Colombia, historia de una lucha por la despenalizaci¨®n del aborto
El fallo de la Corte Constitucional que daba la raz¨®n a una ONG marc¨® el debate pol¨ªtico en la campa?a electoral
Colombia abandon¨® el pasado 10 de mayo el tr¨ªo de pa¨ªses latinoamericanos -que integraba junto a Chile y El Salvador- en los que la interrupci¨®n voluntaria del embarazo est¨¢ absolutamente prohibida. La noticia no fue intrascendente. Por una parte, Colombia, con 400.000 abortos clandestinos al a?o, se convirti¨® en el abanderado de una opini¨®n p¨²blica cuya voz se hace cada d¨ªa m¨¢s audible en el continente en defensa de los derechos sexuales y reproductivos. Por otra, la lucha (y la pol¨¦mica) en el interior de las fronteras mantuvo la llama encendida durante m¨¢s de un a?o. Y su desenlace tiene, como casi todo, una trastienda pol¨ªtica. Marcada, tambi¨¦n como casi todo, por las elecciones.
Y es que el in¨¦dito porcentaje de sufragios (m¨¢s del 62%) cosechado por el vencedor de las elecciones colombianas del pasado domingo, ?lvaro Uribe, no fue fruto de la casualidad. Los analistas convienen en que el alt¨ªsimo apoyo electoral s¨®lo puede deberse a que ha conseguido el voto conservador de los seguidores de su coalici¨®n, Primero Colombia, y tambi¨¦n el de otros sectores e ideolog¨ªas. Un claro ejemplo de voto al personaje y no al partido. El uribismo existe. Neto exponente ha sido el debate nacional generado en torno al aborto, tema controvertido en cualquier rinc¨®n del planeta.
La comandante en jefe de la lucha fue una abogada colombiana, M¨®nica Roa, directora de proyectos de la ONG Women's Link Worldwide, que sum¨® a su causa miles de voces y de historias de desesperaci¨®n para elevar la primera demanda ante el alto tribunal el 14 de abril de 2005.
Hasta que, el pasado mayo, la batalla final trajo la victoria. Por cinco votos contra tres, la Corte Constitucional despenaliz¨® el aborto en tres supuestos: cuando la vida de la madre corre peligro, cuando se presentan malformaciones del feto incompatibles con la vida extrauterina y cuando el embarazo es fruto de una violaci¨®n. Con este dictamen, Colombia se une al restante 13,2% de la poblaci¨®n mundial —residente en pa¨ªses como Espa?a, Polonia y Per¨²— que est¨¢ regida por leyes que permiten el aborto por cuestiones relacionadas con la salud de la mujer y del feto.
Si bien es cierto que se trat¨® de un fallo judicial, el primer consultado sobre su posici¨®n al respecto fue un pol¨ªtico, el presidente Uribe. Se declar¨® cristiano de convicci¨®n y respetuoso con la vida, pero tambi¨¦n gobernante de un pa¨ªs donde rige el Estado de derecho y, por lo tanto, asegur¨® que acataba el fallo sobre el aborto; invit¨® a los colombianos a fortalecer los valores morales y ¨¦ticos para evitar que se incremente el n¨²mero de abortos, y se reuni¨® con la Conferencia Episcopal para calmar la tempestad desatada en el ¨¢nimo de los obispos.
Y convenci¨®: al electorado conservador, al religioso (hasta los evang¨¦licos apoyaron su reelecci¨®n, aunque le pidieron que en este segundo mandato hiciera lo que estuviera a su alcance para luchar contra el aborto) e incluso a alg¨²n progresista. Esto ¨²ltimo, gracias a la primera dama, Lina Moreno, que discrep¨® en p¨²blico de su esposo ("A veces me pregunta si soy de la oposici¨®n", bromea). En octubre del a?o pasado, cuando arreciaba la controversia, Moreno concedi¨® una entrevista al diario El Tiempo en la que, interrogada sobre si era partidaria de despenalizar el aborto, contest¨® escuetamente pero sin titubeos: "S¨ª".
"Sab¨ªamos que exist¨ªan fuertes argumentos para liberalizar la ley del aborto en Colombia —al menos, en ciertas circunstancias—, que permanec¨ªa como uno de los pocos pa¨ªses del mundo que manten¨ªa una total penalizaci¨®n", explica a EL PA?S M¨®nica Roa. La activista alude a las recomendaciones internacionales provenientes de organismos como Naciones Unidas y la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), que durante a?os pidieron reiteradamente a Colombia que cambiase su legislaci¨®n para evitar que los abortos ilegales (y, por tanto, no practicados por profesionales) siguieran siendo la segunda causa de muertes maternas en el pa¨ªs, despu¨¦s de la eclampsia o subida de la presi¨®n arterial a causa del embarazo.
La defensa de la despenalizaci¨®n del aborto en un pa¨ªs que viv¨ªa en v¨ªsperas electorales no fue f¨¢cil. Los amores y los odios pol¨ªticos estaban polarizados y sujetos a otras convicciones. "Lo m¨¢s dif¨ªcil fue hacer entender a la opini¨®n p¨²blica que el debate que nosotras quer¨ªamos dar no era un enfrentamiento con la Iglesia cat¨®lica", recuerda M¨®nica Roa. "Nuestra intenci¨®n en ning¨²n momento fue cambiar la posici¨®n de la Iglesia frente al tema. Lo que quisimos hacer fue cambiar los t¨¦rminos del debate para que se correspondieran con el Estado laico que somos a partir de la Constituci¨®n de 1991 y en el que la ¨²nica discusi¨®n relevante es la del aborto como un problema de salud p¨²blica, equidad de g¨¦nero y justicia social".
La oposici¨®n religiosa, a pesar de todo, fue feroz. Especialmente de la Iglesia y del Opus Dei. "El cardenal Pedro Rubiano equipar¨® el aborto con el homicidio y el ex congresista Carlos Corsi, con el genocidio. Las redes Futuro Colombia y Laicos por Colombia pagaron avisos de p¨¢gina entera en los peri¨®dicos con im¨¢genes de fetos agonizantes de casi nueve meses. Incluso los ni?os de colegios cat¨®licos fueron obligados a escribir cartas a la corte rog¨¢ndole no dejar que las 'mam¨¢s mataran a sus beb¨¦s'. Y sabemos que el lobby privado fue a¨²n m¨¢s intenso. A cada uno de los magistrados de la corte le lleg¨® el v¨ªdeo de una filmaci¨®n de un supuesto aborto en vivo. Excomulgaron a todos los que hab¨ªamos tenido que ver con la despenalizaci¨®n, incluyendo a los magistrados que votaron a favor del fallo. Y tambi¨¦n advirtieron de que las mujeres y m¨¦dicos que practicaran abortos quedar¨ªan excomulgados", explica Roa. Seg¨²n un estudio realizado en Brasil y presentado en el Encuentro de Investigadores sobre Aborto Inducido en Am¨¦rica Latina y el Caribe, el 92% de las mujeres que reciben atenci¨®n hospitalaria por complicaciones derivadas de abortos inseguros son cat¨®licas.
Durante el debate nacional previo al fallo de la Corte Constitucional, Women's Link Worldwide aport¨® datos: del total de embarazos en Colombia, el 24% termina en aborto y el 26%, en nacimientos no deseados, mientras que el 22,9% de las colombianas entre 15 y 55 a?os declara haber tenido un aborto inducido.
Pero los n¨²meros, adem¨¢s de porcentajes, tienen rostros, nombres y apellidos. Como el de Marta S.. Tuvo su primera hija a los 17 a?os y la segunda, ocho a?os despu¨¦s. Sola y temerosa de no poder atender a sus hijas, decidi¨® someterse a una ligadura de trompas, pero pas¨® a engrosar el 1% de mujeres en cuyo caso esta intervenci¨®n fracasa, porque, cuatro meses despu¨¦s, qued¨® embarazada de nuevo. Tuvo otra hija. Y tres a?os despu¨¦s, un nuevo embarazo. A las tres semanas de gestaci¨®n, se le diagnostic¨® un c¨¢ncer de cuello uterino —la misma enfermedad que hab¨ªa matado a su madre y a una t¨ªa— y se le prescribi¨® la interrupci¨®n inmediata de su embarazo para proceder a tratamientos urgentes de quimioterapia. No pudo hacerlo porque no encontr¨® un profesional que le practicara un aborto por temor a ser encarcelado (de 16 a 54 meses de pena); tampoco sirvieron sus recursos a la justicia. Entretanto, tuvo que ser operada de ves¨ªcula, dar a luz a otra ni?a mediante ces¨¢rea y sentir c¨®mo el c¨¢ncer se hac¨ªa fuerte en su organismo durante nueve meses. En enero de 2006, apenas cinco meses antes del fallo de la Corte Constitucional, se confirmaron las met¨¢stasis en su organismo.
Marta espera poder cumplir 35 a?os el pr¨®ximo 9 de agosto.
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