R¨¦quiem por la m¨²sica a 11.000 metros de altura

El pasado viernes 10 de mayo la cadena local americana KCTV5 se hac¨ªa eco de uno de los mejores momentos de la historia de la aviaci¨®n moderna. Una pasajera fue desalojada del avi¨®n que cubr¨ªa la ruta Los ?ngeles ? Nueva York de American Airlines, despu¨¦s de que la tripulaci¨®n le conminara a cambiar de actitud y esta desistiera. ?De qu¨¦? De cantar de manera incesante I will always love you, uno de los temas estrella de la discograf¨ªa de Whitney Houston y banda sonora del filme El guardaespaldas. Muchos usuarios en las redes sociales felicitaron a la mujer por su valent¨ªa y denunciaron la falta de sensibilidad de los responsables de la aerol¨ªnea.

El hit, compuesto en su d¨ªa por la gran Dolly Parton, e interpretado a voz en grito por esta pasajera, crisp¨® los nervios de los viajeros de tal manera que el comandante se vio obligado a hacer escala en el aeropuerto de Kansas City. Las autoridades detuvieron a la autoproclamada popstar y el vuelo sigui¨® su curso hasta Nueva York. Hay veces en las que la presi¨®n atmosf¨¦rica, las mescalinas expendidas por los azafatos o los pelotazos de alcohol y ansiol¨ªticos resultan prescindibles cuando se impone la necesidad de dar rienda suelta al talento natural.

El incidente ocupa ya uno de los lugares destacados en la lista del surrealismo a¨¦reo, justo por detr¨¢s de la performance almodovariana de I'm so excited y del popular coloc¨®n de Melendi en pleno vuelo. La gesta de la pasajera, cuya identidad no ha trascendido, cuenta con numerosos precedentes. En 2010 Kanye West ofreci¨® un concierto en una ruta de la aerol¨ªnea Delta, y desde hace cuatro a?os David Guetta fleta aviones reconvertidos en discotecas a Ibiza. Peccata minuta si lo comparamos con el arranque de Cyndi Lauper en Buenos Aires, donde ameniz¨® la espera de unos pasajeros cantando por megafon¨ªa Girls just want to have fun.

Imposible olvidar a otras estrellas de la troposfera, como el animador oficial de la Selecci¨®n espa?ola Pepe Reina y su show a la vuelta del Mundial de Sud¨¢frica, o esa infame producci¨®n que acompa?¨® al himno del verano de 2001. Adem¨¢s, quienes hayan viajado a Nueva York con Air Europa habr¨¢n tenido el privilegio de sentarse en el David Bisbal, el nombre con el que la compa?¨ªa bautiz¨® uno de sus aparatos transatl¨¢nticos.

Que algunas voces se planteen permitir las llamadas a trav¨¦s de tel¨¦fonos m¨®viles durante el vuelo ?el ¨²nico espacio en la Tierra donde los palizas de turno tienen vetada su actividad?, y que a su vez se cercene el particular homenaje de una nost¨¢lgica de los a?os 90 a Whitney Houston, evidencia una creciente vulneraci¨®n de los derechos fundamentales de los pasajeros. En una tendencia que avanza peligrosamente, pocas compa?¨ªas incluyen en el precio del billete el derecho a una raci¨®n de comida y bebida, servida ¨²nicamente bajo petici¨®n en cabina y a precio de sangre de unicornio. Ni comer, ni beber¡­ y desde ahora todos castigados sin poder cantar.