?Ve¨ªas Melrose Place? Pues fuiste v¨ªctima de un experimento de arte conceptual y no lo sab¨ªas
La m¨ªtica serie de los 90 form¨® parte de uno de los experimentos de arte conceptual m¨¢s extra?os y masivos que se han producido en Estados Unidos donde aparec¨ªan mensajes codificados sobre temas como el aborto, el alcoholismo o la tenencia de armas.
En 1994, el artista y profesor Mel Chin volaba de Georgia a Los ?ngeles y, viendo la urbe desde el avi¨®n, le dio por pensar que ¡°la ciudad estaba en el aire¡±, que desde esa capital del entretenimiento se emit¨ªan casi todos los mensajes culturales que alcanzaban a la Am¨¦rica media y de rebote al resto del mundo. En aquellos d¨ªas, Chin y sus alumnos sol¨ªan discutir sobre lugares alternativos en los que mostrar el arte, ya que los museos y galer¨ªas no llegaban, en su opini¨®n, a suficientes personas.
Poco despu¨¦s, su mujer estaba cambiando de canal en la tele y un fotograma capt¨® su atenci¨®n: Heather Locklear, la tremenda Amanda Woodward, plantada delante de un cuadro. Chin no sab¨ªa entonces que la serie se llamaba Melrose Place pero pens¨®: ese es el museo. Ese es el lugar en el que hay que mostrar arte pol¨ªticamente comprometido para infiltrar las mentes de la mayor¨ªa.
As¨ª que su puso en contacto con Deborah Siegel, la encargada de los escenarios de la serie, y le hizo la siguiente propuesta: ?pod¨ªa enviarle de manera gratuita obras de arte creadas ex profeso con mensajes codificados sobre temas como la pol¨ªtica exterior estadounidense, el aborto, el alcoholismo o la tenencia de armas? En lugar de colgarle el tel¨¦fono, Siegel qued¨® intrigada y acept¨® el trato. En breve, empezar¨ªa uno de los experimentos de arte conceptual m¨¢s extra?os y masivos que se han producido, en la que unos cien artistas englobados en el llamado GALA Committee (por GA, Georgia, donde resid¨ªan muchos de los participantes, alumnos de Chin, y LA, Los ?ngeles) produjeron obras para la serie de Aaron Spelling durante dos a?os, de 1995 a 1997, y las colocaron de manera subrepticia en decenas de escenas, a la manera del product placement publicitario, sin que los espectadores o el propio Spelling tuviesen la m¨¢s m¨ªnima idea.
Ahora y hasta e 27 de noviembre, un centenar de aquellos trabajos se expone en los Red Bull Studios de Nueva York, en una muestra titulada Total Proof que ha vuelto a sacar a la luz aquella operaci¨®n encubierta que se bautiz¨® como The Art is in The Place. El t¨ªtulo y el cartel de la exposici¨®n provienen de un poster que colg¨® durante varios episodios en la oficina de la propia Amanda, en la agencia de publicidad ficticia D&D. La imagen imitaba a la publicidad del vodka Absolut, muy popular en ese momento, aunque en realidad lo que reflejaba era un cr¨¢ter (con forma de botella de Asolut) en el edificio Alfred P. Murray, el escenario de la matanza de Oklahoma que mat¨® a 168 personas, el mayor acto de terrorismo (dom¨¦stico, en este caso) en suelo estadounidense hasta el 11-S.
Las obras que se colaban en la serie, y que los artistas produc¨ªan a medida, ya que ten¨ªan acceso a los guiones antes de que se grabasen los cap¨ªtulos, no siempre ten¨ªan forma de cuadro tradicional. El Doctor Peter Burns, un mujeriego incorregible, dorm¨ªa en s¨¢banas con un estampado muy visible formado por condones desenrollados ¨Cdesobedeciendo las normas de la FCC, el organismo que censur¨® por ejemplo el pez¨®n de Janet Jackson en la Superbowl, y que entonces prohib¨ªa terminantemente mostrar preservativos en televisi¨®n¨C. Cuando Alison Parker (Courtney Thorne-Smith) se queda embarazada, aparece en una escena abrazada a una manta bordada, un tipo de quilt. Si alguien se hubiese molestado en hacer zoom sobre la manta hubiera visto miles de s¨ªmbolos qu¨ªmicos representando la RU-486, la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s. El Gala Committee hizo aquello como una acci¨®n muy deliberada en un una serie en la que era posible que un personaje hacer estallar una bomba sin demasiados efectos (como hizo la gloriosamente desquiciada Kimberley, Marcia Cross), volver de la muerte tras ser atropellada (la no menos desequilibrada Sydney), robar beb¨¦s (Kimberley de nuevo) y dejar que un personaje pasase en cuesti¨®n de una temporada de ser un marido leal a un completo soci¨®pata (el doctor Michael Mancini), pero no era posible mostrar a una mujer abortando legalmente. En un cap¨ªtulo en el que Mancini (Thomas Calabro) va a un motel barato, el recepcionista est¨¢ leyendo Libidinal Economy, una obra del postestructuralista franc¨¦s Jean-Fran?ois Lyotard. A eso le llamaba el colectivo art¨ªstico ¡°inserci¨®n de objetos¡±. Otro ejemplo: Kimberley sostiene un recipiente de comida china para llevar en el que se lee en caracteres chinos ¡°Derechos Humanos¡± y ¡°Protesta y caos¡±, en referencia a la diferente interpretaci¨®n que se daba en China y en Occidente de los hechos de la plaza de Tiananmen.
Hubo un momento en que los guionistas y el colectivo de artistas decidi¨® llevar el experimento un poco m¨¢s all¨¢. Crearon un personaje, el de la pintora Samantha Reilly, interpretada por la actriz Brooke Langton. La jefa de guionistas de Melrose Place, Carol Mendelssohn, se reuni¨® con un grupo de diez mujeres del comit¨¦ y juntas moldearon un personaje que les permitiera canalizar un conjunto de obras. Las artistas pensaban en una creadora feminista, una Cindy Sherman o una Barbara Kruger, pero los productores de la serie quer¨ªan obras ¡°al estilo de David Hockney¡±, que quedaban mejor en los interiores y pegaban con la onda californiana de la serie. As¨ª que pintaron para la ficticia Reilly una serie de paisajes aparentemente apacibles pero que en realidad representaban localizaciones de actos violentos sucedidos en Los ?ngeles, como la casa en la que muri¨® Marilyn Monroe, el hotel Ambassador donde dispararon contra Robert F. Kennedy o el chalet de Nicole Brown-Simpson.
Tras dos a?os de intensa colaboraci¨®n, el proyecto concluy¨® a lo grande y en plan meta. El MOCA, el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Los ?ngeles, que estaba al tanto de lo que suced¨ªa, quiso mostrar esas obras dentro de una exposici¨®n llamada Uncommon Sense y dedicada a las colaboraciones art¨ªsticas inusuales. Para eso, incluso construy¨® un decorado imitando a los de Melrose Place. Una semana antes de la inauguraci¨®n real de la muestra, se emiti¨® un cap¨ªtulo, rodado en el MOCA, en el que Amanda acude a la inauguraci¨®n ficticia. ¡°A mi me parece un mont¨®n de puntos¡±, dice de una obra que en realidad representa el bombardeo estadounidense de Bagdad durante la primera guerra del Golfo. Como notaron en Art News: la agencia de publicidad de un personaje ficticio (Amanda Woodward) estaba promocionando una exposici¨®n real en un museo real que acog¨ªa obras reales que hab¨ªan aparecido en el mundo ficticio de una serie televisiva.
Poco antes de la muestra, The New Yorker public¨® un art¨ªculo sobre el tema que tuvo relativa poca repercusi¨®n (sorprendente, teniendo en cuenta la popularidad de la serie) pero provoc¨® que por fin se enterase el productor ejecutivo de la serie, el legendario Aaron Spelling, creador de Sensaci¨®n de vivir y Vacaciones en el mar. Al magnate televisivo le hizo hasta gracia que se hablase de su serie en un contexto art¨ªstico de prestigio y tan solo pidi¨® a sus guionistas que ¡°no hiciesen nada que da?ase la serie¡±.
Chin, el ide¨®logo de todo aquello se sigue sorprendiendo de que esta masiva performance en horario estelar no sea m¨¢s conocida y admite que tuvieron que ponerle fin a aquello porque resultaba agotador crear obras a contrarreloj. Bien mirado, la noticia proporciona una excusa fant¨¢stica para revisitar (buscando el arte escondido) una serie tan fuera de s¨ª que a su lado Scandal y Empire parecen sobrios documentales.
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