As¨ª es el proceso de creaci¨®n del vestuario de una boda gitana
Se trata de un fen¨®meno sociol¨®gico ¨²nico y tambi¨¦n el epicentro de una singular forma de entender la moda, la belleza y la fiesta.
?Que se me casa la ni?a¡?. Con esta frase cuenta la dise?adora y modista Saray Montoya que suele comenzar todo. Es la que le dicen al otro lado del tel¨¦fono las madres cuando la llaman para pedirle que le haga a su hija su traje de novia. Mejor dicho, sus trajes de novia. Ah¨ª empieza el espect¨¢culo. Porque hacer vestidos de ceremonia para una boda gitana es casi el equivalente a preparar una producci¨®n teatral.
Montoya es hoy una de las creadoras m¨¢s conocidas y solicitadas de su gremio. Nieta del m¨ªtico bailaor Farruco, pero criada con ¨¦l como si fuera su padre, no solo iba para bailaora, como quer¨ªa su abuelo, sino que lo fue durante muchos a?os. Por algo hab¨ªa nacido en esa dinast¨ªa gitana de la que han salido sus primos Farruquito y El Farru. Pero ella lo que quer¨ªa en realidad era coser. Ya de peque?a en la academia de su abuelo recortaba los manteles de lunares y hac¨ªa siluetas de prendas. Y desde hace casi una d¨¦cada se dedica en exclusiva a ello en su taller y tienda de Sevilla, espoleada por la fama que le ha dado participar en los programas de televisi¨®n Gipsy Kings y Supervivientes, a los que se present¨®, como confiesa, sabiendo que no le entusiasmaba el formato, pero que le dar¨ªa la popularidad que necesitaba para su incipiente negocio. M¨¢s de 177.000 seguidores en su cuenta de Instagram confirman que la estrategia fue certera.
En ocasiones, Montoya recibe esa llamada con menos de un mes de antelaci¨®n. Pero aceptar pedidos como estos suele requerir, entre las modistas m¨¢s conocidas por las familias, al menos seis meses. ?Una boda gitana es una locura. Ganas mucho dinero, s¨ª, pero te vuelven literalmente loco. Hay mucha exigencia, est¨¢n muy encima y te piden numerosos cambios?, cuenta el dise?ador canario Willy D¨ªaz, famoso por sus creaciones de carnaval y que empez¨® tambi¨¦n a hacer estilismos para estos enlaces hace ya 20 a?os. Su primer encargo vino de una chica que hab¨ªa visto sus trajes carnavalescos y quer¨ªa algo similar para su enlace. Algunas modistas, como Aina Jodar, en Palma, que suma ya m¨¢s de tres d¨¦cadas vistiendo a las gitanas en sus celebraciones, piden incluso un a?o de plazo para entregar sus trabajos. Jodar confiesa que a ella este mundo gitano le ha dado ?la vida?, porque siempre quiso trabajar para el teatro, y esto es puro espect¨¢culo. ?Es su d¨ªa m¨¢s importante y hacer una boda para ellas es tirar la casa por la ventana. As¨ª que se ponen lo m¨¢s grande?, resume.
Una boda gitana, no hace falta decirlo, no es una boda cualquiera. En la mayor¨ªa de zonas de Espa?a duran hoy un d¨ªa, aunque todav¨ªa hay lugares donde los festejos se prolongan hasta tres. Y ataviar a una novia implica coserle al menos tres vestidos diferentes, incluso cuatro. Y cada uno implica complementos, peinado y maquillaje adecuados al look.
Protocolo nupcial
El primer vestido es el camis¨®n y la bata que la novia vestir¨¢ en la intimidad de su casa, rodeada de los familiares m¨¢s cercanos, ese cortejo indefinido en n¨²mero que forman madre, hermanas, primas y abuelas, y que, como cuentan las modistas, acompa?an a la novia desde que acude a sus tiendas y talleres para encargar los vestidos. ?Vienen hasta 400 personas con ella?, lo exagera Antonia Cort¨¦s, que en su casa-taller del barrio de Lavapi¨¦s en Madrid lleva ya 15 a?os trabajando en el sector, pero tambi¨¦n dise?ando vestidos para artistas como las hermanas Estrella y Sole¨¢ Morente. Ese primer camis¨®n es frecuente que sea comprado en alguna tienda de ropa o de lencer¨ªa y no hecho a medida. Pero no as¨ª los tres siguientes.
El vestido de novia, con el que la chica se casa, debe ser blanco. Ser¨¢ el ¨²nico donde mande este color. A partir de ah¨ª la paleta explotar¨¢ en una gama en la que, hasta hoy, mandan los rosas, los rojos, el fucsia, los verdes o los amarillos y por supuesto el plata y el oro, que se alternan por rachas, pero nunca decaen. ?Ahora se llevan los cortes tipo princesa?, explica Morabel Morales, de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, que lleg¨® a este universo particular gitano por casualidad, desde el del espect¨¢culo, cuando le hizo un traje a una gitana a la que compraba flores en Barcelona. A partir de ah¨ª comenz¨® a correrse la voz y le llovieron los pedidos. ?La gitana espa?ola se est¨¢ volviendo m¨¢s delicada?, la secunda Jodar. Hoy las novias piden vestidos con corte de sirena y m¨¢s ajustados, relegando as¨ª las prendas m¨¢s pomposas de vol¨²menes imposibles. Aunque estos no desaparecen. Morales, de hecho, ensalza que la que pide un traje as¨ª lo quiere incluso cada vez m¨¢s exagerado. ?Si antes est¨¢bamos por los seis metros de di¨¢metro ahora estamos llegando a los 12. Y cada una lo quiere m¨¢s extremado que la anterior?, explica. Lo que no falta nunca, en la que es la principal se?a de identidad de casi todos los dise?os, es el brilli brilli, como lo llaman. La pedrer¨ªa, siempre de cristal, y las lentejuelas, de pl¨¢stico, que provocan que a algunas novias haya que mirarlas ?con gafas de sol para no deslumbrarte?, como dice Tania L¨®pez, de la tienda Gipsy Bridals, de Jerez de la Frontera. ?En estos vestidos condiciona m¨¢s el tipo de pedrer¨ªa que la tela?, explica Montoya.
La elecci¨®n y la cantidad determinan el precio. Un vestido sin pedrer¨ªa comienza en 800 o 1.000 euros. Con ella comienzan en 1.500 euros y pueden dispararse hasta los 17.000 euros que ronda una prenda con cristales de Swarovski, lo m¨¢s caros y cotizados, y que pocas familias pueden permitirse. Es el unicornio de los vestidos de novia, porque un rollo de pedrer¨ªa de cinco metros cuesta entre 700 y 800 euros y, como cuenta Montoya, para hacer un vestido completo pueden ser necesarios hasta 20.
El complemento imprescindible del primer vestido es la corona. No faltan pendientes, brazaletes y pulseras, pero este es el m¨¢s simb¨®lico de todos los adornos. ?Es el ¨²nico b¨¢sico. Aunque una ni?a no la quiera, la madre le insiste siempre en que la use, porque la corona es un s¨ªmbolo con el que se demuestra el respeto a la familia. Est¨¢s dando tu honra y as¨ª honras a los tuyos?, explica Montoya. Ella misma, el d¨ªa de su enlace, llev¨® ese accesorio hasta el cementerio para ofrec¨¦rsela a su abuelo Farruco, coloc¨¢ndola sobre su l¨¢pida.
Tambi¨¦n aqu¨ª cambian las tendencias. Si antes se ped¨ªan coronas cada vez m¨¢s grandes y aparatosas, hoy la influencia de las bodas ¨¢rabes, que muchas gitanas emplean como referencia, ha hecho que el tama?o ceda en favor de una elegancia m¨¢s sutil y que se pidan m¨¢s tiaras que complementos grandes. ?Ya se han terminado las ceremonias en que la novia parece que llevaba una antena en la cabeza?, resume Montoya. Su colega Morales argumenta que adornos tan pomposos no encajan en la moda actual, m¨¢s relacionada con los atuendos de princesa o de ¨¦poca, pero cuenta que el impulso por la ostentaci¨®n sigue latente: ?Muchas ni?as ven las tiaras y dicen que las quieren, pero m¨¢s hermosas?.
¡®Outfit¡¯ festivo
Tras la ceremonia llega la segunda parte de la celebraci¨®n y probablemente la m¨¢s importante: el yeli, la conocida como prueba del pa?uelo, y con ella el segundo cambio de estilismo. Hasta hace no demasiado tiempo en las bodas solo se usaba un traje, el blanco, y solo en algunas zonas se sustitu¨ªa por una camisa de raso sencilla para el momento en el que se examina la virginidad de la reci¨¦n casada. Sin embargo, en los ¨²ltimos 20 a?os se ha impuesto el camis¨®n, que no deja de ser en realidad otro vestido m¨¢s, con menos volumen, pero acompa?ado con batas de larga cola y todo tipo de ornamentos, se ha convertido as¨ª en la prenda clave que la novia luce en esa fase del enlace. Su precio ronda los 700 euros, aunque se acompa?a tambi¨¦n de la s¨¢bana y el coj¨ªn sobre los que se tumba. Y, como siempre, requiere un cambio de complementos. Todos, salvo la corona, ?son intercambiables?, como explica Montoya. Se puede llevar peineta, trenzado indio, pulseras, collares¡ D¨ªaz, de hecho, insiste en que, en general, ?lo quieren todo?.
Una vez superado el yeli, llega la parte l¨²dica y con ella el estilismo m¨¢s festivo. De nuevo un derroche de pedrer¨ªa, plumas y volantes para dise?os de colores, telas brillantes desde sedas, jacquards o guipures que se compran en tiendas espa?olas o se traen de Marruecos, Turqu¨ªa, Tailandia o India. Tambi¨¦n las l¨ªneas son cada vez m¨¢s sensuales, ?tipo Beyonc¨¦?, cuenta Montoya que le piden las clientas que quieren impactar. En cualquier caso, las referencias a famosas son escasas, como desvela Cort¨¦s. ?Ellas tienen su propio estilo?, justifica. As¨ª lo ve tambi¨¦n Morales, quien dice que a ella le ponen como ejemplo todo tipo de im¨¢genes extra¨ªdas de Internet, desde las bodas de lujo de los Emiratos ?rabes o las pasarelas del liban¨¦s Zuhaid Murad hasta dise?os de Chanel que quieren adaptar a su manera. ?Despu¨¦s ya es misi¨®n tuya hacerlo a su gusto, porque un vestido de alta costura de Chanel en realidad no se parece a nada?, dice.
Con ese ¨²ltimo look las novias quieren mostrar y mostrarse y piden escotes pronunciados, cortes laterales y muchas transparencias. Una tendencia que en Catalu?a incluso se acent¨²a a¨²n m¨¢s, porque al parecer son m¨¢s atrevidas. Y es que la procedencia geogr¨¢fica de la pareja y de la familia s¨ª marca algunas diferencias. En Jerez, por ejemplo, como cuenta Tania L¨®pez, ?se pide menos pedrer¨ªa? y hay m¨¢s similitudes entre una boda gitana y una boda paya. En Valencia, como apunta D¨ªaz, gustan hoy los atuendos de estilo carnavalero. Y pone como ejemplo un curioso encargo: un dise?o opulento con estructura de m¨¢s de dos metros y medio y miles de plumas y un escueto vestido con pedrer¨ªa que apenas cubre el cuerpo de la clienta. En Madrid y sobre todo en su zona centro, como desvela Cort¨¦s, ?las novias tienen un estilazo tremendo?. Y a los gitanos franceses, por ejemplo, les gusta m¨¢s el volumen. Para una boda en Perpi?¨¢n confeccion¨® un vestido con una cola de 100 metros con ruedas y luces que ?parec¨ªa una feria? y que tuvieron que llevarse en tr¨¢iler.
Adaptarse al presupuesto
En total, entre todos los vestidos, una novia se gasta entre 3.000 y 8.000 euros, seg¨²n los accesorios y adornos que demande. Aunque el trabajo de estas modistas no termina ah¨ª. Porque en una boda gitana no se viste solo a la novia. La mayor¨ªa cosen tambi¨¦n los trajes de las madres, las hermanas y algunas primas. Cuando reciben un encargo as¨ª se lo anuncian: ?Seis m¨¢s la novia?. Estos estilismos, aunque demandan brillo, no deben competir jam¨¢s con los de la protagonista en espectacularidad ni colores. Y muchas, tambi¨¦n, le dise?an la ropa al novio, que depender¨¢ de su poder adquisitivo. Lo m¨¢s sencillo es un ¨²nico traje ajustado y un cambio de camisa, a juego con el ¨²ltimo vestido de la novia, para llevarlo cuando, tras el yeli, le rompan la primera que llevaba. ?Lo m¨¢s sofisticado? Hasta tres trajes diferentes, como ella, desde uno primero de ceremonia estilo principesco hasta un tercero festivo y del mismo color que el de su ya esposa. Una explosi¨®n de ostentaci¨®n que, sin embargo, como apunta Jodar desde Palma, ?no es para tanto?. La imagen distorsionada que dice que han dado algunos programas de televisi¨®n de derroche y desvar¨ªo no se ajusta a una realidad en la que, como cuenta, las familias no se gastan tanto y pagan poco a poco y como pueden. Adem¨¢s, los estilismos se pueden abaratar usando telas m¨¢s simples y accesorios menos complicados. ?Y ahora es todo m¨¢s fino?, a?ade. Las personas que como ella les hacen los vestidos han ganado poder y tienen mayor influencia para evitar excesos y disonancias. Y las chicas ¨Cy su cortejo¨C se f¨ªan de las modistas si les alertan de que algunos complementos no deben llevarse o si se pasan de frenada con el brilli brilli. Saben, como dice Jodar, que si se equivocan el comentario que les har¨¢n ser¨¢ siempre el mismo: ?Ay, hab¨¦rnoslo dicho, que t¨² eres la que sabe y nosotras no sabemos na?.
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