?Por qu¨¦ vuelve la moda feminista de los 90?
Las peque?as y grandes empresas estampan en sus prendas mensajes de empoderamiento femenino de las Riot Grrrls. ?A qu¨¦ viene esta estrategia del mercado?
Durante la d¨¦cada de los 90, las representaciones culturales se empaparon de la principal corriente pol¨ªtica que irrump¨ªa con fuerza en la sociedad occidental de aquel momento, la tercera ola feminista. La m¨²sica, a trav¨¦s del movimiento Riot Grrrl ¡ªque tuvo su punto de partida en la ciudad de Olympia (Washington)¡ª, lanzaba mensajes de independencia, hermandad entre mujeres y derecho a rebeli¨®n. El grupo fundacional Bikini Kill public¨® en 1991 su primer casete autoeditado; su vocalista, Kathleen Hanna, ser¨ªa la encargada de marcar las pautas del movimiento: ??Eh, t¨² no haces las reglas! Yo decido qu¨¦ voy a hacer?. Este tipo de mensajes, expl¨ªcitos y directos, proliferaban en la mayor¨ªa de estas bandas integradas solo por mujeres, a excepci¨®n de alg¨²n componente masculino. Pero no solo en la frontera con Canad¨¢ las chicas se hab¨ªan preparado para alzar la voz; en las ant¨ªpodas, la mangaka Naoko Takeuchi presentaba el primer n¨²mero de Sailor Moon; y solo unos a?os m¨¢s tarde, las Spice Girls revolucionar¨ªan a las adolescentes de medio mundo con su single de debut, Wannabe.
Sin embargo, con el inicio del nuevo milenio, hartas de crop tops, pantalones de campana y plataformas, la mayor¨ªa tom¨¢bamos la decisi¨®n de relegar gran parte de estas prendas al fondo de nuestro armario. Por aquel entonces, no nos pod¨ªamos imaginar que a?os m¨¢s tarde, no solo dejar¨ªamos de denostarlas sino que, adem¨¢s, se convertir¨ªan en el principal objetivo de b¨²squedas inagotables en plataformas como Etsy, Wallapop o Depop, en donde se pueden adquirir las codiciadas zapatillas No Name o los m¨ªticos pendientes en forma de pomp¨®n. En medio de esta nebulosa de camisetas, vestidos, mochilas y gargantillas de aspecto noventero ¡ªalgunas r¨¦plicas exactas, como el machacado collar-tatuaje¡ª, destacan ciertas marcas que han visto la luz en medio de este clima de revival noventero, y proliferan en el mundo de la internet, como Happy Monday, Valfr¨¦, O Mighty Clothing, Sugarpills, Sex + Ice cream o Tunnel Vision?(esta ¨²ltima combina la creaci¨®n propia con la venta de prendas de segunda mano).
http://instagr.am/p/BCQ1DZpOfrp
Estas firmas comparten una filosof¨ªa que reivindica, a trav¨¦s de sus creaciones, la est¨¦tica y modelos de conducta femeninos de los 90 como Courtney Love, Shampoo¡ª el d¨²o brit¨¢nico encargado de llevar el esp¨ªritu ¡®Girl Power¡¯ por primera vez a la industria mainstream¡ª, o pel¨ªculas generacionales como Fuera de onda o 10 razones para odiarte; eso s¨ª, todo ello pasado por el tamiz de lo expl¨ªcitamente sexual. Tanto es as¨ª que, en una vuelta m¨¢s de tuerca de la idiosincrasia posmoderna, compa?¨ªas como Urban Outfitters han puesto sus manos en s¨ªmbolos de adolescencia como Britney Spears, y actualmente ya no eres nadie si no desayunas cada ma?ana en una taza de caf¨¦ con la frase Britney ha sobrevivido al 2007. Hoy t¨² tambi¨¦n puedes hacerlo.
http://instagr.am/p/-KfQ-uFdN3
Una cosa est¨¢ clara: la est¨¦tica de las Riot Grrrls ha llegado para quedarse. Pero, ?por qu¨¦ ahora? La respuesta parece sencilla. Las redes sociales nos confieren la posibilidad de estar en contacto con gente de cualquier parte del mundo. Y si somos algo curiosos y pinchamos en los enlaces adecuados, la web nos mostrar¨¢ cu¨¢les son las tendencias del momento, pero tambi¨¦n de un pasado no tan remoto. Adem¨¢s, las startups, que nos permiten comprar y vender a cualquier parte del mundo, han facilitado la creaci¨®n y posterior difusi¨®n de este tipo de prendas con mensajes subversivos. La propietaria de Happy Monday, Kate Shalisa, es un buen ejemplo de este nuevo modelo de negocio. ?Empec¨¦ vendiendo mi ropa en Bangkok, pero la gente no acababa de entender de qu¨¦ iba exactamente todo aquello, as¨ª que me abr¨ª una cuenta en Instagram y, a d¨ªa de hoy, la tienda es todo un ¨¦xito?.
Aunque es inevitable darse cuenta de que Hanna y sus compa?eras de batalla ya no son unas adolescentes, el esp¨ªritu de aquella ¨¦poca parece querer restituirse. Los fanzines y la filosof¨ªa hazlo t¨² mismo est¨¢n cada vez m¨¢s presentes, proliferan las bandas de chicas ¡ªBleached, Tacocat o Skinny Girl Diet¡ª y las editoriales de moda juveniles como Teen Vogue beben del look noventero y visten a sus modelos con relojes Baby-G y Adidas Gazelle. Aun as¨ª, ?es posible recuperar el esp¨ªritu de una ¨¦poca que nada tiene que ver con la actualidad? En pleno 2016, inmersos en un periodo que algunas te¨®ricas denominan posfeminismo, es dif¨ªcil no hacer de un movimiento pol¨ªtico fundamental para aquellas mujeres nacidas a finales de los 60 algo mercantilizable. La globalizaci¨®n mezcla tendencias descontextualiz¨¢ndolas y despoj¨¢ndolas de su verdadero significado. La industria de Amancio Ortega ha sido la ¨²ltima en subirse al carro. Durante esta temporada, en sus tiendas se pueden adquirir camisetas con mensajes como ?Problem Maker? (Problem¨¢tica) o ?Boys Aaarg? y parches con las letras ?Feminist? bordadas. Tambi¨¦n la firma estadounidense Brandy Melville ha sido expl¨ªcita estampando consignas como Girl Power?o Raise boys and girls the same way (Criad a los ni?os y a las ni?as de la misma manera) en sus camisetas, que se agotan nada m¨¢s tocar las estanter¨ªas de su ¨²nica tienda en Espa?a.
Aunque solo hay que echar un vistazo a las ¨²ltimas pasarelas para darse cuenta de que el pr¨ºt-¨¤-porter ha puesto el foco en las consignas de la segunda ola, las firmas m¨¢s atrevidas han optado por la irreverencia kinderwhore de Courtney Love o la est¨¦tica Barbie, de la mano de Hedi Slimane y Jeremy Scott, respectivamente. En el mundo real, ejemplos hay muchos: la cantante colombiana Kali Uchis luce en sus fotos promocionales la camiseta de Beat it creep?(L¨¢rgate, pesado) de Valfr¨¦, la modelo Sita Abell¨¢n presume de tatuaje con la cara de Bunny Tsukino (Sailor Moon) en uno de sus brazos y la dise?adora Maria Ke Fisherman se ha aliado con la marca de zapatos Buffalo para traer de vuelta la est¨¦tica a medio camino entre el cyber punk y el manga.
No es una cuesti¨®n de seguir las tendencias ni de estar pendiente de lo que ser¨¢ rentable o no. Las influencias de estas marcas, en las que las decisiones las toman las chicas, las encontramos en su d¨ªa a d¨ªa; m¨¢s concretamente, en la m¨²sica y la cultura que sus dise?adoras consum¨ªan cuando eran adolescentes. Se trata de empoderarse haciendo uso de los medios que tenemos a nuestra disposici¨®n. Aun as¨ª, Shalisa es consciente de que esta tendencia est¨¢ dejando de ser algo puramente rom¨¢ntico. ?Muchas compa?¨ªas est¨¢n fabricando ropa con estilos muy similares. No me malinterpretes, si alguien est¨¢ en esto por el dinero, yo no ser¨¦ quien lo critique, pero en mi pa¨ªs el feminismo no est¨¢ bien visto y las mujeres somos meros objetos sexuales, as¨ª que para m¨ª esto es un compromiso real?. Sin embargo y a pesar de la inevitabilidad de las leyes del mercado, la mayor¨ªa de estas compa?¨ªas se mantienen alejadas de las reglas del juego. Para sus creativas, lo importante es dise?ar las prendas que a ellas les gustar¨ªa vestir e impregnarlas de revindicaci¨®n pol¨ªtica de g¨¦nero. ?Quiero que mis consumidores se tengan alta estima, se respeten a s¨ª mismos y vistan como quieran. Me gustar¨ªa que mi ropa ayudase a empoderarse a quien la lleva. Hago prendas para todo el mundo; quiero que la gente entienda que ser feminista no es ir en contra de los hombres?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.