Valeria Luiselli: ?No me interesa lo confesional, parece que las mujeres no tenemos derecho a imaginar?
Charlamos con la escritora mexicana sobre libros que te salvan la vida, por qu¨¦ nos cegamos ante la crisis migratoria y las redes de activismo de supervivencia feminista tejidas desde el calor dom¨¦stico. Publica ¡®Desierto Sonoro¡¯, una subversi¨®n de la novela americana y la ¡®road novel¡¯.
Dice Valeria Luiselli (Ciudad de M¨¦xico, 1983) que su escritura tiene ?una mirada extranjera? que habita entre dos mundos. ?Vivo entre espacios f¨ªsicos y culturales. No miro desde la distancia pero s¨ª con la extra?eza del que viene de fuera?, aclara al otro lado del tel¨¦fono. La autora sali¨® de M¨¦xico a los dos a?os (su padre, diplom¨¢tico, fue destinado a las embajadas de Sud¨¢frica, Corea del Sur o India), pero desde 2008 reside en Nueva York. All¨ª ha afianzado una carrera?con m¨²ltiples traducciones y premios. La furia pol¨ªtica que despleg¨® en Los ni?os perdidos. Un ensayo en 40 preguntas (Sexto Piso, 2017), donde narraba su experiencia como traductora voluntaria en los tribunales para ni?os refugiados ¨Cy acab¨® finalista en el National Book Critics Circle Award¨C, sirvi¨® como antesala de Desierto Sonoro (Sexto Piso), su quinta y ¨²ltima novela, finalista en la lista larga del premio Booker. Una road novel sobre el viaje en carretera de una familia y pareja en crisis que sirve como grito desde los m¨¢rgenes hacia un sistema pervertido. All¨ª vocea de nuevo el drama de?los 14.000 ni?os que llegaron pidiendo asilo y acabaron encarcelados, pero tambi¨¦n escribe un sentido tratado sobre las fisuras y pilares que sostienen a la familia, el amor, la intimidad y lo dom¨¦stico, sobre aquello que acabamos llamando hogar.
Cuando la protagonista conoce a Manuela (la madre de dos ni?os detenidos tras cruzar la frontera a pie), ¨¦sta le dice: ¡°Nuestras madres nos ense?an a hablar; y el mundo nos ense?a a callarnos la boca¡±.
Creo que un proverbio de origen mixteco. En mi casa se dec¨ªa mucho, recuerdo que lo repet¨ªa mi abuela a manera de queja. Tambi¨¦n es probable que el proverbio exista en otras lenguas, pero creo recordar que viene de ah¨ª.
Tiene mucha fuerza.?
S¨ª, es tremendo, ?verdad?
Cuentas que provienes de un sistema matriarcal muy activo en pol¨ªtica. Tu abuela trabaj¨® con comunidades ind¨ªgenas en Puebla y tu madre se uni¨® al movimiento zapatista en M¨¦xico. En el libro, de hecho, incluyes un retrato de Zapata que se cuelga como s¨ªmbolo de la uni¨®n entre la protagonista y su marido?en el nuevo hogar (¨¦l aporta uno de Martin Luther King). ?Qu¨¦ aprendiste de ese sistema matriarcal?
Estoy rodeada de mujeres fuertes que han tomado decisiones desde una fuerte convicci¨®n pol¨ªtica y de libertad. Cuando era m¨¢s ni?a, creo que no entend¨ª las decisiones de mi madre en ese sentido, pero como mujer adulta agradezco mucho el ejemplo de convicci¨®n y entereza que me ha dado.
?Te rebelaste contra ella por su activismo?
S¨ª, se puede decir que s¨ª. Luego entend¨ª sus motivaciones m¨¢s profundas. Ahora no solo lo siento, lo admiro.
T¨² misma lo est¨¢s transmitiendo a tu hija y tu sobrina, con las que convives en Nueva York. ?C¨®mo lo haces?
Digamos que no es un programa que tenga seguir a rajatabla, es simplemente mi vida cotidiana. En mi casa ahora mismo vivimos de forma intermitente mi madre, mi hija, mi sobrina y quiz¨¢ se venga a vivir mi otra sobrina de 17 a?os con nosotras. Tambi¨¦n est¨¢ por ah¨ª nuestra perra Lola, que es pura hembra (r¨ªe). En mi casa organizamos muchas cenas de mujeres, no solo familiares, tambi¨¦n con las activistas con las que organizo temas pol¨ªticos. Nos reunimos para planear, por ejemplo, el taller de lectura en un centro de detenci¨®n para centros migrantes. Siempre estamos cocinando con mucha gente, siempre hablamos. Hay muchos aires distintos y mucho movimiento. Es una casa basada en una sensaci¨®n de solidaridad y acompa?amiento vital.
Recuerda a esa red de supervivencia y ayuda tejida entre las mujeres de Nueva York de la que tambi¨¦n han escrito Grace Paley o Vivian Gornick.
Yo vivo en el Bronx, que es m¨¢s marginal, barato y donde tengo mucho m¨¢s espacio para poder vivir de esta manera. Siento que la ciudad ha cambiado mucho para m¨ª. Especialmente,?a partir de la campa?a de Trump. Ah¨ª empec¨¦ a tener cenas y reuniones en un grupo de mujeres, amigas y colegas y empezamos a organizar acciones concretas frente a la amenaza de lo que nos ven¨ªa encima. Ten¨ªamos una sensaci¨®n muy urgente de hacer comunidad y de organizarnos.
Sobre esta red de ayuda feminista que comentas en EEUU ha sido muy importante, pero en Am¨¦rica Latina tambi¨¦n es muy cultural. Yo no vivo all¨ª, pero estoy en contacto con ellas siempre. Por ejemplo, gracias al #MeTooEscritoresMexicanos el cambio entre nosotras ha sido profundo y de comunicaci¨®n constante. Tienen que llegar m¨¢s, quiz¨¢ ocurran paulatinamente, pero el cambio inmediato ya fue el de una sensaci¨®n de sororidad y comunidad profunda.
?C¨®mo lo viviste?
Desde la distancia pero con una escucha muy activa, no pude estar presente en las reuniones f¨ªsicamente pero s¨ª lo hice v¨ªa por audio de WhatsApp en la primera reuni¨®n presencial. He podido escuchar y aprender mucho. Ha sido un movimiento muy intergeneracional, desde blogueras en sus 20 a escritoras de 60. Lo que es fascinante, es que despu¨¦s de las primeras reuniones se hicieron comit¨¦s muy espec¨ªficos. Hay un comit¨¦ para reunirse con las instituciones p¨²blicas, otro para las privadas, uno de traducci¨®n de textos (en el que estoy, para publicar textos en ingl¨¦s cuando sea pertinente); hay un comit¨¦ de apoyo a madres solteras; otro de ayuda legal en el que est¨¢n presentes escritoras que tambi¨¦n que tambi¨¦n son abogadas y pueden ofrecer orientaci¨®n jur¨ªdica. Es un ecosistema que va evolucionando.
En Espa?a no hemos vivido un episodio tan arrollador como el vuestro.
Quiz¨¢ es por el nivel de las cosas que est¨¢n pasando en M¨¦xico, donde cada 4 minutos violan a una mujer, hay 10 feminicidios al d¨ªa y nunca est¨¢s exenta de padecer una agresi¨®n. Yo no conozco a una sola mujer que no haya tenido una experiencia desagradable o muy grave en su ¨¢mbito laboral.
Desde hace unos a?os, da la sensaci¨®n de que buena parte del movimiento activista anti Trump en EEUU est¨¢ liderado por mujeres, ya sea desde la Women¡¯s March o el Black Lives Matter.?
Me gustar¨ªa ver que las mujeres que lideraron aquella Marcha de Mujeres de Washington tambi¨¦n estuviesen involucradas con temas migratorios. Tengo la sensaci¨®n de que la poblaci¨®n de EEUU no ha reaccionado con suficiente fuerza a las grav¨ªsimas violaciones de los derechos humanos que se est¨¢n llevando a cabo.
S¨ª que se vio cierta resistencia desde el movimiento feminista a las primeras medidas migratorias, especialmente en las manifestaciones de aeropuertos, pero la interseccionalidad parece ahora desdibujada?frente a la problem¨¢tica de los centros de detenci¨®n.
S¨ª, exactamente. Es muy desconcertante no ver a m¨¢s gente en las calles, sabiendo que est¨¢ creciendo el n¨²mero de centros de detenci¨®n al paso agigantado al que crecen. Sabiendo que hoy en d¨ªa hay m¨¢s de 14.000 ni?os encarcelados, ni?os que vinieron a pedir asilo, no son ilegales. Para que te hagas una idea, en la etapa de Obama hab¨ªa 2.000.
En el libro, la protagonista lamenta la gesti¨®n medi¨¢tica de los ni?os encarcelados: ?Nadie lo cubre desde la perspectiva de los ni?os?. La foto viral de la ni?a llorando junto a un coche patrulla en Texas levant¨® un debate sobre los peligros del s¨ªndrome del ¡®ni?o-p¨®ster¡¯, o c¨®mo solo nos activamos frente al drama cuando somos part¨ªcipes del sufrimiento de un peque?o. ?C¨®mo crees que deber¨ªa visibilizarse para generar empat¨ªa?
Es una pregunta complej¨ªsima. No tiene una sola respuesta y tiene que ser matizada. Los medios se suelen lucrar con la imagen de un ni?o sufriendo que, adem¨¢s, no pudo dar consentimiento. Como, por ejemplo, la foto de la pareja presidencial sosteniendo al beb¨¦ superviviente de la matanza de El Paso. Es una foto tremenda, donde se apropian de un ni?o que no puede dar su consentimiento. Eso es ¨¦ticamente condenable. Por otro lado, vivimos una situaci¨®n cr¨ªtica, donde es important¨ªsimo que la gente sea consciente de lo que est¨¢ ocurriendo. Los medios deber¨ªan tener una narrativa menos basada en el shock y trabajar la informaci¨®n de una forma m¨¢s profunda y reportajeada. Tendr¨ªan que sacar fotos de los centros de detenci¨®n, hay mucha m¨¢s labor por hacer.
En la ¨²ltima temporada de la serie Orange is the new black hay una aproximaci¨®n a la vida de las mujeres en los centros de detenci¨®n, ?es importante que tambi¨¦n se visibilice desde la cultura pop?
Una amiga espa?ola justo me ha comentado esto que dices, pero como no la estoy viendo no te puedo contestar al respecto.
Desierto Sonoro ha sido tu primera novela escrita originalmente en ingl¨¦s y te has encargado de cotraducirla para Sexto Piso. Eres una escritora biling¨¹e. ?Has detectado diferencias entre los an¨¢lisis o alabanzas que hacen de tu trabajo entre el ingl¨¦s y el espa?ol?
No te puedo dar una respuesta muy clara pero creo que s¨ª que hay diferencias. Este libro no ha salido oficialmente en espa?ol y no s¨¦ c¨®mo se ver¨¢ con la traducci¨®n. En EEUU se lee como una subversi¨®n de la gran novela americana y del road trip. A pesar de que s¨ª tenemos culturas literarias con variaciones entre unos y otros, vivimos en un mundo globalizado donde los hispanos y latinoamericanos no somos ajenos a ese cruce de tradiciones.?La novela es una road novel, un descenso al inframundo y a la conciencia, se plantea de forma muy distinta al viaje estadounidense de descubrir el territorio. Yo quer¨ªa unir esas dos partes.
En el libro, la protagonista se siente atra¨ªda por la ¡°confesi¨®n de intimidad¡¯ de las fotos de Sally Mann. Algunas autoras critican que se haga una lectura reduccionista de la escritura femenina desde ese prisma ¡®confesional¡¯, a?adiendo el adjetivo de forma peyorativa. ?Tambi¨¦n te pasa?
S¨ª, parece que las mujeres no tenemos derecho a imaginar. A m¨ª no llega a irritarme, pero me da que esa es una lectura poco f¨¦rtil. Si algo es o no es biogr¨¢fico qu¨¦ m¨¢s me importa, a menos que esa sea la est¨¦tica particular de ese escritor o escritora. No es mi caso. No estoy en una b¨²squeda como la que contempor¨¢neamente est¨¢ haciendo Karl Ove Knausg?rd. Si llego a usar este material de mi vida personal, son elementos primarios para urdir. A m¨ª no me interesa ese tipo de escritura.
Describes las luces y sombras de la domesticidad en la novela, con ese hogar rodante entre los cuatro integrantes tras abandonar su casa tratando, en especial la pareja, de mantener los v¨ªnculos. ?C¨®mo valoras t¨² la domesticidad? ?Es una jaula o un espacio de seguridad?
Para m¨ª, mi casa, especialmente ahora, es un recinto de paz que nos gusta cuidar. Es un espacio de ideas en el que tambi¨¦n trabajo. Me gusta que as¨ª lo sea, que confluya en un mismo espacio el trabajo creativo y la vida cotidiana.
?Escribes siempre en casa?
Casi siempre s¨ª, pero hago mucho trabajo fuera de documentaci¨®n, archivo e investigaci¨®n de campo. Ahorita estoy empezando en un proyecto que va a ser una pieza sonora muy grande y muy ambiciosa en el desierto en la frontera entre M¨¦xico y EEUU. Eso va a implicar muchos viajes a la frontera, mucho trabajo de archivo sobre feminicidio. Para m¨ª, no todo surge del espacio de la casa en t¨¦rminos de fuente creativa, pero s¨ª es el espacio donde me re¨²no a m¨ª misma, a mis ideas y donde m¨¢s trabajo.
?Qu¨¦ puedes avanzarnos de este proyecto?
Est¨¢ en los inicios, todav¨ªa estoy hablando con las personas que van a participar. Hace poco escrib¨ª para el New Yorker un art¨ªculo largo porque fui a entrevistar actores que hacen recreaciones hist¨®ricas del Wild Wild West americano, se disparan disfrazados una y otra vez. El reportaje iba sobre los mitos fundacionales de todo esto y estando ah¨ª descubr¨ª que quer¨ªa hacer una recreaci¨®n sobre la parte de la historia mexicana y nativo americana centrada sobre la violencia de las mujeres.
¡°El matrimonio es un pacto entre dos personas dispuestas a proteger la soledad del otro¡±, escribes en el libro. Expones las fisuras de una pareja en crisis frente a un nuevo horizonte. M¨¢s all¨¢ de la novela, ?qu¨¦ opinas del matrimonio como tal?
?Que qu¨¦ opino yo del matrimonio en general??(R¨ªe a carcajadas)?Paso. Puedes decir que pas¨¦ de la pregunta (sigue riendo a carcajadas).
La protagonista se refugia en m¨²ltiples voces de autores: ¡°Cuando le¨ª a Sontag por primera vez, como cuando le¨ª a Hannah Arendt a Dickinson o a Pascal sent¨ª que las palabras estaban ah¨ª para expresar un sentimiento muy simple?. ?Qu¨¦ han aportado a tu escritura??
Me resulta imposible separar la experiencia vivida de la experiencia interna de un libro o de una obra de arte. Las dos cosas est¨¢n siempre nutriendo mutuamente. No vemos siempre igual el mundo despu¨¦s de haber le¨ªdo algunos libros, escuchado algunas piezas. Es una divisi¨®n ficticia, ?no? Yo pienso de esa manera y consigo as¨ª tambi¨¦n mis libros, son espacios que est¨¢n formados por la experiencia completa.
?Con qui¨¦n te pasa ahora?
Estoy leyenda cosas muy oscuras para el proyecto de la frontera. Roberto Bola?o, Rita Segato, a una poeta mexicana fant¨¢stica, Dolores Dorantes. Luego, de manera m¨¢s tagencial, porque as¨ª funciona mi cabeza, necesito alejarme para acercarme. Acabo de terminar de leer Las Troyanas de S¨¦neca. Estoy en una parte del proceso creativo que me encanta, que estar leyendo de forma seria pero al mismo tiempo libre, para ir enriqueciendo la idea de este proyecto.
Es muy gr¨¢fico cuando la protagonista dice que Kerouac es ¡°un pene gigante que se mea sobre los Estados Unidos?. ?Lo has sentido con otros escritores sobre otros territorios?
Uno de los subg¨¦neros m¨¢s irritantes que hay es el de hombres estadounidenses escribiendo sobre M¨¦xico. No solo hombres, pero en los a?os 20 y en los 40 hubieron muchos expatriados que lo reportearon de un modo muy condescendiente, con esa folclorizaci¨®n y romantizaci¨®n extra?a. Kerouac y los beats lo hicieron, por ejemplo. Hemingway con Cuba, tambi¨¦n. Luego hay otros que no, gente que escribe y lo hace muy bien, como por ejemplo lo hizo Langston Hugues.
??Qu¨¦ libro te salv¨® la vida?
Siempre vuelvo a Hannah Arendt, cuando siento que el mundo se cae en pedazos, que es la mayor¨ªa del tiempo. Volv¨ª a ella cuando empez¨® la campa?a de Trump y las erupciones de fascismo global. La hab¨ªa le¨ªdo en la adolescencia tard¨ªa, cuando est¨¢bamos en el instituto, nos entr¨® en filosof¨ªa y estuvimos un a?o entero leyendo La condici¨®n humana. Es un libro que ahora ense?o y al que siempre vuelvo en las clases que doy. Sigue siendo una pensadora muy vigente. Ayer estuve en su tumba, por cierto.
?Y c¨®mo fue eso?
Est¨¢ en un bosque en el?upstate?de New York, en una universidad donde voy a dar clases que se llama Bard College. Est¨¢ all¨ª enterrada, con su pareja. Era la primera vez que iba. Su tumba estaba llena de piedritas, como la de Brodsky. Supongo que es una tradici¨®n jud¨ªa la de dejar piedras, ?no? Fue muy emocionante.
Hace unos a?os dec¨ªas que envidiabas el modelo Elena Ferrante o Salinger para desaparecer de todos y de la prensa, ?lo sigues pensando?
Depende mucho. Estos dos ¨²ltimos libros conducen a una conversaci¨®n que siempre se est¨¢ actualizando: todo gira en torno a la migraci¨®n. Es un tema sobre el que siempre hay algo que decir, al final no me exten¨²a como me pasaba con otros libros. Tambi¨¦n te digo que hay un l¨ªmite, ?eh? Cuando no tienes nada que decir, pues no hay nada m¨¢s que decir.
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