Maggie O¡¯Farrell: ?Hay historias bajo las historias que conocemos y son esas las que me interesan?
La escritora Maggie O¡¯Farrell viaja hasta el siglo XVI para contar la corta vida de Lucrecia de M¨¦dici.
Recuerda Maggie O¡¯Farrell (Coleraine, Irlanda del Norte, 51 a?os), la art¨ªfice de Hamnet, y el explosivo ¡®memoir¡¯ Sigo aqu¨ª, que fue una tarde, y no una tarde cualquiera, sino la tarde anterior a que se decretara el confinamiento en Edimburgo, la ciudad en la que vive, cuando decidi¨® que iba a contar la historia de Lucrecia di Cosimo de M¨¦dici. ¡°Estaba sentada en la puerta de casa de una amiga de mi hija, esperando a que saliera, sin saber que iba a pasar mucho tiempo sin que pudi¨¦ramos visitar a nadie, y, de repente, tuve la idea¡±, cuenta. Es un d¨ªa de finales de marzo. Luce el sol en Madrid. ¡°A veces pasa. Lo normal es que las ideas te tienten durante un tiempo, que traten de seducirte, y que al final lo hagan. Pero a veces pasa que simplemente aparecen y todo a su alrededor desaparece¡±, dice. La historia que relata en El retrato de casada (Libros del Asteroide/L¡¯Altra Editorial) es la de una jovenc¨ªsima heredera que se cas¨® a los 15 a?os con el prometido de su hermana muerta, un poderoso, y a la vez encantador y terrible duque que, seg¨²n al menos el poeta Robert Browning, la envenen¨® poco despu¨¦s.
?C¨®mo se top¨® Lucrecia con usted?
Fue releyendo el poema de Robert Browning, Mi ¨²ltima duquesa ¡ªcon cuyo primer verso abre la novela: ¡°He aqu¨ª mi ¨²ltima duquesa pintada en la pared, como si estuviera viva¡±¡ª. Me pregunt¨¦ si aquello de lo que hablaba, un duque perverso que se re¨ªa de su esposa muerta, y que daba entender que la hab¨ªa matado ¨¦l, hab¨ªa ocurrido en realidad. Descubr¨ª que s¨ª, y descubr¨ª adem¨¢s que la esposa ten¨ªa 16 a?os cuando muri¨®. En Gran Breta?a es un poema que se estudia en el colegio. Pero sin contexto alguno. Intrigada, fui en busca del retrato. En esa ¨¦poca los retratados apenas ten¨ªan expresi¨®n, eran lienzos en blanco. Pero en ella pude ver la angustia. Algo le preocupaba. Ten¨ªa que contar su historia.
Su historia es la de una adolescente que quiere escapar del yugo materno, y se da de bruces con un yugo peor.
Exacto. Ella no es m¨¢s que una adolescente de 15 a?os, harta de que su madre le diga lo que puede y lo que no puede hacer, y que piensa en el matrimonio como el lugar en el que va a poder ser ella misma. Pero no tarda en darse cuenta de que la vida adulta no es tan libre como parece.
Y sin embargo existe en ella ese lado animal, ind¨®mito.
En la adolescencia no somos a¨²n exactamente nada. Estamos dejando de ser ni?os y no somos adultos, y tenemos lo mejor de ambos mundos. La confianza del ni?o y el poder del adulto. Es decir, el de aquel que est¨¢ empezando a poder controlar lo que le pasa. Me interesaba imaginar c¨®mo fue para una adolescente ser enviada lejos de casa, con esas dudas, y ese miedo a lo desconocido.
El peso del matrimonio perfecto de sus padres tampoco facilita las cosas.
No, claro. El matrimonio de sus padres, Cosimo y Eleonora, fue tambi¨¦n un matrimonio pactado, pero ellos se quisieron mucho. Y lo hicieron todo bien. Fueron extremadamente poderosos y en absoluto mezquinos. Tener un modelo as¨ª no ayuda. Porque es lo que Lucrecia esperaba. Y, por supuesto, no fue lo que encontr¨®.
En un primer momento, parece que Alfonso la entiende mejor que nadie. Le hace regalos que indican que la conoce bien, y se muestra extremadamente comprensivo.
S¨ª. Quer¨ªa que Alfonso fuese un personaje complejo. Sospecho que lo fue. Aunque para m¨ª va m¨¢s all¨¢ de c¨®mo debi¨® ser. Yo quer¨ªa que encarnase el Renacimiento. Porque desde el presente vemos el Renacimiento como una ¨¦poca maravillosa, en la que se produjo una explosi¨®n de belleza y erudici¨®n, pero todo eso debi¨® tener su lado oscuro. Porque sin la brutalidad del conquistador no habr¨ªamos tenido todos esos botticellis y michelangelos. Por eso quer¨ªa que Alfonso fuese a la vez muy educado, encantador, inteligente, pero tambi¨¦n brutal. Un d¨¦spota implacable.
?Y qu¨¦ me dice del tigre enjaulado?
El tigre es important¨ªsimo. Cuando supe que el padre de Lucrecia hab¨ªa coleccionado animales ex¨®ticos y que los guardaba en el s¨®tano del palazzo, me dije que era perfecto para la tensi¨®n entre el interior y el exterior que hay en la novela. Se habla de leones en esas colecciones, pero no de tigres. Me dije que no deb¨ªan saber que exist¨ªan, ?y c¨®mo deb¨ªa ser ver por primera vez a un animal tan majestuoso enjaulado? Funcionaba como una met¨¢fora. Esas ni?as tan valiosas no pod¨ªan apenas salir a la calle. Su vida estaba muy limitada. A veces damos por hecho que crecer en un entorno privilegiado es positivo. Pero no lo es. Su destino est¨¢ escrito.
Si en Hamnet la escritura es el arte que permite redimir al protagonista, aqu¨ª lo es la pintura. No ¨²nicamente es que el retrato de Lucrecia est¨¦ en el centro, es que ella tambi¨¦n escapa pintando y dibujando.
S¨ª, aunque lo verdaderamente importante para m¨ª es la idea de los cuadros que est¨¢n pintados sobre otros cuadros. No sab¨ªa que, por ejemplo, que bajo la sonrisa de la Mona Lisa hay infinidad de otras versiones y por eso resulta enigm¨¢tica. Los artistas eran tan pobres entonces que si un cuadro no funcionaba utilizaban el mismo lienzo para pintar algo encima. ?Y qui¨¦n sabe, tal vez haya una obra maestra pintada bajo otra obra maestra! Pero nadie va a correr el riesgo de estropearla para descubrirlo, ?verdad? Hay historias bajo las historias que conocemos y esas son precisamente las que me interesan.
?Alguna le ronda ya?
S¨ª, pero no pienso hablar de ella a¨²n.
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