Vanessa Springora: ?Tengo la sensacio?n de haber servido de aval moral a un pederasta?
La editora ha sacudido el panorama intelectual y pol¨ªtico franc¨¦s con ¡®El consentimiento¡¯, donde cuenta la relaci¨®n que mantuvo a los 14 a?os con un escritor de 50, Gabriel Matzneff, y el silencio y hasta la connivencia social con un pederasta celebrado en el mundo de las letras hasta hace muy poco.
A sus 48 an?os, a Vanessa Springora todavi?a le cuesta hablar de lo que vivio? a los 14, cuando comenzo? una relacio?n con un escritor, Gabriel Matzneff, de 50. Tardo? an?os en comprender que no era amor sino abuso sexual y psicolo?gico, y de?cadas en exorcizarlo todo en un libro, El consentimiento (Lumen). ?Normalmente ya no lloro en las entrevistas?, dice mientras juguetea con un cigarrillo que no encendera? durante la cita en un cafe? cerca de su casa en Pari?s. Ello no impedira? que al te?rmino del encuentro sus ojos brillen ma?s de lo normal, aunque consiga no derramar una sola la?grima. Sabe que, pese a todo, es una privilegiada: no es una vi?ctima de trata humana ni vive en la precariedad, como tantas mujeres que sufren violencia sexual, sino que es directora de una prestigiosa editorial de Pari?s y lleva una vida ?normal?, con pareja y un hijo adolescente.
Parado?jicamente, esa puede ser una de las claves de por que? El consentimiento ha impactado de tal manera en Francia, donde desde antes de su llegada a las libreri?as, en enero, sacudio? profundamente el mundo intelectual y poli?tico como no lo ha conseguido el movimiento MeToo: se ha abierto una investigacio?n judicial y se ha retirado parte de la obra de Matzneff, los diarios i?ntimos en los que el autor, hoy octogenario, relataba minuciosamente sus aventuras sexuales con menores de ambos sexos. Adema?s, escritores e intelectuales que hasta hace poco se declaraban admiradores del escritor ¨Cen 2013 recibio? el prestigioso premio Renaudot¨C se han distanciado del personaje y su obra. ?Es una toma de conciencia muy importante?, subraya Springora. El efecto de El consentimiento tambie?n rebasa fronteras: el libro se prepara para salir en una veintena de pai?ses, incluida Espan?a, donde llegara? a las libreri?as el 17 de septiembre.
?Se esperaba este eco internacional?
Para nada. Al principio me deci?a que quiza?s le interesari?a a 150 personas en Pari?s, debido al pequen?o mundo de la edicio?n, pero ha sido una oleada desde incluso antes de la publicacio?n del libro. Me ha dejado totalmente ato?nita, pero me he dado cuenta de que esa acogida no esta? ligada necesariamente a este caso especi?fico, sino que resonaba en muchi?simas mujeres, sobre todo jo?venes, con historias que tambie?n ellas habi?an vivido. Hace meses que recibo centenares de cartas de mujeres que no sabi?an quie?n era Matzneff, que no son de la misma generacio?n, pero que se
han reconocido en este libro porque han vivido historias similares. Creo que no medi? bien el aspecto universal de esta historia, y eso es algo que ahora me vuelve como un bumera?n. Es algo maravilloso
por toda esa gente que me agradece haberlo escrito, pero al mismo tiempo es escalofriante, porque significa que el estado de la sociedad es inquietante.
Si hay tantas mujeres y jo?venes que han vivido esta situacio?n, quiere decir que vivimos en una sociedad que de alguna forma sigue estando enferma. ?Puede deberse el impacto de su historia a que usted es una vi?ctima algo ati?pica?
Es por eso que en las entrevistas hablo sistema?ticamente de las personas que no tienen la posibilidad de hablar o escribir, jo?venes de la banlieue [la empobrecida periferia parisina] que
se tienen que prostituir o mujeres inmigrantes totalmente invisibles, que no vemos, que son los dominados absolutos porque no tienen forma alguna de defenderse. Yo no quiero un papel de portavoz poli?tica porque no soy militante en ese sentido, mi compromiso poli?tico esta? en este libro. Uno de los mayores traumas para mi? es que mi historia ha servido para hacer valer a un pederasta que encima practicaba turismo sexual en pai?ses del tercer mundo como Filipinas. Hacia los 25 an?os me di cuenta de que todas esas historias de chicas jo?venes que contaba en sus libros en el fondo le permiti?an mantener su impunidad, hablar de sodomizar a nin?os de 9 u 11 an?os,que es un crimen, sin que a nadie le pareciera mal. Como todo lo embelleci?a en sus diarios i?ntimos, donde contaba que eran casi historias de amor para e?l, tengo la sensacio?n de haber servido de aval moral a un pederasta.
En El consentimiento, Springora acaba con cualquier posibilidad de seguir maquillando los actos de Matzneff, que e?l continu?a defendiendo como ?historias de amor?. ?A los catorce an?os, se supone que un hombre de cincuenta no te espera a la salida del instituto, se supone que no vives con e?l en un hotel ni te encuentras en su cama, con su pene en la boca, a la hora de la merienda?, escribe en uno de los momentos ma?s paralizantes de un libro que, con su estilo sobrio, se ha convertido en un arma perfecta. ?Llevo muchos an?os dando vueltas en mi jaula, albergando suen?os de asesinato y venganza. Hasta el di?a en que la solucio?n se presenta ante mis ojos como una evidencia: atrapar al cazador en su propia trampa, encerrarlo en un libro?, explica en el pro?logo. ?Quise revertir el arma de la escritura contra e?l, porque es el arma que e?l usaba para dominar a las mujeres jo?venes y tambie?n a los muchachos con los que tuvo historias?, acota en la entrevista. Por eso tambie?n opto? por un relato ?que se pudiera leer como una novela (¡) No queri?a escribirlo bajo la forma de un testimonio brutal, que fuera puramente informativo o como un reportaje. Para mi? no es un mero testimonio, es tambie?n un relato literario, opte? por esa forma justamente porque queri?a inscribir este libro en el campo literario, para que quede frente a los libros de ese escritor [Matzneff]?.
A pesar de mu?ltiples denuncias, sobre todo de actrices como Ade?le Haenel, en su pai?s el movimiento MeToo no ha tenido mucho impacto. ?Trata Francia de forma distinta a sus artistas?
Hay una tolerancia particular con los artistas a cambio de una obra que puede ser subversiva y que se siente que es necesaria. El problema es que la definicio?n de la subversio?n es revertir un orden establecido. Pero el orden establecido hoy en di?a es el famoso orden patriarcal que denuncian todas las feministas. Yo considero que mi libro es mucho ma?s subversivo que la obra de Matzneff. Hoy muchos hombres piensan que el MeToo ha ganado, dicen que esta?n rodeados de mujeres agresivas, de feminazis que quieren impedir que los hombres y las mujeres tengan relaciones, flirteos, cortejos normales, lo que es absolutamente falso. La realidad es que hay que revertir ese orden para lograr una igualdad de relaciones. La conquista de los derechos por la igualdad para las mujeres es una historia larga, paso? primero por los derechos elementales, los juri?dicos, el voto, tener una cuenta en el banco. El derecho a no ser utilizada como un objeto, de no ser considerada simplemente como un objeto sexual, es fundamental pero todavi?a no lo hemos conquistado.
Usted dijo que no queri?a que los libros de Matzneff fueran retirados. ?Que? le habri?a gustado que pasara?
Lo que me molesta de la censura es que es una forma de hacer revisionismo, es suprimir la carga de la prueba para su editor, hacer como si jama?s hubiera existido. Yo preconizo en mi libro otra solucio?n, lo que se llama la contextualizacio?n, es decir, reeditar sus obras con una advertencia al lector y con una edicio?n cri?tica que explique co?mo fue posible durante los an?os setenta, ochenta, noventa y hasta los dosmil publicar obras de esta naturaleza y por que? hoy ya no es posible. Eso es mucho ma?s interesante, es una manera de mostrar co?mo progresa una sociedad, co?mo lo que era tolerable en una e?poca se hace intolerable en otra. Mi objetivo no es meter a este hombre en prisio?n, sino suscitar un debate en la sociedad y en este entorno literario sobre esta ceguera que hubo en la e?poca. Y en el medio editorial en general, empezar de cero y reflexionar todos de forma colectiva, editores, medios, periodistas, escritores, todos los intelectuales que lo apoyaron y firmaron sus peticiones sobre la despenalizacio?n de las relaciones con menores.
Consentimiento parece un concepto sencillo, el famoso ?no es no?. Pero usted demuestra que es algo mucho ma?s complicado¡
No soy jurista ni psiquiatra, no tengo un punto de vista de experta sobre la nocio?n de consentimiento. Pero he lei?do el libro de Genevie?ve Fraisse Del consentimiento (Editorial Palinodia), que, desde un punto de vista estrictamente filoso?fico, me parece muy interesante porque dice que hay dos nociones que tienen que entrar en juego en el consentimiento, pero que en general solo usamos una, la de la libertad. Incluso en un contrato hay que ser libre de poder elegir, porque consentir ya es una forma de elegir. Pero hay otra nocio?n, dice, que no se suele incluir y es la de la igualdad. Volvemos ahi? a la cuestio?n de la dominacio?n. ?Es que una adolescente de 14 an?os es igual a un hombre de 50? Incluso si su decisio?n es libre, ?tiene los medios para consentir, para mantener relaciones sexuales con ese hombre? ?Es que es igual en materia de madurez sexual, afectiva, intelectual? ?Es que esta?n al mismo nivel o hay una asimetri?a?
?La literatura todavi?a puede mover el mundo, como ha dicho usted en alguna ocasio?n?
Creo que el e?xito de este libro muestra que todavi?a es posible, que un libro es capaz au?n de mover las li?neas de la sociedad, si?. Si no creyera que los libros, el arte, pueden cambiar el mundo, no trabajari?a en el mundo de la edicio?n.
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