Por qu¨¦ es sano masturbarse (incluso cuando tienes pareja)
El autoservicio del sexo conlleva grandes beneficios a los que no deber¨ªamos renunciar, aunque nuestros d¨ªas de soledad hayan acabado.
Si hubiera que escribir un libro de texto sobre sexo, en el que las materias y su orden fueran asignadas con criterios did¨¢cticos, por sex¨®logos, seguramente se empezar¨ªa por la masturbaci¨®n, con el fin de conocer bien el propio cuerpo y la respuesta sexual. Una vez dominado este campo, el siguiente nivel ser¨ªa el sexo manual con otro, para explorar a fondo el nuevo terreno a pisar, sus gustos y preferencias; para luego seguir con otras lecciones m¨¢s avanzadas: penetraci¨®n, sexo oral, anal, etc. Inconscientemente, la mayor¨ªa ha seguido este orden en su vida er¨®tica ¨Cpajas, magreos y coitos-¨C. Los hombres desde luego, y cada vez m¨¢s mujeres de las nuevas generaciones porque nuestras madres y abuelas lo m¨¢s seguro es que invirtieran completamente el orden. Es muy posible que muchas, por falta de inter¨¦s, tiempo o por creencias e ideolog¨ªas, se saltaran la ¨²ltima lecci¨®n, que en realidad era la m¨¢s importante de todas.
Como en cualquier buen aprendizaje, los conocimientos b¨¢sicos no se olvidan, sino que se incorporan en los posteriores, aunque no estoy segura de que en materia de sexo se siga esta regla. Por supuesto que casi todos aceptamos ya la practica masturbatoria como sana, adecuada y muy instructiva, excepto las diversas religiones y sus practicantes m¨¢s integristas, que todav¨ªa debaten si su particular dios la aprueba y bajo que circunstancias. Tecleen en Google ¡°masturbaci¨®n en la pareja¡± en ingl¨¦s, y obtendr¨¢n un completo tratado de teolog¨ªa. Pero cuando preguntamos si el autoerotismo nos sigue pareciendo adecuado, una vez conocida ya la media naranja, la cosa cambia. Una amiga m¨ªa, nada sospechosa de pertenecer a la fracci¨®n m¨¢s extremista de ninguna religi¨®n, dej¨® a su novio cuando un d¨ªa lleg¨® a casa y lo vio masturb¨¢ndose frente a la pantalla del ordenador, que proyectaba un v¨ªdeo porno.
Si les parece que mi amiga es una estrecha, hagan un sondeo entre los sex¨®logos y les dir¨¢n como una pregunta, bastante usual en consulta, es la de saber si es normal que a la pareja, adem¨¢s de tener relaciones, le guste tambi¨¦n masturbarse a solas. O¨ªr el ruidito del vibrador despu¨¦s de que la mujer ha anunciado que se va a la cama temprano porque est¨¢ destrozada, puede ser a veces malinterpretado por el ego masculino. En American Beauty (1999), Kevin Spacey nos record¨® que esa actitud tan propia de la adolescencia o de periodos de soledad, la de procurarse el propio placer, vuelve cuando la pareja ha dejado de interesarse en procurarlo juntos. La masturbaci¨®n siempre ha estado impregnada de tintes ego¨ªstas. Dentro de la pareja, ¨¦stos adquieren una mayor negrura, como si hubiera un cupo de actividad sexual que debiera dedicarse, exclusivamente, para disfrute de ambos. Durante el estreno de 50 Sombras de Grey una mujer de 33 a?os en Sinaloa, M¨¦xico, sentada en las primeras filas, empez¨® a masturbarse. Acab¨® esposada, pero no por Christian, sino por la polic¨ªa local. La noticia ten¨ªa un cierto tufo a recochineo, muy diferente de si se hubiera encontrado a una pareja practicando el sexo, en vez de seguir interesados en el as¨¦ptico planteamiento y los di¨¢logos, propios de whatsapp, de la cinta.
¡°No conf¨ªo en nadie que no se masturbe. Si no puedes llegar a buen t¨¦rmino con tus zonas privadas, no va a ser muy divertido cuando tengas que hacerlo con las de otro¡±, dec¨ªa Ryan O¡¯Connell en un art¨ªculo titulado Ten reasons why masturbating can be better than sex, de la revista thoughtcatalog.com. Yo ampliar¨ªa un poco m¨¢s el grupo de personas no fiables e incluir¨ªa a aquellas incapaces del disfrute solitario de algo. Los que no preparan comidas especiales para ellos solos, los que no viajan si no van con alguien, los que no pueden ir al cine sin compa?¨ªa¡ Su amabilidad y solidaridad es tal, que solo reservan los buenos momentos para compartirlos, sin saber que la caridad, el placer y la vida empiezan por uno mismo, y solo estando a bien con nuestra primera persona podremos estarlo con las dem¨¢s. En el sexo esto es una m¨¢xima indiscutible. Betty Dodson, la abuela de la masturbaci¨®n, no se ha cansado de repetirlo desde los a?os 70 hasta hoy, donde sigue ense?ando al g¨¦nero femenino a ser autosuficiente en materia sexual, en su consulta de Nueva York. Seg¨²n cuenta Dodson a S Moda, ¡°el segundo problema m¨¢s importante para las mujeres a la hora de disfrutar plenamente del sexo ¨Caparte de la iglesia cat¨®lica, que todav¨ªa proh¨ªbe la masturbaci¨®n y los anticonceptivos¨C, es la falta de informaci¨®n y una educaci¨®n sexual que incluya el placer de la mujer y no solo la procreaci¨®n. Si ella no entiende el papel de su vulva y cl¨ªtoris a la hora de alcanzar el orgasmo, ser¨¢ siempre una v¨ªctima que el hombre pueda usar para su propio placer¡±.
Francisca Molero, sex¨®loga, ginec¨®loga, directora del Institut Clinic de Sexolog¨ªa de Barcelona y directora del Instituto Iberoamericano de Sexolog¨ªa, cree que este aprendizaje, como todo en la vida, es constante y no deber¨ªa parar nunca. ¡°Yo espero que dentro de unos a?os, las consultas por anorgasmia se reduzcan mucho porque las practicas masturbatorias empiezan a ser comunes entre las mujeres, que saben que conocer su cuerpo y su respuesta sexual es algo fundamental para disfrutar del sexo. Pero esto no deber¨ªa reducirse solo a la etapa m¨¢s joven, de descubrimiento de la sexualidad, sino a toda la vida. La respuesta a los diferentes est¨ªmulos va cambiando con los a?os, la situaci¨®n personal, la experiencia. Todo eso tienen tambi¨¦n su reflejo en nuestra sexualidad, y es importante que lo vayamos descubriendo. Antes se pensaba que el instinto sexual se encargaba de ense?arnos o guiarnos, pero no es verdad. Se necesita aprender, la sexualidad es un camino y un aprendizaje continuo¡±.
Por establecer una comparaci¨®n entre comida y sexo, todos estar¨ªamos de acuerdo en afirmar que nuestros gustos culinarios cambian con el tiempo, pasan por fases, conocemos nuevos platos y sabores de otras culturas. Primero intentamos hacer las recetas nosotros mismos, para saber si est¨¢n bien hechas y si podemos invitar a alguien a que las pruebe, sin caer en el riesgo de perder una amistad o acabar llamando a Telepizza. A veces, tambi¨¦n nos gusta comer algo especial a solas, puede que un helado en una bochornosa tarde de verano, sin compartirlo con nadie. El sabor, no es el mismo. Como tampoco lo son las sensaciones que se experimentan con la masturbaci¨®n o el sexo compartido. El selfservice puede tener para algunos una nota de soledad, pero tambi¨¦n se libera de esa parte de reto, de esperar algo de alguien, de tener que estar a la altura, de gustar, de quedar bien, que nunca falta cuando dos, o m¨¢s, deciden meterse en una cama. Un art¨ªculo de The Cut sobre el tema que nos ocupa, inclu¨ªa una cita de una periodista francesa, ¡°aunque tuviera todos los hombres del mundo en mi cama, incluso Ryan Gosling, seguir¨ªa masturb¨¢ndome con juguetes er¨®ticos¡±, me confes¨® recientemente la columnista francesa de sexo Ma?a Mazaurette, ¡°no quiero volver a un mundo sin pl¨¢stico¡±.
Otra de las ventajas del autoabastecimiento en materia sexual es el hecho de que nos mantiene satisfechos y en plena forma durante los altibajos de deseo que ocurren en la convivencia. Seg¨²n Francisca Molero, ¡°uno de los mayores problemas de las parejas son los desajustes de frecuencia, es decir, que los dos miembros no tienen ganas al mismo tiempo, lo que puede generar grandes conflictos, tanto por defecto, como por exceso. La masturbaci¨®n es un buen remedio a este problema, pero en consulta vemos que todav¨ªa no est¨¢ aceptada al cien por cien dentro de la pareja. A¨²n resulta inc¨®moda para muchos, y el que la practica suele hacerlo a escondidas para que el otro no lo vea. Incluso muchos la perciben a¨²n como una cierta forma de infidelidad¡±. ?No creen que es preferible convertirse en infiel, que en una copia de Mildred, la avinagrada se?ora Roper ¨Caunque con raz¨®n, ya que el bache que cruzaba su marido era eterno¨C, que buscaba venganza durante el d¨ªa por todo lo que su consorte no le hab¨ªa hecho durante la noche?
Aunque si lo pensamos detenidamente, la mayor¨ªa de las mujeres seguimos masturb¨¢ndonos incluso cuando mantenemos relaciones con otro/a. ?Qu¨¦ es sino estimular el cl¨ªtoris durante el coito, para as¨ª poder llegar al orgasmo m¨¢s f¨¢cilmente? Seg¨²n Ian Kerner, autor del libro She Comes First, el 80% de las mujeres no pueden alcanzar el cl¨ªmax solo con la penetraci¨®n. A los hombres tambi¨¦n les gusta realizar estas pr¨¢cticas, pero no siempre est¨¢n tan bien aceptadas. En palabras de Molero, ¡°el hombre tambi¨¦n necesita estimularse, incluso durante el acto sexual, pero todav¨ªa se piensa que el deseo masculino es como un resorte. Tocarse los test¨ªculos y la zona del perineo puede ser muy satisfactorio para el hombre y ayudarle en problemas de eyaculaci¨®n retardada, una patolog¨ªa que va en aumento. Pero as¨ª como ya todos admiten que ella manipule su cl¨ªtoris durante el acto sexual, hay muchas mujeres que no ven bien que el hombre haga lo mismo, ya que pueden interpretarlo como que ellas no le excitan lo suficiente. Son mitos que todav¨ªa quedan por destruir¡±, comenta esta sex¨®loga.
No hagamos con la masturbaci¨®n como muchos hacen con los amigos del instituto, se olvidan de ellos cuando encuentran pareja, para luego volverlos a llamar cuando llega el divorcio y los solitarios fines de semana. Como cuenta Val¨¦rie Tasso en Antimanual de sexo (Temas de hoy), ¡°dos son los grandes errores malintencionados que circundan al hecho masturbatorio: el habernos enga?ado con que es un acto exclusivamente solitario, y el creernos que es una practica sustitutoria de otras er¨®ticas (como la algarroba del chocolate)¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.