Del limbo al cielo sin pasar por el purgatorio
Una Comisi¨®n Teol¨®gica Internacional abolir¨¢ esta semana el limbo y enviar¨¢ a los ni?os sin bautizar al cielo
El temido limbo, localizado entre el cielo y el infierno seg¨²n una tradici¨®n cat¨®lica surgida en la Edad Media, va a ser enterrado definitivamente por la Iglesia esta misma semana. El problema es que, una vez abolido ese lugar sin gloria ni tormento, ?a d¨®nde se supone que van los ni?os muertos sin bautizar? Una Comisi¨®n Teol¨®gica Internacional, que reflexiona sobre este enigma desde ayer en el Vaticano, los quiere enviar directamente al para¨ªso gracias a "la infinta misericordia de Dios".
Dec¨ªan los catecismos cl¨¢sicos que el limbo de los ni?os o de los justos era un lugar del m¨¢s all¨¢ al que iban a parar quienes mor¨ªan sin uso de raz¨®n y sin haber sido bautizados. Los beb¨¦s muertos no han cometido pecados, por lo que su sitio no es el infierno, pero cargan con la culpa del pecado original, por lo que tampoco deber¨ªan subir al cielo. As¨ª, su destino era hasta ahora una tercera clase de cavidad distinta del cielo y el infierno, donde pasar¨ªan la eternidad sin pena ni gloria. All¨ª, estas almas c¨¢ndidas, adem¨¢s de estar privadas de la presencia de Dios, sufr¨ªan la ausencia de quienes hab¨ªan tenido la fortuna de salvarse: padres, hermanos y dem¨¢s familia. Este lugar fue descrito por Dante Alighieri en la Divina Comedia.
El "noble castillo" de Dante
El poeta italiano lo describe en el siglo XIII como un lugar lleno de almas que no conocieron en vida a Dios. En el "noble castillo", ubic¨® el hogar de Virgilio, un lugar sin pena ni sufrimiento y de deseo incumplido, donde se encontraban los ni?os no bautizados, los guerreros ilustres y respetables personalidades a las que se les imped¨ªa para siempre ver a Dios. Este lugar gris ha sido objeto de disputas en el seno de la Iglesia desde la antig¨¹edad. El Concilio de C¨¢rtago, celebrado en el a?o 418 despu¨¦s de Cristo, le neg¨® a los ni?os sin bautizo poder alcanzar la felicidad eterna. Para San Agust¨ªn (357-430) el "limbo para los ni?os" ten¨ªa que ser eterno porque el pecado original es eterno si no es borrado por el bautizo.
Esos principios, que nunca han sido doctrina de la Iglesia Cat¨®lica sino una proposici¨®n teol¨®gica, se impusieron a lo largo de los siglos, pese a que Santo Tom¨¢s (1225-1227) admiti¨® de que esos ni?os "son por naturaleza beatos". Despu¨¦s del Concilio Vaticano II (1962-1965), el concepto fue abandonado y cay¨® en el olvido, hasta el punto de que el Catecismo en vigor conf¨ªa, sin elaborar demasiado el nuevo discurso, el destino de los no bautizados "a las manos de Dios". Pero el limbo nunca fue oficialmente abolido hasta la llegada de Juan Pablo II.
El anterior papa, que empez¨® por desmontar la visi¨®n tradicional del cielo, el infierno y el purgatorio -desde el verano de 1999 ya no son lugares f¨ªsicos, arriba y debajo de la Tierra, sino estados de ¨¢nimo: la presencia de Dios es el cielo y su ausencia, el infierno-, orden¨® en octubre de 2004 al cardenal Joseph Ratzinger hacer lo mismo con el lugar hasta ahora llamado limbo. Para ello, se cre¨® una Comisi¨®n Teol¨®gica Internacional, liderada por el entonces todopoderoso prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisi¨®n) y actual Benedicto XVI. Esta comisi¨®n est¨¢ presidida desde abril por el arzobispo William Joseph Levada, que sustituy¨® en el cargo a Ratzinger.
La hermana muerta de Juan Pablo II
Los trabajos de la Comisi¨®n arrancaron ayer y se centran en primer lugar en analizar "la suerte de los ni?os muertos sin bautismo en el contexto del dise?o de salvaci¨®n universal de Dios, de la unicidad de la mediaci¨®n de Cristo y de la sacramentalidad de la Iglesia para la salvaci¨®n". Esto quiere decir que los te¨®logos del Vaticano quieren salvar a los ni?os del limbo para conducirlos directamente al para¨ªso gracias a "la infinta misericordia de Dios". Pueden hacerlo porque esta creencia, conservada durante siglos, jam¨¢s fue transformado en dogma por la Iglesia. Al t¨¦rmino del seminario, esta misma semana, ser¨¢ aprobado el documento que decretar¨¢ la desaparici¨®n del limbo.
Cuentan que el asunto del limbo fue considerado del "m¨¢ximo inter¨¦s" por Juan Pablo II a causa de un duro golpe que recibi¨® en su infancia. Cuando Karol Wojtyla ten¨ªa nueve a?os, su madre falleci¨® al dar a luz a una ni?a que vino al mundo muerta. Desde entonces, al Papa polaco nunca dej¨® de preocuparle el destino del alma de su hermana muerta. Adem¨¢s de crear esta comisi¨®n, el anterior papa se anticip¨® a sus conclusiones, ya que el limbo no aparece en el nuevo Catecismo, publicado bajo su pontificado en 1992. Ahora, al invocar la misericordia de Dios para salvarlos, la Iglesia destierra por siempre ese extra?o lugar y asegura un pedazo de para¨ªso a los numerosos ni?os no bautizados.
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