El nuevo reto de la reina de la TV: recrear la vida g¨®tica de Shirley Jackson
Elisabeth Moss interpretar¨¢ a la autora de ¡®La loter¨ªa¡¯ en un biopic. A pesar de una madre dominante y un marido celoso de su ¨¦xito, Jackson practic¨® la brujer¨ªa literaria hasta que muri¨® a los 48 a?os.
Elisabeth Moss est¨¢ aprovechando su dulc¨ªsimo momento profesional para arramblar con todo y quedarse con los personajes femeninos m¨¢s interesantes de su generaci¨®n. El ¨²ltimo que acaba de embolsarse (para algo ejerce tambi¨¦n de productora) es el de Shirley Jackson en un biopic que se titular¨¢ Shirley, basado en la novela del mismo t¨ªtulo de Susan Scarf Merrell. Michael Stuhlbarg, el padre de Elio en Call Me By Your Name, interpretar¨¢ a su marido, el cr¨ªtico literario y profesor Stanley Hyman.
En realidad, la novela de Scarf Merrell imagina un episodio ficticio en casa de los Jackson-Hyman, su convivencia con una joven pareja que se instala en su casa en 1963; ¨¦l para ayudar al profesor con sus clases en la universidad de Bennington y ella, Rose, para echar una mano a la escritora con sus cuatro hijos y la granja de Vermont en la que al familia vivi¨® desde mediados de los cuarenta.
Pero no hac¨ªa falta inventar mucho para hacer de la vida de Jackson material de pel¨ªcula. Nacida en una familia pudiente de San Francisco ¨Csu padre era un abogado de ¨¦xito y su madre pod¨ªa trazar sus ancestros hasta el Mayflower¨C, la peque?a Shirley lleg¨® demasiado pronto. La madre, Geraldine, una temible Mommy Dearest, sol¨ªa decirle que nunca quiso quedarse embarazada tan pronto y que era producto de un aborto fallido. El propio matrimonio de Shirley puede leerse como una manera r¨¢pida y segura de salir de ese n¨²cleo opresivo. Siendo alumna en la universidad de Syracuse, Jackson conoci¨® a Stanley Hyman, un aspirante a cr¨ªtico literario con coeficiente intelectual superior a 180 (en la frontera de la genialidad) que le hizo saber que le ser¨ªa siempre infiel porque el sexo con otras mujeres constitu¨ªa para ¨¦l casi un ejercicio intelectual. Cumpli¨® con su advertencia, acost¨¢ndose sobre todo con alumnas y ex alumnas. Cuando se casaron, ¨¦l ten¨ªa 23 y ella 21. Ninguno de los padres asisti¨® porque Hyman era jud¨ªo y Jackson protestante y en 1940 aquello segu¨ªa siendo una barrera dif¨ªcil de franquear.
La pareja tuvo cuatro hijos en once a?os y cre¨® un hogar ca¨®tico que Jackson explotar¨ªa con gracia en su libro Life among the savages y en los art¨ªculos c¨®micos que publicaba en revistas femeninas como Good Hosekeeping (algunos est¨¢n en el tomo que ha publicado recientemente la editorial Min¨²scula, Deja que te cuente una historia). Hyman logr¨® un trabajo como profesor en la universidad de Bennington y estar en plantilla de The New Yorker, pero le frustraba no publicar m¨¢s relatos en la revista. Fue Jackson quien dio la campanada. El 26 de junio de 1948 (la fecha es importante), la autora consigui¨® vender a la revista, ¨¢rbitro del gusto literario estadounidense, La loter¨ªa, el relato de un rito ancestral que ocurre cada 27 de junio en un pueblo de 300 habitantes: se produce una rifa y el escogido al azar es lapidado hasta la muerte en la plaza. Ni?os y adultos participan. Se cree que la tradici¨®n asegura una buena cosecha. Ya lo dice el refr¨¢n: Lottery in June, corn be heavy soon.
Pocos relatos hab¨ªan generado tanta conmoci¨®n. Centenares de lectores escribieron al New Yorker demandando una explicaci¨®n ante aquella brutalidad. Algunos incluso creyeron que se trataba de un reportaje, y no de un cuento de ficci¨®n, y la propia Jackson sol¨ªa recibir misivas de lectores insult¨¢ndola primero por ser tan cruda y pregunt¨¢ndole despu¨¦s en qu¨¦ localidades de Vermont se celebraban a¨²n esas loter¨ªas y c¨®mo pod¨ªan asistir a una.
La cr¨ªtica alab¨® el cuento (el sello N¨®rdica, por cierto, acaba de publicar una deliciosa versi¨®n ilustrada por el propio nieto de la autora), que le vali¨® a Jackson un contrato editorial para una colecci¨®n de relatos, fama literaria y la posibilidad de pedir mejores tarifas para sus pr¨®ximos relatos a las revistas. Se llev¨® al cine en 1959 y hasta se adapt¨® como ballet.
La loter¨ªa tendr¨ªa otros efectos secundarios: confin¨® a Jackson en el rinc¨®n de la literatura g¨®tica y de terror, que no es la manera m¨¢s r¨¢pida de ganarse el respeto del establishment cultural, y la convirti¨® en el miembro del matrimonio con m¨¢s fama y m¨¢s ganancias, algo que el arrogante Hyman no llev¨® demasiado bien. Mani¨¢tico del orden, le exasperaba la desidia dom¨¦stica de su mujer. No es que no quisiera que su mujer escribiese. Tambi¨¦n esperaba que su producci¨®n literaria fuese m¨¢s fluida y lleg¨® a poner precio a las cartas que escrib¨ªa a los amigos (40 d¨®lares la p¨¢gina), para que todos fuesen conscientes de la p¨¦rdida de tiempo y dinero que supon¨ªa su correspondencia. Ante los amigos y los colegas acad¨¦micos, sol¨ªa tratar a su mujer como una idiot savant a la que le brotaban las historias qui¨¦n sabe c¨®mo, pero sin verdadero talento literario.
La prensa no sab¨ªa muy bien qu¨¦ hacer de aquella exc¨¦ntrica mujer que pod¨ªa competir en humor lacerante con Dorothy Parker (admiradora suya, por cierto) y sus entrevistas no ayudaban. En una ocasi¨®n se explay¨® ante un reportero de Associated Press sobre su colecci¨®n de libros de brujer¨ªa y sus pr¨¢cticas de magia negra. El periodista public¨® un perfil titulado Shirley Jackson desde luego es una bruja, que sell¨® su reputaci¨®n. A la autora s¨ª que le interesaba el ocultismo pero sus declaraciones no dejaban de ser una broma o una exageraci¨®n. ¡°Afortunadamente, el periodista me hab¨ªa pagado dos copas, as¨ª que pude hablarle con fluidez sobre la magia negra, los hechizos y la aplicaci¨®n pr¨¢ctica de la brujer¨ªa a la vida diaria, con cosas que recordaba de varios cuentos de fantasmas¡±, escribi¨® a sus padres sobre aquella entrevista. M¨¢s tarde, entretenida pero un poco harta de su imagen de ¡°Shirley, la bruja¡± dijo que era como levantarse con resaca y que no parasen de recordarle las tonter¨ªas que hab¨ªa dicho estando borracha.
Jackson public¨® muchos relatos m¨¢s y al menos dos novelas, Nunca hemos vivido en el castillo (Min¨²scula) y La maldici¨®n de Hill House (Valdemar) que autores tan dispares como Joyce Carol Oates, Jonathan Lethem y Stephen King colocan entre lo mejor de la literatura americana del siglo XX.
Mientras, su vida personal sigui¨® siendo un desastre. Padec¨ªa un caso agudo de agorafobia y sufr¨ªa por su sobrepeso. Mientras que Hyman, seg¨²n su bi¨®grafa, Ruth Franklin, la atiborraba de pasteles como una manera subrepticia de mantenerla bajo su control, su madre no dudaba en deplorar su gordura. ¡°Llevo toda la ma?ana triste pensando en el aspecto que te has permitido tener¡±, le escribi¨® en una carta.
Como tantas mujeres en los a?os cincuenta, Jackson tomaba lo que ella cre¨ªa que eran pastillas para adelgazar. En realidad, el Dexamyl era una bomba de barbit¨²ricos y anfetaminas, que combinaba bastante mal con el Valium y el Thorazine que tambi¨¦n consum¨ªa. Adem¨¢s, no se produc¨ªa el efecto deseado: su peso de dispar¨® y Jackson muri¨® en 1965 con s¨®lo 48 a?os de un ataque al coraz¨®n.
Aunque Shirley, la pel¨ªcula, transcurrir¨¢ en torno a 1950, el periodo anterior a la publicaci¨®n de su novela Hangsaman, es probable que Elisabeth Moss repita con una caracterizaci¨®n similar a la que luci¨® en la primera temporada de Mad Men, cuando su Peggy tambi¨¦n ganaba peso por un giro de gui¨®n. La protagonista de The Handmaid¡¯s Tale est¨¢ aprovechando su posici¨®n de poder en la industria para dar luz verde a proyectos que podr¨ªan costar de financiar y con presencia de mujeres delante y detr¨¢s de las c¨¢maras y ¨¦ste tambi¨¦n lo es. La directora ser¨¢ Josephine Decker (Madeline¡¯s Madeline) y la guionista, Sarah Gubbins, que ya convirti¨® el libro de culto I love Dick en una serie para Amazon.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.