierto: no quieres que te acosen pero quieres poder ser sexy como una mujer sabe ser sexy. Cuando vas por la calle y un hombre te mira y te piropea, esto est¨¢ bien. Creo que el arte de la seducci¨®n est¨¢ en peligro en sitios como Nueva York.
Incluso si eso fuera cierto, ?es tan grave, comparado con la violencia qu sufren las mujeres?
No hay que minimizar la violencia, pero hay que dejar algo de espacio para la feminidad y para la masculinidad. Hablo con muchos hombes y me dicen que tienen miedo cuando conocen a una mujer. Se preguntan ¡°?puedo besarla?, ?puedo pagar la cuenta?, ?puedo llevarla a mi casa?¡±. As¨ª, ?c¨®mo se hace el amor?
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