De veneno aceptable a favorito de Instagram: la fascinaci¨®n por el verde ¡®clickbait¡¯ que te?ir¨¢ la primavera
Hace 200 a?os el color de moda, un verde rico e intenso, se obten¨ªa con ars¨¦nico. Sorpresa: aquello no acab¨® bien. El tinte, ahora inocuo, invade la nueva temporada y promete intoxicar cualquier timeline con sus destellos. De momento ya ha pintado las colecciones de Dior, Versace o Stella McCartney, melenas, maquillajes y hasta la Gran Muralla China.
Probablemente fue Daniel Lee, en Bottega Veneta, el encargado de quitarle al verde m¨¢s rico e intenso la p¨¢tina de decadente al te?ir con ¨¦l ropa y, sobre todo, complementos. El dise?ador, que abandonaba abruptamente?la direcci¨®n creativa de la casa el pasado mes de noviembre, salpic¨® de este color pr¨¢cticamente todas sus colecciones para la casa, pero fue en la de hace un a?o, primavera-verano 2021, en la que se entreg¨® sin rubor al verde saturado. Pint¨® tambi¨¦n entonces del mismo tono todo el packaging de una marca que estos d¨ªas ha conseguido pintar hasta la Gran Muralla China. Por supuesto, de verde.
El llamativo tinte, casi fluorescente, tiene el superpoder de capturar la difusa atenci¨®n al hacer scroll por cualquier red social, que no es poco. Adem¨¢s, cumple con los requisitos de la moda dopamina, tan demandada en tiempos de pandemia, y probablemente de una suma de todo brota su ¨¦xito. ¡°La emoci¨®n ha sido el pilar de nuestra estrategia de compras¡±, dec¨ªan en la presentaci¨®n de la nueva temporada desde el multimarca de lujo Net-a-porter. En la tienda online las ventas de las prendas verdes han crecido un 96% desde la pasada estaci¨®n. ¡°La alegr¨ªa de vestirse, divertirse con la moda y salir de la zona de confort es uno de los mayores movimientos de la moda¡±, afirman. Adem¨¢s de Bottega, la gama ba?a las colecciones de Prada, Stella McCartney, Dior, Givenchy, Dries van Noten, Versace¡
Verde que te quiero verde
Se usa para lanzar mensajes reconfortantes, conjura paisajes campestres y evasi¨®n. Es el color de la sostenibilidad, seguramente la palabra m¨¢s repetida en la moda en el ¨²ltimo a?o. A veces puede parecer que tiene propiedades m¨¢gicas: dar unas pinceladas de este pigmento a los envases ha sido una estrategia frecuente entre los equipos de marketing para, autom¨¢ticamente, convertir cualquier producto en algo m¨¢s sano, m¨¢s ecol¨®gico y mejor para el mundo.
Pese a ese ¡®monstruo de los ojos¡¯ que acu?¨® Shakespeare en El mercader de Venecia, suele tener connotaciones positivas en todas las culturas y es percibido como un color sosegado. En El Cor¨¢n se describe el para¨ªso como un sitio en el que la gente viste prendas verdes de fina seda y en El mago de Oz el verde ti?e la ciudad a la que se dirige Dorothy. Lady Di lo luci¨® en pr¨¢cticamente todas las tonalidades. Verde era el vestido de Versace de Jennifer Lopez que propici¨® la creaci¨®n de Google Im¨¢genes y de verde se vistieron cinco actrices para recoger su Oscar a la mejor interpretaci¨®n femenina: Loretta Young (1948), Grace Kelly (1955), Joanne Woodward (1958), Emma Thompson (1993) y Olivia Colman (2019). Precisamente los vestidos verdes en el cine son una categor¨ªa en s¨ª misma y suelen tener relevancia en la trama (v¨¦ase Lo que el viento se llev¨® o Expiaci¨®n). En el primer coquete de Zara uniendo el mundo real con el virtual, su colaboraci¨®n con Ader Error, hay tambi¨¦n muchos toques de verde porque probablemente el metaverso, que es muy glitchcore, tenga tambi¨¦n bastante de este color (aunque Pantone lo haya pintado de Very Peri).
Est¨¢ muy verde
El hechizo de este tinte no es nuevo y ha fascinado a la humanidad desde siempre. En la Edad Media era un tab¨² mezclar colores, as¨ª que el verde que se usaba entonces no ten¨ªa mucho lustre. Cost¨® encontrar algo mejor: en el Renacimiento Paolo Veronese obten¨ªa un verde rico y saturado con dos capas de pigmentos y protegiendo sus pinceladas con un barniz, para que esos pigmentos no reaccionaran con el tiempo. Pero cuando el mundo obtuvo el verde radiante perfecto la cosa no mejor¨®: el verde Scheele o verde Par¨ªs, que fascin¨® a artistas, dise?adores o decoradores durante todo el siglo XIX, estaba hecho con ars¨¦nico y, como descubrieron muchas muertes despu¨¦s, llevaba demasiado al l¨ªmite aquello de ¡®para presumir hay que sufrir¡¯. As¨ª lo cuenta Kassia St Clair en The Secret Lives of Colour: ¡°En 1775, Carl Wilhelm Scheele, un cient¨ªfico sueco, estaba estudiando el elemento ars¨¦nico cuando se encontr¨® con el compuesto arsenito de cobre. De un verde al que, pese a un tono ligeramente sucio, reconoci¨® de inmediato potencial comercial en una industria hambrienta de pigmentos verdes y tintes. El pigmento entr¨® en producci¨®n casi de inmediato y el mundo se enamor¨® de ¨¦l. Se utiliz¨® para estampar telas y papeles, para colorear flores artificiales o prendas de vestir¡±.
Fue un aut¨¦ntico bombazo. Se estima que en 1858 hab¨ªa en Gran Breta?a unos 160 kil¨®metros cuadrados de papeles pintados te?idos con esta mezcla mortal (muchos en habitaciones infantiles) y en 1863 el diario The Times calculaba que se produc¨ªan entre 500 y 700 toneladas de verde Scheele cada a?o en ese pa¨ªs. No se prohibi¨® hasta ya entrado el siglo XX, pero el propio Scheele ya sab¨ªa que aquello era venenoso, como le cont¨® en una carta a un colega. Aunque quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente sea que no se retir¨® autom¨¢ticamente al encontrar la relaci¨®n entre el color y muchas muertes, porque era demasiado apetecible. Un doctor del hospital de Londres que investig¨® todo aquello alertaba en The Times para convencer a sus compatriotas en una carta que podr¨ªa salir de No mires arriba: ¡°Imagine, se?or, c¨®mo ser¨¢ la atm¨®sfera en un baile en el que el movimiento de las faldas por la danza haga que se disperse constantemente el veneno ars¨¦nico¡±.
Al ¨²nico al que no le hac¨ªa mucha gracia el verde era a Kandinsky que, seg¨²n recoge Michael Pastoureau en Green: The History of a Color, dijo de ¨¦l que es ¡°el color m¨¢s anestesiado posible¡ parecido a una vaca gorda, rebosante de salud, tumbada, capaz solo de rumiar y contemplar el mundo a trav¨¦s de sus ojos bobos e inexpresivos¡±. Ah¨ª queda eso. Quiz¨¢ el pobre Kandinsky nunca dio con la tonalidad que buscaba o se intoxic¨® del verde Scheele.
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