Sexo anal, el ¨²ltimo tab¨² del hombre hetero
Algunos hombres heterosexuales empiezan a interesarse por experimentar, en carne propia, el placer de la parte de atr¨¢s y lo incorporan a sus relaciones con mujeres.
No cabe duda de que el ano es una zona er¨®gena con una enorme carga simb¨®lica, cultural y social. Durante mucho tiempo el anticonceptivo m¨¢s seguro y la ¨²nica manera que ten¨ªan las mujeres de llegar v¨ªrgenes al matrimonio, aunque no inexpertas. Tal vez por eso, entregar el culo era sin¨®nimo de lascivia y entra?aba tambi¨¦n un grado importante de sumisi¨®n.
En la Grecia y Roma antiguas, como cuenta Val¨¦rie Tasso en un art¨ªculo al respecto, ¡°no exist¨ªa?ning¨²n?impedimento por el que esa zona no pudiera ser utilizada por un var¨®n para el placer, independientemente de que fuera el ano de una mujer o el de otro hombre. S¨®lo hab¨ªa una regla de oro que ning¨²n var¨®n que se preciara como tal pudiera vulnerar; deb¨ªa ser siempre?el agente activo, el ¡°que daba¡± y nunca?un mero sujeto pasivo (eso era cosa de mujeres, esclavos o efebos).
Hace algunos a?os que se empez¨® a hablar del ¡®bud sex¡¯, (bud?significa colega o compa?ero). Hombres heteros que mantienen relaciones homosexuales pero que no se consideran a s¨ª mismos gays. Es m¨¢s, muchos exhiben, incluso, conductas un tanto hom¨®fobas.
En el 2017, un soci¨®logo de la Universidad de Oreg¨®n, Tony Silva, se dedic¨® a estudiar este fen¨®meno, que ocurr¨ªa generalmente entre hombres blancos que viv¨ªan en un medio rural, en EEUU.?Silva, a quien entrevist¨¦ para un art¨ªculo, relacionaba esta pr¨¢ctica con los m¨²ltiples factores que afectan a la identidad sexual como la cultura, el contexto social, el lugar, el momento hist¨®rico y las interpretaciones personales.?¡°De hecho¡±, dec¨ªa este soci¨®logo, ¡°las identidades sexuales, tal como las conocemos hoy en d¨ªa (heteros, gays, lesbianas, bisexuales, etc), no se clasificaron hasta mediados-finales del siglo XIX y la forma de entenderlas no es la misma en todo el mundo. Pero no solo eso, adem¨¢s, y como se ha visto en el estudio, personas con la misma cultura pueden tener pr¨¢cticas sexuales similares pero interpretarlas de formas distintas, dependiendo del concepto que tengan de su propia sexualidad¡±.
Para Silva el t¨¦rmino ¡®bud sex¡¯ se aplicar¨ªa a aquellas relaciones que sus participantes interpretan como ¡®ayudar¡¯ a un amigo (en la que est¨¢ exento el factor rom¨¢ntico), entre hombres blancos y heterosexuales o, escondidamente, bisexuales. Encuentros secretos, sin consecuencias y sin asociaci¨®n ninguna con ideas como feminidad u homosexualidad.
En esta evoluci¨®n de la conducta sexual, algunos hombres se plantean ahora explorar, en carne propia, el placer que pueden proporcionarles el sexo anal con sus parejas femeninas. ¡°Aunque lo hacen muy t¨ªmidamente y buscando siempre un permiso profesional o social¡±, se?ala Ra¨²l Gonz¨¢lez Castellanos, sex¨®logo, psicopedagogo y codirector de Ars Amandi, centro de terapias sexol¨®gicas y psicol¨®gicas, en Madrid.
¡°El beso negro o anilingus (estimulaci¨®n oral del ano), practicado por su pareja femenina, es algo m¨¢s f¨¢cil de aceptar para un hetero, pero el hecho de ser penetrado es ya otro asunto¡±, se?ala Gonz¨¢lez Castellanos. Serena, masajista er¨®tica, que trabaja en Madrid y se anuncia en Internet, reconoce que muchos hombres le piden el extra del pegging (penetraci¨®n anal con un dildo y un arn¨¦s). ¡°Son heterosexuales pero quieren probar esta pr¨¢ctica o ya la han probado y les resulta muy excitante. Sin embargo, no se atreven a ped¨ªrsela a sus mujeres o parejas por temor a su reacci¨®n¡±, se?ala Serena.
Hace a?os guard¨¦ un recorte de El Pa¨ªs referente a un espect¨¢culo, un mon¨®logo que la actriz Isabelle Stoffel present¨® en la capital espa?ola y en el Festival de Edimburgo, all¨¢ por el 2013. La obra se llamaba La rendici¨®n, hablaba del sexo anal y Stoffel argumentaba teor¨ªas como esta: ¡°en el culo, la verdad siempre sale a la luz. Una polla en un culo es como la aguja de un detector de mentiras. El culo no puede mentir: si mientes, te duele¡±. O esta otra, ¡°en la sodom¨ªa, la confianza lo es todo. Si te resistes, pueden hacerte da?o de verdad. Con esta pr¨¢ctica he aprendido mucho, pero sobre todo he aprendido a rendirme¡±.
El punto G masculino
?¡°La zona localizada entre los test¨ªculos y el ano (incluyendo tambi¨¦n ¨¦ste), es una zona muy sensible¡±, apunta Marta Jes¨²s Camu?as, sex¨®loga y psic¨®loga de Amaltea centro de educaci¨®n y medicina sexual en Zaragoza. ¡°Ah¨ª est¨¢ el perineo y muchos localizan el punto G masculino (en el interior del recto, a unos 4 ¨® 6 cent¨ªmetros de profundidad). ¡°Es una zona en contacto con la pr¨®stata, que algunos hombres la relacionan con una sensaci¨®n muy placentera. Aunque como ocurre en el sexo, el placer depende de muchos factores, a parte del fisiol¨®gico. Est¨¢ la situaci¨®n o la compa?¨ªa, que influyen poderosamente en el deseo¡±, subraya esta experta.
Los beneficios del masaje prost¨¢tico es otro de los argumentos que esgrimen los curiosos o los amantes de esta pr¨¢ctica. ¡°Cualquier parte del cuerpo que reciba una correcta estimulaci¨®n se va a ver beneficiada¡±, comenta Gonz¨¢lez Castellanos, ¡°pero todav¨ªa se sabe poco al respecto. Aunque s¨ª se ha demostrado que la eyaculaci¨®n frecuente no solo es buena para la espermatog¨¦nesis (producci¨®n de espermatozoides) sino tambi¨¦n para retrasar los problemas de pr¨®stata, a pesar de que antiguamente se dec¨ªa que estos trastornos eran el castigo divino a los hombres promiscuos. Tener en cuenta la zona anal puede ser tambi¨¦n una opci¨®n sexual m¨¢s en varones que, por determinadas circunstancias, no tengan erecciones¡±, concluye este sex¨®logo.
Para los que est¨¦n dispuestos a explorar su puerta de atr¨¢s, sin miedo a las etiquetas o a los prejuicios, Gonz¨¢lez aconseja que ¡°sea algo consensuado entre las partes y que haya un m¨ªnimo ingrediente de curiosidad-deseo. Hay tambi¨¦n que extremar la higiene e ir muy despacio, ya que la musculatura del esf¨ªnter anal es conc¨¦ntrica y hay que dilatarla poco a poco¡±. La jugueter¨ªa er¨®tica dispone ya de peque?os dildos y de lubricanes especialmente dise?ados para esta delicada ¨¢rea. El ¨¢rea de la verdad, como la llamaba Stoffel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.