Valentino, el emperador ?jubilado?
Retirado en 2008, es probablemente el dise?ador que ha recibido m¨¢s homenajes en vida. Londres le rinde el ¨²ltimo con una exposici¨®n que concentra 130 de sus vestidos. S?Moda lo entrevista en exclusiva.
A su lado, la celebraci¨®n del jubileo real parece poca cosa. En el a?o que concluye, Valentino Garavani ha encadenado tres efem¨¦rides de envergadura, que casi dejan en segundo plano a la mism¨ªsima reina de Inglaterra. Adem¨¢s de cumplir 80 a?os, el dise?ador italiano ha celebrado su 60? aniversario en el mundo de la moda, as¨ª como el 50? de su primera colecci¨®n, presentada entre v¨ªtores en el Palazzo Pitti de Florencia all¨¢ por 1962. Para conmemorar una fecha tan se?alada, el Somerset House de Londres le rinde homenaje hasta el 3 de marzo de 2013 con una exposici¨®n en la que exhibe 130 de sus creaciones, escogidas personalmente por este hombre de tez tostada y un aspecto de edad imprecisa. Lo mismo sucede con sus vestidos, que evocan una elegancia atemporal, de los que cuesta adivinar en qu¨¦ d¨¦cada fueron creados. ?Eso fue lo m¨¢s importante al elegirlos: que pareciera que los hubiera terminado ayer por la noche?, nos confi¨® en la v¨ªspera de la inauguraci¨®n. Impecablemente vestido, Valentino acept¨® repasar en exclusiva para S?Moda algunos momentos ¨¢lgidos de sus 60 a?os de trayectoria.
1932. Un ni?o prodigio. No solo naci¨® sabiendo que se dedicar¨ªa a la moda, sino tambi¨¦n que era distinto al resto de los mortales. Desde su m¨¢s tierna infancia, exigi¨® a su madre que le dise?ara pijama y calcetines a medida. A priori, nada hac¨ªa presagiar que se dedicar¨ªa a ese mundo de ensue?o: su padre ¨Cil Mauro, como lo llamaban en el barrio¨C vend¨ªa bombillas y material el¨¦ctrico. Su ¨²nico contacto remoto con la moda tuvo lugar en el almac¨¦n de telas de uno de sus t¨ªos. Mientras los ni?os jugaban al f¨²tbol en la plaza, ¨¦l dise?aba bocetos. Valentino creci¨® en este ambiente peque?o-burgu¨¦s de preguerra, sobre un trasfondo dibujado por el paisaje medieval de Voghera, ciudad de provincias al sur de Mil¨¢n. Supo que no tardar¨ªa mucho en escapar. A los 17, gracias a una beca del sindicato de la costura, se mud¨® a la capital francesa. ?Para mi familia, Par¨ªs se asimilaba al infierno y la condena eterna?, explica hoy. En 1952, el modisto Jean Dess¨¨s lo contrat¨® como aprendiz. Cinco a?os m¨¢s tarde, fue Guy Laroche quien lo fich¨® para su sal¨®n de costura. Sin haber cumplido todav¨ªa los 30 a?os, Valentino acumul¨® una d¨¦cada de experiencia junto a los grandes de la moda francesa. El pr¨®ximo paso consist¨ªa en volar solo.
1959. Grito de independencia. Pr¨®xima parada: la estaci¨®n Termini de Roma, donde regres¨® cargado de maletas para crear su propia marca, que instal¨® en la exclusiva Via Condotti, junto a la Plaza de Espa?a. Pocos meses despu¨¦s, en una noche de poniente, Valentino conoci¨® a Giancarlo Giammetti en un caf¨¦ de la Via Veneto (aunque hoy no se pongan de acuerdo en cu¨¢l, como se observa en el documental The Last Emperor, estrenado en 2008). Giammetti se convirti¨® en su compa?ero sentimental durante 12 a?os, as¨ª como en su principal mano derecha, a cargo de las finanzas de la empresa. Valentino lo sigue llamando ch¨¦ri en la intimidad, pero opta por el m¨¢s pudoroso Mr.?Giammetti ante los medios. ?Yo nunca me preocup¨¦ por el negocio. Desde el primer momento, el se?or Giammetti se centr¨® en la parte menos agradable. Esto me permiti¨® trabajar en paz, sin interrupciones?, reconoce el dise?ador. Valentino opt¨® desde el primer momento por la alta costura como signo de identidad. ?Nunca se me ha dado bien hacer ropa barata. Incluso mi l¨ªnea de pr¨ºt-¨¤-porter era m¨¢s cara que las dem¨¢s, porque le dedicaba casi las mismas horas y la misma atenci¨®n. Admiro a los creadores que son capaces de hacer un buen producto a bajo coste. Por ejemplo, Zara, que est¨¢ haciendo un trabajo fant¨¢stico. Pero tambi¨¦n hay que decir que copian mucho y que sus vestidos est¨¢n pensados para llevarlos cinco veces y despu¨¦s tirarlos a la basura?, sentencia.
1964. Clientas de excepci¨®n. Cuando Hollywood se desplaz¨® hacia la orilla del T¨ªber, seducido por los bajos costes de los estudios Cinecitt¨¤, Valentino emergi¨® como una figura estelar de esa ciudad en plena ebullici¨®n. Actrices como Elizabeth Taylor, quien le encarg¨® un vestido de inspiraci¨®n grecorromana para el estreno de Espartaco, lo escogieron como modisto de referencia. Sin embargo, la mejor embajadora de la marca fue Jacqueline Kennedy. ?Nos conocimos en 1964, pocos meses despu¨¦s del asesinato de JFK?, relata Valentino. ?Me encontraba en el Waldorf Astoria de Nueva York exponiendo una colecci¨®n cuando lleg¨® una amiga com¨²n [Gloria Schiff, hermana gemela de Consuelo Crespi, la entonces editora de Vogue USA] y me dijo que Jackie Kennedy hab¨ªa preguntado por m¨ª. Hab¨ªa visto una de mis prendas y quer¨ªa saber qui¨¦n era el dise?ador. Mand¨¦ inmediatamente una modelo a su casa y un pu?ado de vestidos. Compr¨® seis de ellos para rehacer su armario durante su a?o de luto?. La elegancia atemporal y el lujo desacomplejado que estructuran su universo parecen pertenecer a un mundo que se desvanece en tiempos de austeridad obligada. ?Todav¨ªa existen mujeres tan elegantes como Jackie Kennedy, aunque la manera de vestir ha cambiado. Incluso cuando se dedican solo a la beneficencia, necesitan moverse, coger aviones, reunirse con gente. Ya no pueden tener el mismo armario que en los a?os 60. Aquel mundo en el que las mujeres se cambiaban cuatro veces cada d¨ªa ya no existe?, se lamenta. ?Hoy la gente ya solo se viste bien para ir de boda?.
1982. Directo al museo. La legendaria periodista Diana Vreeland, reconvertida en comisaria de exposiciones en el Metropolitan Museum, invit¨® a Valentino a exhibir su trabajo. Andy Warhol y Brooke Shields no se perdieron la inauguraci¨®n. Sus vestidos entraron por primera vez en el museo, y no fue la ¨²ltima. ?Es normal que sea as¨ª. En el fondo, toda la moda es arte. Dise?ar un vestido se parece mucho a pintar un cuadro. Tienes que elegir un color, una forma, un sentimiento?, explica. Su exposici¨®n en Nueva York sell¨® definitivamente su idilio con la alta sociedad estadounidense. En especial, gracias a la inestimable promoci¨®n que le han dado las actrices. ?Mi favorita es Julia Roberts, que recogi¨® su Oscar por Erin Brockovich con un vestido vintage. Pero tambi¨¦n creaciones menos conocidas, como las que han lucido Halle Berry y Ashley Judd?, sostiene.
2008. El escenario y la realeza. Despu¨¦s de 45 a?os encabezando la marca (y tras la compra por un fondo de inversiones londinense en el que participaba Hugo Boss), Valentino cedi¨® el testigo. Dijo que quer¨ªa reconvertirse en dise?ador de vestuario para teatro y ballet ¨Cy se estren¨® este a?o 2012, cuando el New York City Ballet le encarg¨® su ¨²ltima gala de oto?o¨C. ?Qu¨¦ le queda por hacer? ?Me gustar¨ªa vestir a algunas mujeres m¨¢s?, afirma tras un largo silencio. ?Por ejemplo, a la duquesa de Cambridge. Es bell¨ªsima y muy elegante. Jam¨¢s intenta llamar la atenci¨®n en exceso. Me gusta ese sottotono?.
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