Recuerdos, por Ana Pastor
Cuidadores sin cuidados y sin recursos a los que la crisis est¨¢ machacando.

El camino de regreso era siempre muy doloroso. Volv¨ªa arrasada. Eran tantos los kil¨®metros de distancia para aquella hija como inmenso era el sentimiento de culpabilidad. Visitaba a su madre muy a menudo, pero a¨²n no hab¨ªa aprendido a protegerse de lo que ve¨ªa. Aunque, la verdad, tampoco quer¨ªa. La rutina era siempre muy parecida hasta hace pocas semanas.
Estaba con ella unas horas en la residencia por donde paseaban con los brazos entrelazados. Lejos quedaban aquellas ma?anas soleadas cuando las mujeres de la familia, las tres generaciones, atravesaban la verja y sal¨ªan a comer fuera. Siempre hab¨ªa que volver, pero esas horas juntas compensaban las ausencias y los silencios.
Hac¨ªa a?os que su madre hab¨ªa comenzado a olvidar, pero antes era m¨¢s llevadero. Cuando empez¨® a percibir el desgaste, la hija se propuso atesorar recuerdos. Sencillos gestos capaces de rellenar sonrisas y oxigenar d¨ªas completos. Como aquel ?mi ni?a? que le regal¨® una ma?ana de marzo cuando entr¨® en su habitaci¨®n. No pod¨ªa recordar el nombre de su hija, pero la manera con la que pronunci¨® las dos divinas palabras y la fuerza con la que estrech¨® sus manos hizo que volvieran a estar conectadas durante unos segundos.
Despu¨¦s volvi¨® esa mirada de la que ella y otros familiares hablan a menudo, del no saber, del no encontrar¡ La mirada del miedo. Tambi¨¦n duraba unos segundos hasta saltar a otro entretenimiento con alg¨²n objeto que tuviera alrededor. Era breve, pero ese abismo de la nada es con el que pelean muchos familiares, quienes con una valent¨ªa asombrosa superan el d¨ªa a d¨ªa de la mejor manera posible. Cuidadores sin cuidados y sin recursos a los que la crisis est¨¢ machacando sin piedad.
Sent¨ª un escalofr¨ªo al otro lado del tel¨¦fono cuando me cont¨® algunos de los detalles de la ¨²ltima visita. Su madre ya casi no com¨ªa y por supuesto apenas se comunicaba. Pero no quiso pararse demasiado en su propio dolor y subi¨® el tono para tragarse las l¨¢grimas y pasar a hacerme la foto fija de muchas otras familias que, como ella, ten¨ªan plaza en una residencia p¨²blica.
El recorte de fondos para la dependencia es desde hace tiempo muy evidente. Cada vez hay menos personal sanitario a pesar del esfuerzo por tener a su cargo enfermos en condiciones muy delicadas. Esa hija, esa mujer fuerte a la que yo tanto admiro, representa la radiograf¨ªa de una parte de la sociedad abierta en carne viva, luchando contra un monstruo y defendiendo la memoria como herramienta de supervivencia para el futuro. Feliz Navidad para ti y para las familias de las 800.000 personas que estos d¨ªas amarran recuerdos y despu¨¦s seguir¨¢n, como siempre, peleando contra el Alzheimer en Espa?a.
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