Un santuario natural en la zona prohibida de Chern¨®bil
Las especies animales proliferan en el ¨¢rea abandonada por el ser humano tras la explosi¨®n de la central nuclear
La explosi¨®n de la central nuclear de Chern¨®bil (Ucrania) oblig¨® a evacuar a 350.000 personas de un ¨¢rea de 155.000 kil¨®metros cuadrados. De eso hace 20 a?os, y todav¨ªa hay una zona de exclusi¨®n alrededor de la instalaci¨®n en la que la vida humana es imposible. Y sin embargo, ese lugar se ha convertido en un santuario natural en el que florecen especies animales de todo tipo.
En la madrugada del 26 de abril de 1986, los operarios de la central llevaron a cabo una prueba de seguridad que, por culpa de una serie de errores humanos y t¨¦cnicos, termin¨® volando uno de sus cuatro reactores. La explosi¨®n liber¨® a la atm¨®sfera 200 toneladas de material nuclear, generando una radiaci¨®n equivalente a la de 500 bombas at¨®micas como la de Hiroshima. Naciones Unidas calcula que 59 personas murieron por la radiaci¨®n, aunque eleva la cifra final de fallecidos a causa de la radiaci¨®n hasta 9.000. La ONG Greenpeace es m¨¢s pesimista; cree que, en los pr¨®ximos 15 a?os, ser¨¢n hasta 67.000 las v¨ªctimas mortales de Chern¨®bil.
El sarc¨®fago
Tras la explosi¨®n cerca de 350.000 tuvieron que ser evacuadas en un ¨¢rea de 155.000 kil¨®metros cuadrados alrededor de la central. Sin embargo, se estima que entre cinco y ocho millones de personas siguen viviendo en territorios contaminados de Ucrania y dos pa¨ªses lim¨ªtrofes, Rusia y Bielorrusia. La central sigui¨® en funcionamiento hasta el a?o 2000. El reactor accidentado fue cubierto con un sarc¨®fago de hormig¨®n.
Alrededor de la central hay ahora una zona de exclusi¨®n en la que los altos niveles de radiaci¨®n hacen imposible la vida humana. En esa ¨¢rea siguen en pie ciudades enteras abandonadas a medio vivir, con platos colocados sobre la mesa o libros de texto abiertos en las escuelas. Los seres humanos han abandonado esa zona, pero no as¨ª la vida: los alrededores de Chern¨®bil son una reserva natural repleta de animales.
El Bosque Rojo
Los que ya hab¨ªa se han multiplicado, pero adem¨¢s han llegado especies que no se ve¨ªan desde hace d¨¦cadas, como el lince y el b¨²ho real. Incluso se han descubierto pisadas de osos, un animal que no se aventura por esos parajes desde hace siglos. "Los animales no parecen sentir la radiaci¨®n y han ocupado ese ¨¢rea pese a sus condiciones", ha declarado el cient¨ªfico Sergey Gaschak a la radiotelevisi¨®n p¨²blica brit¨¢nica. "Muchos animales han anidado dentro del sarc¨®fago: estorninos, palomas, golondrinas", ha a?adido. La poblaci¨®n de jabal¨ªes se ha disparado, as¨ª como la de lobos.
Es una zona radioactiva, s¨ª, pero sin hombres, sin herbicidas, sin pesticidas, sin industria, sin tr¨¢fico y con todos sus recursos naturales intactos. En el momento de la explosi¨®n, cuatro kil¨®metros cuadrados de pinares alrededor de la central se tornaron marrones de un golpe y murieron (el ahora bautizado como Bosque Rojo). Los animales en el ¨¢rea murieron o dejaron de reproducirse: los embriones de ratos se disolvieron; los caballos murieron con el tiroides desintegrado. Y sin embargo, la siguiente generaci¨®n ha nacido aparentemente sin secuelas. Ahora las vacas all¨ª suelen ser radiactivas (demasiado para que el ser humano se las coma), pero por lo dem¨¢s parecen sorprendentemente normales.
La poblaci¨®n de alces se ha disparado, y hay signos de que parecen haberse adaptado a las dif¨ªciles condiciones y viven tanto como aquellos que pueblan ¨¢reas sin radiaci¨®n. Sin embargo, no todos tienen la misma suerte: los animales que vagan por ¨¢reas extensas sufren menos que aquellos que apenas se mueven de un mismo lugar. Adem¨¢s, se han registrado mutaciones del ADN de estos animales, aunque ninguna ha afectado a su fisiolog¨ªa o su capacidad de reproducci¨®n. No hay caballos de dos cabezas, pero s¨ª cada vez m¨¢s zorros, tejones, castores, ciervos, liebres, nutrias, mapaches...
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