Razones por las que no soy menos feminista si me gusta el ¡®perreo¡¯
Cada vez son m¨¢s las voces de artistas y activistas que reivindican el derecho a disfrutar del ¡®reggaeton¡¯ rompiendo el imaginario machista que rodea este g¨¦nero urbano. Porque derecho a perrear, tenemos todos.
¡°Ey reguetonero macho, escucha lo que digo: de mujeres no sabes, ahora aprender¨¢s conmigo. Ponte mocasines, corbata y guardapolvo, ven a mi escuela a aprender lo que es echarse un polvo¡±. Esto es solo un extracto de la canci¨®n Lo que las mujeres quieren, de Chocolate Remix, proyecto musical de reggaeton l¨¦sbico tras el que se encuentra la cantante y compositora argentina Romina Bernardo. En una entrevista que concedi¨® al medio digital Poolp, la artista afirmaba que su intenci¨®n era ¡°romper con el imaginario machista que nos sugiere este g¨¦nero urbano, resignific¨¢ndolo en clave queer y abriendo las puertas para repensarlo desde diversos aspectos¡±. Romina aprovecha el alto contenido sexual del reggaeton para llev¨¢rselo a su terreno y dirigirse con humor y sin pudor a otras mujeres lesbianas como ella, tocando temas que todav¨ªa parecen ser tab¨², como el placer femenino o el sexo l¨¦sbico. Torta Golosa, desde Chile, tambi¨¦n defienden con mucha iron¨ªa su reguet¨®n ¡°tortillero-feminista¡±, describi¨¦ndose as¨ª en su p¨¢gina de Facebook: ¡°Par de lesbianas que un d¨ªa se juntan a leer feminismo y a hablar de sus lesbiandramas y terminan cantando reggaeton lesbotransfeminista¡±. Y ellas no son las ¨²nicas, en los ¨²ltimos a?os no han dejado de multiplicarse los grupos y las artistas de reguet¨®n femenino que utilizan los c¨®digos del g¨¦nero para empoderar a la mujer.
Pero no se puede hablar de reggaeton sin mencionar el perreo, esa forma de baile asociada a este estilo musical que naci¨® en la Rep¨²blica Dominicana y Puerto Rico y que se extendi¨® r¨¢pidamente por otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica. Su nombre hace alusi¨®n al acto sexual en la postura del perro. En los pa¨ªses anglosajones el perreo se conoce como grinding, twerking o booty dancing. Su inmersi¨®n en el mundo occidental se produjo gracias a figuras del mundo de la m¨²sica como Diplo, siempre con el ojo puesto en todo lo que pasa en la calle, y a artistas con ganas de provocar, como Miley Cirus o Rihanna, quienes empezaron a practicar el twerking en sus actuaciones y videoclips. Aunque pronto lleg¨® a las grandes estrellas de la m¨²sica, lo cierto es que desde que el reggaeton y el perreo aparecieron en nuestras vidas, hace ya alrededor de 25 a?os, una gran parte de la sociedad no lo ha visto con muy buenos ojos. Por un lado molesta a los sectores m¨¢s conservadores con unas letras y unos movimientos de baile que se consideran obscenos, por otro, la aparente simplicidad de su m¨²sica y la vulgaridad de sus letras hace que los intelectuales se lleven las manos a la cabeza, y por ¨²ltimo las mujeres tampoco salen muy bien paradas en canciones y videoclips donde se las cosifica. La censura lleg¨® pronto, solo hace falta buscar algunos videos de reggaeton famosos para ver que Youtube ya los ha eliminado de su red social, pero gracias a ello tambi¨¦n este g¨¦nero ha conseguido ese halo de malditismo que ha acabado provocando m¨¢s atracci¨®n que rechazo.
Teniendo en cuenta que el reggaeton y el perreo tuvieron su origen en Latinoam¨¦rica, no es de extra?ar que all¨ª es donde primero hayan surgido este tipo de propuestas musicales feministas, donde adem¨¢s de Romina o Torta Golosa, destacan las cantantes puertorrique?as Ivy Queen y Lisa M, o la chilena Tomasa del Real. En Espa?a tambi¨¦n tenemos grupos femeninos que lo reivindican, como las madrile?as Tremenda Jaur¨ªa o las tinerfe?as K-Narias. Y si miramos hacia el trap, ese ritmo que est¨¢ pegando fuerte y que mezcla hip hop y reggaeton, los nombres femeninos se multiplican con artistas como Bad Gyal, Ms Nina, La Zowie o Tania Chanel.
Aunque no solo desde la m¨²sica se da una nueva respuesta al machismo asociado a este g¨¦nero, un machismo que por otra parte ha estado siempre presente en otros estilos musicales, como el rap, el country, el glam, el pop o el rock, por citar solo unos cuantos. ¡°I¡¯d rather see you dead, little girl than to be with another man¡± (¡°Prefiero verte muerta a verte con otro hombre¡±), cantaba el bueno de John Lennon en la canci¨®n de The Beatles Run for your life. Y es que, a poco que se rasque contenidos sexistas hay en todas partes. En el reggaeton, sobre todo, en lo concerniente al perreo, cada vez hay m¨¢s voces feministas que reivindican su disfrute, como la periodista Catalina Ruiz-Navarro, que en su blog Catalinapordi¨®s escrib¨ªa un interesante art¨ªculo titulado A mover el culo, o una defensa del perreo, donde afirmaba: ¡°Son muchos los bailes que tienen la funci¨®n social de cortejo, desde el waltz hasta el reggaeton. A m¨ª me gusta mover el culo al bailar, ¡®perreo¡¯ que llaman, y no creo que hacerlo deba ser tomado como una invitaci¨®n a propasarse, de la misma manera que una minifalda y un escote no son una invitaci¨®n. Qu¨¦ tan ¡®expl¨ªcito¡¯ es un baile es algo que depende del contexto cultural. Hace algunos a?os un tobillo pod¨ªa ser la cosa m¨¢s er¨®tica y tab¨²¡±. Sobre la misoginia, a?ade una interesante reflexi¨®n, y es que realmente los grupos de reguet¨®n en sus letras hablan sobre lo que ven y viven: ¡°Alarmarse ante las letras violentas del reggaeton no cambiar¨¢ la misoginia; combatir la misoginia cambiar¨¢ las letras¡±.
Otra periodista, feminista tambi¨¦n, y amante de esta vertiente, es June Fern¨¢ndez, que desde su blog Mari Kazetari y su revista digital Pikara Magazine, se r¨ªe y cuestiona prejuicios sociales asociados al feminismo, como ese tan famoso que dice que todas las feministas son unas amargadas. En un art¨ªculo publicado en su blog hablaba as¨ª sobre perreo y reggaeton: ¡°Frente al mito de la calientapollas, tan vigente a¨²n en nuestras tierras, mi experiencia es que yo puedo estar perreando a un t¨ªo toda la noche, y ¨¦l asume que eso es todo, que no le da derecho a exigirme nada m¨¢s¡±. Seg¨²n June, lo que realmente incomoda de este estilo es esa desinhibici¨®n sexual que lleva impl¨ªcita este baile donde la carne manda (y da igual la talla porque la celulitis es m¨¢s que bienvenida). June se divierte adem¨¢s defendi¨¦ndolo porque sabe que es un tema que levanta espinas, tambi¨¦n entre feministas, que no entienden c¨®mo una mujer puede dejar que un hombre se frote contra ella de manera tan expl¨ªcita y obscena: ¡°Si hay un reparo ante el reggaeton que me gusta rebatir es el de que es un baile machista porque la mujer se mueve para darle placer al hombre. Es curioso porque, bajo una premisa aparentemente feminista, una vez m¨¢s se niega la sexualidad y el placer de las mujeres. ?O sea que si yo me froto contra un t¨ªo es para darle gustito a ¨¦l? ?Acaso no creen que frotarme contra una pierna o un paquete me da gustito a m¨ª?¡±.
Algo similar opina la comunic¨®loga feminista Gabriella Nava en un art¨ªculo escrito para el blog Antes de Eva: ¡°Si bailo como me gusta bailar, no necesariamente lo hago para complacer a los hombres a mi alrededor. Si bailo como me gusta bailar es porque me divierto, bailo para m¨ª, ya deben saber que el baile es una forma de expresi¨®n. Y no,?mover el trasero?no me hace ¡®menos mujer¡¯, ni ¡®menos feminista¡¯, ni una ¡®perra¡¯, ni una ¡®f¨¢cil¡¯, o una ¡®putona¡¯¡ Nos tachan de fan¨¢ticas, pero son las personas ajenas a nuestra causa quienes se han encargado de ponernos estas?caracter¨ªsticas de secta?como: no bailar¨¢s?reggaet¨®n, no te depilar¨¢s la axila, no usar¨¢s?maquillaje, no tendr¨¢s como pareja a un hombre, y una larga, muy larga lista de estigmas sobre el feminismo¡±.
La cuesti¨®n del perreo y sus movimientos vejatorios o no en relaci¨®n a la mujer no ha parado de generar pol¨¦mica, adem¨¢s de todo tipo de reflexiones y teor¨ªas, algunas tan interesantes como la de Fannie Sosa, artista y activista brasile?a que ha organizado incluso Twerkshops (talleres de twerking) y que habla del culo como territorio pol¨ªtico y espacio de resistencia. Fannie afirma que agitar las nalgas hace que las mujeres se relacionen de una forma diferente con su cuerpo y que moviendo el suelo p¨¦lvico se genera una energ¨ªa que nos empodera: ¡°Mover las caderas es dar un paso hacia el placer. Cuanto m¨¢s placentero es un cuerpo, m¨¢s poderoso es¡±.
Para reivindicar el lado m¨¢s l¨²dico-festivo del reggaeton, aunque haciendo hincapi¨¦ tambi¨¦n en su evoluci¨®n y en su car¨¢cter reivindicativo, Matadero Madrid acogi¨® el verano pasado una interesante propuesta de la asociaci¨®n cultural La Parcer¨ªa que bajo el t¨ªtulo Reggaeton Manifiesto o el Ton Ton de una revoluci¨®n, hac¨ªa un recorrido por la est¨¦tica y el discurso del reggaeton desde sus inicios para tener una visi¨®n global de un g¨¦nero que ¡°contin¨²a vivo, evolucionando en discursos antag¨®nicos, sexistas y feministas, capitalistas y antisistema¡±. Dentro de esta evoluci¨®n solo era cuesti¨®n de tiempo que la mujer plantara cara y le diera la vuelta a la tortilla. Porque seres sexuales, con derecho a perrear, somos todos.
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