El ¡®panettone¡¯ de la aut¨®noma
La paradoja del ¡®freelance¡¯ es que renuncia a la estabilidad para hacer lo que le gusta¡ y deja de gustarle.
Esa ma?ana me despert¨¦, como siempre, antes de que sonase el despertador. Mir¨¦ el m¨®vil y antes de ver la hora, vi la notificaci¨®n de un nuevo ¡®mail¡¯. Era de mi gestor. Me dec¨ªa que a partir del mes siguiente ya ten¨ªa que aplicar la retenci¨®n del 15% de IRPF en mis facturas. Se hab¨ªan acabado los d¨ªas del 7%. Aunque solo ten¨ªa un ojo abierto ¡ªel otro no estaba preparado para despertarse a¨²n¡ª, pude leer que tambi¨¦n me avisaba de que a finales de mes ya me tocar¨ªa pagar la cuota de aut¨®nomos m¨¢s alta. El ojo cerrado se abri¨® de golpe. Pero aunque tuviera los dos ojos bien abiertos, lo ¨²nico que fui capaz de asimilar fue la presi¨®n que empezaba a sentir en el pecho. Ni siquiera eran las nueve de la ma?ana.
No era la primera vez que me despertaba con un ¡®mail¡¯ de mi gestor, as¨ª que ya sab¨ªa c¨®mo ten¨ªa que actuar. La primera fase consiste en ignorar esa nueva informaci¨®n, hacer como si no existiera. Al menos hasta que tuviese ¡®panettone¡¯ dentro del est¨®mago. ¡°Suerte que es diciembre¡±, pens¨¦. Mientras desayunaba y fing¨ªa que no hab¨ªa recibido ning¨²n ¡®mail¡¯, me puse a calcular cu¨¢nto tiempo llevaba siendo aut¨®noma. Tres a?os, m¨¢s o menos. A?or¨¦ un poco aquel tiempo en el que pagaba 60 euros de cuota. Sesenta euros. Por aquella ¨¦poca no solo era aut¨®noma, tambi¨¦n trabajaba en una oficina de nueve a seis. Me daba mucho miedo ser solo aut¨®noma, as¨ª que durante dos a?os me refugi¨¦ en tener otros trabajos de oficina que me dieran m¨¢s estabilidad econ¨®mica. Fue la pandemia la que me oblig¨® a ser una aut¨®noma plena, a ser la persona que cree que comer ¡®panettone¡¯ har¨¢ desaparecer la presi¨®n de su pecho.
La siguiente fase es la culpa. ¡°La verdad es que no me puedo quejar¡±, pens¨¦. ¡°Tengo un par de clientes bastante fijos que, en conjunto, me dan unos ingresos b¨¢sicos para sobrevivir, lo justo para seguir tirando. No todo el mundo puede decir eso. Y adem¨¢s tambi¨¦n me dan mucha libertad creativa. Yo que s¨¦, al fin y al cabo, puedo dedicarme a lo que me gusta, joder. ?No es eso lo que todo el mundo quiere? Puedo despertarme cada ma?ana con ilusi¨®n y hacer algo que me gusta as¨ª que, ?qu¨¦ problema puede haber con eso? ?Ninguno! No s¨¦ de qu¨¦ me quejo¡±, pens¨¦, ¡°si estoy de maravilla, desayunando ¡®panettone¡¯, pensando en que esta fase tambi¨¦n podr¨ªa llamarse la del autoenga?o¡±.
Hay un pensamiento en mi cabeza desde hace un tiempo. Que me persigue en sue?os, que me despierta antes de que suene el despertador, que me hace comer ¡®panettone¡¯ con ansia. Desde que solo soy aut¨®noma y mis ingresos solo dependen de lo que me gusta hacer¡ ya no me gusta tanto lo que hago. Cada vez me gusta menos, de hecho. Cada vez estoy m¨¢s preocupada por el dinero, las gestiones, los ¡®mails¡¯ exigiendo que me paguen facturas que me deben, sentirme culpable por hacerlo, autoexigirme que lo haga, ¡®googlear¡¯ qu¨¦ diablos es el modelo 130 por mil¨¦sima vez o por comprender lo que me dice mi gestor que por las ideas. ¡°Lo que me gusta hacer¡± es un personaje secundario en todo esto y muchas veces sufre el da?o colateral en mis batallas de ser aut¨®noma. La fase del autoenga?o no tiene nada que hacer con esta fase. Ni siquiera tiene nombre porque me aterroriza.
Recib¨ª una nueva notificaci¨®n. Era de la ¡®app¡¯ de mi banco. Al parecer hab¨ªa recibido un ingreso. Entr¨¦ a ver y era el dinero que hab¨ªa ganado en el concurso de televisi¨®n ¡®La ruleta de la suerte¡¯, en el que cuando me present¨¦ dije que era aut¨®noma y que necesitaba dinero para sobrevivir. En ese momento me sent¨ª asqueada por verme m¨¢s representada por eso que por las animaciones que hago, pero as¨ª era c¨®mo me ve¨ªa. Al menos gan¨¦ la cantidad justa para pagar la nueva cuota de aut¨®nomos, pens¨¦. Hasta me sobra un poco para comprar m¨¢s ¡®panettone¡¯.
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