Un marido, tres esposas y 17 hijos en una roca del desierto
Una hipn¨®tica docuserie de Netflix muestra la vida de una comunidad pol¨ªgama apartada de todos en Utah.
¡°Tratad de parecer liberadas, lo menos reprimidas que pod¨¢is¡±, les pide Enoch Foster a sus dos esposas, camino de Salt Lake City (Utah). Este ¡°matrimonio plural¡± es uno de los que protagoniza la docuserie Three Wives, One Husband, producida por el Channel 4 y disponible ahora en Netflix Espa?a. En esa escena en concreto los Foster se dirigen a la capital del estado morm¨®n a protestar por un cambio legislativo previsto que podr¨ªa ilegalizar su situaci¨®n y llevarlos a la c¨¢rcel.
Por eso es importante que Lillian y Catrina parezcan ¡°liberadas¡± y no confirmen ante las c¨¢maras el estereotipo de mujer mormona ¡°embarazada y descalza¡±. Ambas se r¨ªen y confiesan que les gusta bastante andar descalzas por Rockland Ranch, el paisaje alucin¨®geno en el que viven, con casas excavadas literalmente en la roca del desierto rojizo de Utah. Y embarazadas tampoco les debe importar estar porque en el momento de rodarse el documental, los Foster suman 17 hijos y est¨¢n plante¨¢ndose adquirir una nueva esposa, Lydia, que aumente la familia con sus propios v¨¢stagos. Enoch y Lydia est¨¢n inmersos en un cortejo formal, al estilo de los mormones fundamentalistas, que implica cogerse de la mano en p¨²blico pero no besarse. Y las esposas titulares bromean con la posibilidad de que Lydia sea la esposa ¡°dom¨¦stica¡± que cuide la casa y haga la comida para Enoch.
Las 14 familias que viven en Rockland Ranch, una comunidad fundamentalista fundada por el padre de Enoch, que lleg¨® a tener m¨¢s de 30 hijos, tienen suficientes motivos para vivir en la m¨¢xima discreci¨®n posible. La poligamia no es legal en Utah y de hecho sus padres y abuelos se enfrentaron a penas de c¨¢rcel por su estilo de vida. Con ellos, la ley mira para otro lado porque s¨®lo se considera legal el primer matrimonio. Sin embargo, algo les llev¨® a salir de su cueva y dejarse filmar durante un a?o por las c¨¢maras del programa (que, dada la calidad y la multitud de ¨¢ngulos, deb¨ªan ser muchas). El acceso es total: vemos a los Foster votar en una especie de asamblea si intentan ese tercer matrimonio (s¨®lo un ni?o se resiste) y a sus vecinos, los Morrison, pasar por dificultades porque la tercera esposa, Marina, no acaba de encajar con la segunda. Y eso no es todo: pronto podr¨ªan ser cinco si el padre de familia, Abel, se casa con las dos viudas de su hermano, tal y como le prometi¨® en el lecho de muerte.
Es de suponer que al equipo le cost¨® ganarse la confianza de las familias y quiz¨¢ de ah¨ª que no se pregunten ni se contesten muchas dudas que le surgen al espectador: ?los ni?os van al colegio?, ?qu¨¦ pasar¨ªa si una de las esposas se fuera del rancho? (se intuye que tiene derecho a llevarse a sus hijos biol¨®gicos pero no queda claro), ?c¨®mo llevan los suministros b¨¢sicos a esas casitas que parecen de juguete y c¨®mo llega el dinero para alimentar y vestir a todos esos ni?os? Tampoco hay mucho contexto sobre las creencias en s¨ª. Los hombres dicen repetidamente que la poligamia les lleva a ¡°otro nivel¡± (como si fuera un videojuego) en su fe y les pone m¨¢s cerca de Dios, del que se habla siempre como si fuera el t¨ªpico jefe caprichoso, con sus man¨ªas y sus rabietas. Pero no se explica muy bien en qu¨¦ consisten esos niveles de para¨ªso y por qu¨¦ un hombre con tres esposas est¨¢ m¨¢s cerca de la salvaci¨®n eterna que uno con s¨®lo una, ni si a alguien se le ha ocurrido la posibilidad de que una mujer tenga tres maridos.
Esas lagunas restan algo de valor al documental pero no impiden al espectador quedarse hipnotizado y lamentar cuando llega el final del cuarto cap¨ªtulo y se da cuenta de que no hay m¨¢s. ?C¨®mo?, ?y ahora c¨®mo vamos a saber si finalmente Lydia se uni¨® a la familia?, ?qu¨¦ pas¨® con las viudas?, ?cu¨¢ntos hijos pueden engendrar esos hombres que un no llegan a los 40? (Google tiene respuestas para algunas de estas preguntas pero no lo revelaremos aqu¨ª).
La raz¨®n por la que es dif¨ªcil dejar de mirar la docuserie es lo normales que parecen algunos de sus protagonistas. Beth Morrison, la primera mujer de Abel, estudia para ser enfermera, lleva maquillaje, vaqueros (nada del famoso mormon chic que fetichizan marcas como Batsheva), y una est¨¦tica perfectamente neutra, y muestra un curioso desinter¨¦s en el debate de si su marido deber¨ªa casarse una cuarta y quinta vez con sus cu?adas. Beth analiza la situaci¨®n con vocabulario como de terapia o de secci¨®n de psicolog¨ªa popular en un dominical. ¡°Te ayuda a ganar perspectiva¡±, dice, de las tensiones que se producen en su casa. ¡°Me gusta superar retos¡±, como si hablara de correr una media marat¨®n. ?Su segunda esposa hermana, que cuando puede ser escapa a hacer yoga con vistas (y a la que muchos espectadores animar¨¢n secretamente a agarrar la esterilla y a sus hijos y largarse de all¨ª), emana mucha mayor sensaci¨®n de infelicidad, derivada de las tensiones con la tercera esposa hermana.
Desde el a?o pasado, el estado de Utah ha avanzado, con muchas dificultades, una proposici¨®n de ley que recriminalizar¨ªa la poligamia y har¨ªa algo m¨¢s f¨¢cil la vida para las personas quieren escapar de esas comunidades, sobre todo de las menores, a las que se suele casar a los 15 ¨® 16 a?os. Estar¨ªa bien que Netflix paliase el mono que deja el documental comprando tambi¨¦n Escaping Polygamy, otra docuserie que sigui¨® a tres hermanas que huyeron de su secta fundamentalista e iniciaron vidas al margen de la comunidad.
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